Un F-117 Nighthawk fue derribado por un misil yugoslavo en 1999, único caso de pérdida de un avión furtivo en combate.
Incidente del F-117 Nighthawk derribado en la Guerra de Kosovo
El 27 de marzo de 1999, durante la Operación Allied Force de la OTAN contra Yugoslavia en la Guerra de Kosovo, un Lockheed F-117 Nighthawk de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, con número de serie 82-0806 y distintivo Vega 31, fue derribado por un misil superficie-aire S-125 Neva/Pechora disparado por la 3.ª Batería del 250.º Brigada de Misiles de Defensa Aérea del Ejército Yugoslavo, bajo el mando del teniente coronel Zoltán Dani. Este incidente marcó la primera y única vez que un avión furtivo operacional fue destruido en combate, desafiando la percepción de invulnerabilidad del F-117, conocido por su tecnología de baja detectabilidad radar. El piloto, teniente coronel Darrell Patrick “Dale” Zelko, eyectó con éxito y fue rescatado horas después por un equipo de búsqueda y rescate de la USAF, en una operación coordinada que involucró helicópteros Sikorsky MH-53 y HH-60 Pave Hawk.
El F-117, apodado “Something Wicked”, había despegado desde la base aérea de Aviano, Italia, para atacar un objetivo de alto valor cerca de Belgrado. A las 20:15 hora local, mientras volaba a unos 18.000 pies, el avión fue detectado a 23 km por el radar de la batería yugoslava, que operó durante solo 17 segundos para evitar ser localizado por las fuerzas de supresión de defensas aéreas enemigas de la OTAN. Dos misiles fueron lanzados; el primero pasó cerca sin detonar, pero el segundo explotó lo suficientemente cerca como para dañar gravemente el avión, haciéndolo girar fuera de control. Zelko describió el impacto como “violento”, con fuerzas de -7 G que lo empujaron hacia el dosel mientras intentaba alcanzar las manijas de eyección.
El avión se estrelló cerca del pueblo de Buđanovci, impactando el suelo a baja velocidad en posición invertida, lo que dejó el fuselaje relativamente intacto. Sorprendentemente, Estados Unidos no intentó destruir los restos, a pesar de que partes del avión fueron recuperadas por fuerzas yugoslavas y exhibidas en el Museo de Aviación de Belgrado. Un pequeño fragmento de goma del avión fue mostrado por el señor de la guerra serbio Arkan a periodistas occidentales como “souvenir”. El general Bruce A. Carlson, entonces alto oficial de la USAF, afirmó que la tecnología del F-117, basada en desarrollos de los 1970, ya no era de vanguardia, y que cualquier transferencia de restos a Rusia tendría un impacto “mínimo”.

El derribo fue un golpe propagandístico para Yugoslavia, que explotó el incidente con la frase irónica “No sabíamos que era invisible”, en referencia al apodo serbio del F-117, “Nevidljivi” (Invisible). La operación fue resultado de una combinación de tácticas innovadoras, inteligencia precisa y algo de suerte por parte de la batería yugoslava, que explotó vulnerabilidades operativas de la misión.
Datos clave del derribo del F-117 Nighthawk
- Fecha y lugar: 27 de marzo de 1999, cerca de Buđanovci, Serbia.
- Unidad yugoslava: 3.ª Batería, 250.º Brigada de Misiles de Defensa Aérea, comandada por Zoltán Dani.
- Arma utilizada: Misil S-125 Neva/Pechora, sistema de los años 1960.
- Piloto: Lt. Col. Darrell “Dale” Zelko, rescatado tras 8 horas por equipo CSAR de la USAF.
- Restos: Exhibidos en el Museo de Aviación de Belgrado; no destruidos por EE. UU.
- Impacto: Primera pérdida confirmada de un avión furtivo en combate.
Contexto táctico y factores del derribo
El F-117 Nighthawk, desarrollado por Lockheed Skunk Works, fue el primer avión operacional diseñado con tecnología furtiva, entrando en servicio en 1983 tras el programa Have Blue. Su diseño angular y revestimiento absorbente de radar lo hacían casi indetectable para los radares convencionales, lo que demostró en la Guerra del Golfo de 1991, donde voló 1.300 salidas y atacó 1.600 objetivos de alto valor sin pérdidas. Sin embargo, en 1999, las tácticas yugoslavas expusieron sus limitaciones.
La batería de Zoltán Dani utilizó un enfoque no convencional. Dani, un veterano que estudió las tácticas de supresión de defensas aéreas de la OTAN, mantuvo su sistema S-125 móvil, reubicándolo en menos de 90 minutos, frente a las 150 minutos estándar. Esto dificultó su localización por parte de las fuerzas de la OTAN. Además, empleó el radar de alerta temprana P-18 Spoon Rest D en frecuencias bajas para detectar el F-117 a unos 15 millas, aunque con datos imprecisos. La clave fue la breve activación del radar de seguimiento, sincronizada con el momento en que el F-117 abrió sus compuertas de bombas, lo que aumentó temporalmente su sección transversal de radar.
La inteligencia yugoslava también jugó un papel crucial. Espías en Italia informaron sobre los despegues desde Aviano, y la interceptación de comunicaciones de la OTAN permitió predecir las rutas de vuelo. A diferencia de la Guerra del Golfo, donde los F-117 variaban sus trayectorias, en Kosovo se repitieron rutas predecibles, lo que permitió a Dani posicionar su batería en el camino de Vega 31. La ausencia de aviones de guerra electrónica EA-6B Prowler, grounded por mal tiempo, dejó al F-117 sin protección contra radares enemigos, aumentando su vulnerabilidad.
Un segundo F-117 fue probablemente alcanzado el 30 de abril de 1999, pero logró regresar a la base de Spangdahlem, Alemania, aunque nunca volvió a volar. Este incidente, confirmado en 2020 por el piloto retirado Charlie “Tuna” Hainline, permanece clasificado, pero subraya que el derribo de Vega 31 no fue un evento aislado. La misma batería yugoslava derribó un F-16CJ Fighting Falcon el 2 de mayo de 1999, demostrando la eficacia de las tácticas de Dani.
Desarrollo y características del F-117 Nighthawk
El F-117 nació de un contrato de DARPA en 1976 para contrarrestar los avanzados misiles superficie-aire soviéticos. Lockheed ganó con el demostrador Have Blue, que voló en 1977. El primer F-117 realizó su vuelo inaugural en 1981 en Groom Lake, Nevada, y alcanzó capacidad operativa inicial en 1983. Hasta 1988, su existencia fue un secreto, y solo en 1990 se mostró públicamente. Se construyeron 64 unidades, con entregas finalizadas en 1990.

El avión, apodado “Wobblin’ Goblin” por su supuesta inestabilidad a bajas velocidades (aunque los pilotos lo desmienten), carecía de armamento defensivo y dependía de su furtividad. Equipado con sistemas de navegación y ataque digitales, usaba un sistema de imágenes térmicas infrarrojas y un designador láser para guiar bombas como las GBU-10, GBU-27 GBU-27 Paveway III. Su diseño sacrificaba aerodinámica por furtividad, requiriendo un sistema de control de vuelo fly-by-wire para mantener la estabilidad.
El F-117 operó inicialmente desde Tonopah Test Range, Nevada, bajo el 4450.º Grupo Táctico, y luego desde Holloman Air Force Base, Nuevo México, con el 49.º Ala de Cazas. Su primera misión de combate fue en la invasión de Panamá de 1989, pero destacó en la Guerra del Golfo. La USAF retiró el F-117 en 2008, reemplazándolo por el F-22 Raptor, aunque algunos ejemplares permanecen en almacenamiento y han sido vistos volando en ejercicios hasta 2022.
Impacto y legado del derribo
El derribo del F-117 reveló que la tecnología furtiva, aunque revolucionaria, no era infalible. La combinación de inteligencia, movilidad de los sistemas de misiles y el uso de radares de baja frecuencia demostró que incluso los aviones más avanzados podían ser vulnerables. Esto influyó en el diseño de aviones furtivos posteriores, como el F-22 y el F-35, que integran mejor furtividad con capacidades defensivas.
El incidente también tuvo un impacto humano notable. En 2011, Zoltán Dani, ahora panadero, y Dale Zelko, retirado de la USAF, se reunieron en Serbia y desarrollaron una amistad, un ejemplo de reconciliación tras la guerra. Su historia fue documentada en el filme The Second Meeting, destacando el lado humano de la guerra.
Los restos del F-117 en el Museo de Aviación de Belgrado siguen siendo un recordatorio tangible del evento. Aunque la USAF minimizó la pérdida tecnológica, informes sugieren que partes del avión pudieron ser estudiadas por Rusia y China, aunque sin evidencia concluyente de un impacto significativo en sus programas furtivos.
La Operación Allied Force continuó tras el derribo, con los F-117 participando en más misiones. La campaña aérea de la OTAN, que duró 78 días, se saldó con la retirada de las fuerzas yugoslavas de Kosovo. El derribo, aunque un revés, no alteró el resultado estratégico, pero sí marcó un hito en la historia de la aviación militar, demostrando que ninguna tecnología es invulnerable frente a un adversario ingenioso.