El caza MiG-35 de fabricación rusa, pese a sus avances tecnológicos significativos y un diseño vanguardista, no ha cumplido con las expectativas de producción y exportación previamente establecidas. Inicialmente, Rusia proyectó la fabricación de 37 aeronaves; no obstante, la cifra se ajustó dramáticamente a solo seis unidades.
Esta aeronave se posiciona en la categoría de cazas de cuarta generación, con mejoras sustanciales en comparación con el MiG-29 y el MiG-29M, tales como aviónica de punta, un renovado sistema de control fly-by-wire y una capacidad combativa superior.
Sin embargo, el MiG-35 ha enfrentado dificultades para penetrar en el mercado global, con países como Egipto e India decantándose por alternativas, motivados por las dudas acerca del desempeño de su radar y motor. El uso del MiG-35 por las fuerzas armadas rusas es esporádico, y el recorte en los pedidos refleja retos más profundos dentro de la industria de defensa rusa, agudizados por restricciones económicas y la guerra en Ucrania.
Repercusiones políticas y militares del aislamiento ruso
Desde el inicio de la invasión ilegal a Ucrania a principios de 2022, Rusia ha experimentado un declive en su credibilidad, posicionándose como un paria internacional.
Esta pérdida de estatus afecta no solo a la diplomacia, donde el liderazgo de Putin es visto con creciente desdén, sino también en el ámbito militar. Contrario a las expectativas, Rusia no ha conseguido logros territoriales significativos frente a Ucrania, que se percibía como un adversario menos capaz.
Durante años, el ejército ruso ha estado literalmente estancado en el lodo, en un conflicto que se ha tornado en una guerra de desgaste sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, recordando los estancamientos y la artillería pesada de la Primera Guerra Mundial.
En este contexto, surgen interrogantes acerca de la efectividad militar rusa. A pesar de que el apoyo occidental ha fortalecido la resistencia ucraniana, las deficiencias en el rendimiento ruso han precipitado una revisión crítica de su tecnología militar.
No obstante, un sector donde Rusia aún mantiene un alto grado de reconocimiento es en su ingeniería aeroespacial. Por décadas, los diseños aeronáuticos rusos han competido con Occidente, tanto en calidad como en cantidad. A pesar de que Estados Unidos ha avanzado significativamente en tecnología de quinta generación, la capacidad rusa para producir aviones competentes sigue siendo notable.
El Mikoyan MiG-35 es un claro ejemplo; aunque solo se han confirmado la fabricación de ocho unidades hasta la fecha, la mera existencia de este caza testimonia la habilidad de los diseñadores rusos en mantenerse relevantes en la industria aeronáutica.
Avances y desafíos en la implantación del caza MiG-35
El 26 de enero de 2017, Mikoyan presentó oficialmente el caza MiG-35 al gobierno ruso. Al día siguiente, la compañía realizó una demostración de las capacidades del avión ante potenciales compradores internacionales.
Este modelo avanzado incorpora tecnologías de última generación, incluyendo un nuevo sistema fly-by-wire, una cabina optimizada, aviónica de vanguardia y capacidades de guía de precisión para municiones aire-tierra. Un elemento distintivo es la cápsula de vigilancia y orientación electroóptica NPK-SPP OLS-K, integrada en el fuselaje, que refuerza las funciones de reconocimiento y ataque del caza.
El MiG-35 supone una evolución significativa respecto a los modelos MiG-29 y MiG-29M, destacando en eficiencia de combate, versatilidad y características operativas. Aunque es un caza de cuarta generación, el MiG-35 está equipado con sistemas de avistamiento de información de quinta generación que le permiten integrarse con otros sistemas de armas rusos, formando un conjunto cohesivo que mejora la percepción situacional del piloto.
Este aumento en la percepción situacional posibilita al MiG-35 desempeñar roles múltiples eficazmente. Además, la aviónica avanzada que incluye, facilita su función como caza de superioridad aérea y permite realizar ataques terrestres precisos bajo cualquier condición climática.
Los motores del MiG-35 son dos unidades FADEC RD-33MK, versiones mejoradas del motor turbofán Klimov RD-33. Estos motores ofrecen un 7% más de potencia que los modelos anteriores, gracias al uso de materiales que mantienen las cuchillas a temperaturas más bajas y cumplen con los requisitos de reducción de visibilidad infrarroja y óptica para operaciones en entornos modernos de combate. Aunque se contempló equipar al MiG-35 con motores de empuje vectorial, esta idea se abandonó por cuestiones de peso y coste.
El camino incierto del MiG-35 en el mercado global
Actualmente, la Fuerza Aérea Rusa cuenta con solo seis MiG-35, lejos de los 37 inicialmente planeados, reflejando las dificultades presupuestarias exacerbadas por la guerra en Ucrania.
A pesar del interés inicial de países como Egipto, que optó por comprar 46 cazas MiG-29M en 2015 por valor de 2.000 millones de dólares, y la consideración del MiG-35 en la competencia de adquisición MRCA de la India, los retos en rendimiento, especialmente en radar y propulsión, han limitado su atractivo en el mercado internacional. Otras naciones como Argentina, Bangladesh y Malasia también han evaluado este modelo sin concretar adquisiciones.
Aunque el futuro del MiG-35 en mercados extranjeros permanece incierto, su desarrollo y existencia subrayan la capacidad rusa en el diseño de sistemas aeronáuticos avanzados, esperando que eventualmente algún país decida adquirir este modelo. Por ahora, su uso se restringe principalmente a los constructores rusos.