El F-22 Raptor, emblema de la superioridad aérea estadounidense y cumbre de los cazas furtivos de quinta generación, ha experimentado un desarrollo teñido de ironía.
Concebido con características revolucionarias como maniobrabilidad sin precedentes, capacidad de supercrucero y tecnologías de sigilo avanzadas, el F-22 fue producido en un número significativamente inferior al proyectado originalmente, completándose solo 186 unidades de las 750 planeadas.
Este recorte en la producción fue consecuencia de su sincronización con la transición del enfoque militar de Estados Unidos hacia conflictos asimétricos en Oriente Medio, donde las capacidades aire-aire del F-22 eran de menor relevancia. Adicionalmente, severas restricciones en su exportación aseguraron que su tecnología puntera permaneciera de uso exclusivo para las fuerzas armadas estadounidenses.
La trayectoria del F-22 ha sido marcada por una paradoja: sus capacidades combativas sin rival fueron limitadas por factores estratégicos y económicos, culminando en la prematura finalización de su producción en 2011.
Limitaciones estratégicas en la era de la guerra asimétrica
A pesar de su reconocimiento como la aeronave de combate más avanzada del mundo, el F-22 es también un caso peculiar dentro de los proyectos militares. Si bien se destaca en su función, la decisión del Pentágono fue limitar su flota a 186 unidades. Adicionalmente, las decisiones del Congreso impidieron que Lockheed Martin, su fabricante, vendiera el caza a naciones aliadas.
Este fenómeno plantea interrogantes acerca de la gestión de un activo militar tan valioso. ¿Cómo es que un jet con tales prestaciones fue rápidamente descartado en la cadena de producción? ¿Y cuáles fueron las razones detrás de la prohibición estadounidense de vender este avión a potenciales compradores internacionales que mostraban gran interés en adquirirlo?
Capacidades sin precedentes en la era de la guerra moderna
Inaugurado en 2005, el F-22 Raptor fue diseñado para suceder al legendario F-15 Eagle como el caza de superioridad aérea preeminente de Estados Unidos, con expectativas de permanecer en servicio hasta la década de 2040.
El F-22, el primer caza furtivo de quinta generación en surcar los cielos, sintetiza un conjunto de tecnologías avanzadas que definen su superioridad. Este polivalente dominador aéreo combina sigilo con una fusión de sensores avanzada que amplifica su conciencia situacional, además de poseer un fuselaje excepcionalmente ágil capaz de alcanzar velocidades supersónicas sin recurrir a los postquemadores.
Su destreza en combate aéreo proviene de la vectorización de empuje, que permite maniobrar sus dos motores, los cuales ajustan sus toberas en un plano vertical para dirigir las 70,000 libras de empuje, aun cuando la dirección del avión sea otra. Esta habilidad le confiere al F-22 capacidad para ejecutar maniobras acrobáticas notables y mantener un ángulo de ataque muy elevado en enfrentamientos cercanos.
En términos de armamento, el F-22 muestra una versatilidad formidable. Para patrullas de combate aéreo, puede armarse con dos misiles aire-aire AIM-9 Sidewinder y seis AIM-120 AMRAAM guiados por radar. En misiones de apoyo cercano o ataques de precisión, está equipado para llevar dos bombas GBU-32 JDAM de 1,000 libras o hasta ocho bombas de pequeño diámetro de 250 libras, complementadas con combinaciones de misiles AIM-9 y AIM-120. Además, su cañón M61A2 de 20 mm, con 480 proyectiles, le confiere una ventaja letal en combate aéreo.
Crucialmente, el Raptor aloja todo su arsenal en tres bahías internas, manteniendo su perfil furtivo incluso completamente armado. A modo de comparación, el otro caza furtivo principal de EE. UU., el F-35, solo puede portar cuatro armas en sus dos bahías internas.
Con una altitud máxima operativa de 50,000 pies y un alcance de casi 1,900 millas (ampliable mediante tanques de combustible externos que comprometen su sigilo), el F-22 es capaz de superar la barrera de Mach 2.
A pesar de sus impresionantes capacidades, la duración del programa F-22 fue inesperadamente breve. Tal como expresó Mark Knopfler de Dire Straits, a veces, aunque la calidad y la capacidad estén presentes, “el momento simplemente no fue el adecuado”.
Incompatibilidad del F-22 en conflictos asimétricos
El F-22 entró en servicio durante una fase en la que el ejército de Estados Unidos estaba inmerso en conflictos prolongados contra enemigos irregulares en Afganistán e Irak. Mientras se destinaban billones al combate en la Guerra Global contra el Terrorismo, las capacidades de superioridad aérea y sigilo del F-22 resultaron superfluas frente a un adversario que carecía de uniformidad militar básica y de capacidades aéreas o sistemas de misiles tierra-aire sofisticados.
La relevancia de una plataforma militar está directamente ligada a la naturaleza de la amenaza enfrentada. En este contexto, el F-22 Raptor podría considerarse uno de los cazas más subutilizados, pues, a pesar de sus avanzadas capacidades, fue desplegado en un tiempo en que los conflictos no requerían su intervención, aunque los enemigos de la nación fueran numerosos.
De los 186 F-22 Raptors entregados a la Fuerza Aérea, apenas unos 130 fueron puestos en estado operativo. Hoy en día, el Raptor es casi una especie en vías de extinción. Aunque las cifras exactas de su disponibilidad son clasificadas, es razonable suponer que menos de 100 unidades están listas para combate en cualquier momento dado. Además, cada vuelo de un Raptor reduce la probabilidad de futuras operaciones debido a la escasez de repuestos.
En 2011, el último Raptor fue producido, y Lockheed Martin comenzó a desmantelar su línea de producción para concentrarse en el desarrollo del F-35.
Negativas reiteradas a la exportación del F-22 Raptor
A lo largo de los años, naciones aliadas como Israel, Japón y Australia solicitaron reiteradamente adquirir el F-22 Raptor, sin embargo, sus peticiones fueron sistemáticamente rechazadas. En 1998, el Congreso de EE. UU. aprobó una enmienda que prohibía explícitamente la venta de este avanzado caza a cualquier país extranjero.
A diferencia de otros sistemas de armas, el F-22 fue diseñado exclusivamente para uso nacional, cargado con tecnología altamente clasificada y elaborado mediante métodos de producción que Estados Unidos optó por no compartir. Hasta hoy, EE. UU. sigue siendo un líder indiscutible en tecnologías de aviación furtiva a nivel mundial.
El interés de potencias como China y Rusia en adquirir tecnología estadounidense para mejorar sus propias capacidades militares e industriales es notorio. De hecho, en 2016, China logró robar planos de aviones como el F-35, el F-22 y el C-130 mediante ciberespionaje y la ayuda de fuentes internas.
La historia ha mostrado que las exportaciones de aviones militares pueden tener consecuencias no deseadas. Irán todavía opera los F-14 Tomcat comprados al gobierno estadounidense antes de la revolución iraní, y Venezuela mantiene en operación F-16 adquiridos en los años ochenta. Además, el desarrollo del caza J-10 chino se benefició enormemente de la tecnología del F-16 estadounidense, que fue exportada inicialmente a Israel y posteriormente transferida a China.
Estudio de viabilidad exportadora bajo la lupa
Según revelaciones de War Zone, que obtuvo una copia redactada del estudio de viabilidad de exportación del F-22 Raptor de la Fuerza Aérea mediante la Ley de Libertad de Información (FOIA), se evidencia que hubo consideración interna sobre la posibilidad de exportar este jet de combate de elite. Diversas oficinas de la Fuerza Aérea exploraron múltiples escenarios de cómo podría implementarse tal programa de exportación.
No obstante, el Congreso nunca asignó fondos para desarrollar una versión exportable del F-22. Además, para entonces, los interesados extranjeros ya habían volcado su atención hacia otro proyecto aún más ambicioso y costoso: el F-35.