Durante la Guerra Fría, la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética llevó a una inversión masiva en defensa. Este período de tensión, mezcla de realismo y paranoia, fomentó avances militares sin precedentes, como los misiles balísticos intercontinentales, aviones furtivos y portaaviones nucleares, además de las misiones Apolo a la Luna. El sector aeroespacial experimentó un desarrollo acelerado impulsado por la competencia entre ambas potencias.
Estados Unidos, motivado por el progreso de los diseñadores soviéticos Sukhoi y Migoyan, inició el programa Advanced Tactical Fighter (ATF) a finales de los años 80. El objetivo era crear un caza sin rival, dando lugar al primer caza de quinta generación del mundo: el F-22 Raptor, un avión adelantado casi una generación a su tiempo.
El desarrollo de este innovador caza no fue sencillo ni económico. Sin embargo, el contexto de la Guerra Fría justificó el elevado gasto, priorizando la creación de un avión superior sin reparar en los costos. Así, nació el F-22, descrito por el ingeniero y piloto Patrick Bindner como “una incursión en el futuro a donde nadie había llegado antes”. Según Bindner, este caza representaba un salto tecnológico inigualable, comparado incluso con un arma de ciencia ficción, empleando ingeniería avanzada y materiales innovadores.

A pesar de haber transcurrido tres décadas desde su creación, el F-22 continúa siendo insuperable en términos de superioridad aérea. Sin embargo, a pesar de su capacidad única, la producción del Raptor se detuvo tras fabricar menos de 200 unidades.
El fin de la Guerra Fría, acompañado por la caída de la Unión Soviética, obligó a Estados Unidos a reevaluar sus prioridades presupuestarias. Los proyectos militares perdieron su estatus de gasto ilimitado, y la Fuerza Aérea enfrentó recortes significativos, lo que llevó a la suspensión de la producción del F-22. En la actualidad, se espera su retiro completo para dar paso al Next Generation Air Dominance (NGAD), un caza de sexta generación.
Aunque el NGAD aún está en fase de desarrollo, su diseño y producción podrían tomar años. Sin embargo, los recursos disponibles para este nuevo proyecto serán mucho más limitados que los destinados al F-22. De hecho, el programa NGAD ya ha enfrentado suspensiones debido a cuestiones presupuestarias. A pesar de estas limitaciones, se espera que el NGAD sea una aeronave excepcional, capaz de sustituir al legendario F-22.