Observadores occidentales expresan escepticismo sobre la posibilidad de que el portaaviones ruso Admiral Kuznetsov regrese al servicio activo.
El Almirante Nikolay Yevmenov revela planes para un futuro portaaviones ruso
El Almirante Nikolay Yevmenov, Comandante en Jefe de la Armada Rusa, ha manifestado en una entrevista con el diario estatal Krasnaya Zvezda la intención de desarrollar un nuevo portaaviones. Este anuncio surge a pesar de los desafíos experimentados con el portaaviones Admiral Flota Sovetskogo Soyuza Kuznetsov. Yevmenov argumenta que la adquisición de un portaaviones moderno potenciaría la capacidad operativa naval rusa, particularmente en tareas de proyección de fuerza y control de zonas marítimas estratégicas.
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La propuesta de Yevmenov sugiere un enfoque renovado en capacidades navales de “aguas azules”, esencialmente expandiendo la influencia marítima rusa más allá de sus aguas territoriales. Esto implicaría una transición desde una flota centrada en “aguas marrones”, compuesta principalmente por buques con capacidades antisubmarinas y de ataque, como las corbetas Steregushchy y Gremyashchy, y los buques lanzamisiles como el Grad Sviyazhsk.
La Armada rusa planea continuar el desarrollo de fragatas, patrulleros y buques de asalto anfibio universales, además de dragaminas fabricados con materiales compuestos avanzados y equipados con tecnología de vanguardia para la detección y neutralización de minas. Estos desarrollos indican un interés en ampliar las capacidades operativas de la Armada más allá del ámbito defensivo costero.
Retos técnicos y estratégicos en la construcción de un nuevo portaaviones ruso
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A pesar de los planes anunciados, Yevmenov no ha especificado una fecha para la puesta en servicio del nuevo portaaviones, ni ha detallado su posible ubicación de construcción. Rusia ha enfrentado dificultades significativas en el reacondicionamiento del Admiral Kuznetsov, su único portaaviones, evidenciado en múltiples incendios y accidentes durante su proceso de modernización. Estos desafíos plantean interrogantes sobre la viabilidad técnica y financiera de desarrollar un portaaviones completamente nuevo.
Observadores occidentales expresan escepticismo sobre la posibilidad de que el Admiral Kuznetsov regrese al servicio activo, dada su historia problemática y los retrasos continuos. La posibilidad de que Rusia logre construir y desplegar un nuevo portaaviones se ve aún más cuestionada en este contexto, especialmente considerando las limitaciones presupuestarias y las prioridades estratégicas actuales de Moscú.
En términos de diseño y capacidades, las opciones exploradas por la Armada rusa incluyen un portaaviones de propulsión convencional con un desplazamiento de aproximadamente 70.000 toneladas, superando el desplazamiento del Proyecto 1143.5 Admiral Kuznetsov. Una alternativa sería un portaaviones de propulsión nuclear, ofreciendo mayor desplazamiento y capacidades operativas extendidas, aunque con un costo y complejidad técnica significativamente mayores.
Análisis de la factibilidad y proyección futura del portaaviones ruso
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El proyecto denominado Shtorm, también conocido como Proyecto 23000E, se había incluido en el programa de armamento ruso para el período 2019-2025. Sin embargo, el progreso en este proyecto ha sido mínimo, lo que sugiere una baja probabilidad de que Rusia lance un nuevo portaaviones en la próxima década. Esta situación plantea interrogantes sobre la capacidad de Rusia para establecer una presencia naval significativa en aguas abiertas, un componente esencial para cualquier potencia con ambiciones de proyección global.
Adicionalmente, se ha mencionado la posibilidad de que Rusia busque adquirir el portaaviones de la era soviética vendido por Ucrania a China, aunque esta opción parece poco probable y carece de fundamento oficial. Este escenario refleja la complejidad y las limitaciones que enfrenta Rusia en su aspiración de desarrollar una flota de portaaviones.
En conclusión, la ambición de la Armada rusa de adquirir un portaaviones moderno y capaz contrasta con la realidad de sus limitaciones técnicas y financieras. Aunque la intención está presente, los desafíos son sustanciales, lo que deja en duda la viabilidad de que Rusia se convierta en una potencia naval de aguas azules en el futuro cercano.
Rusia, dirigida por el Almirante Nikolay Yevmenov, se propone desarrollar un nuevo portaaviones, superando los obstáculos técnicos a los que se enfrenta el Admiral Kuznetsov. Este plan marca un cambio estratégico de las capacidades navales de aguas marrones a las de aguas azules, reforzando la influencia marítima de Rusia. Sin embargo, las dificultades técnicas y financieras, incluidos los problemas con el Kuznetsov, ponen en duda la viabilidad del proyecto.
El nuevo portaaviones ruso propuesto tiene como objetivo mejorar las capacidades operativas navales, centrándose en la proyección de fuerzas y el control estratégico de la zona marítima. Significa la transición de Rusia de un enfoque costero defensivo a operaciones ampliadas en aguas azules, mejorando la influencia marítima global y la presencia estratégica.
Rusia se enfrenta a importantes retos a la hora de construir un nuevo portaaviones, como las dificultades técnicas experimentadas con el Almirante Kuznetsov y las limitaciones financieras. La falta de planes detallados y la problemática historia del Kuznetsov plantean dudas sobre la viabilidad del proyecto, especialmente teniendo en cuenta las actuales prioridades estratégicas de Rusia y sus limitaciones presupuestarias.
Respuesta: Rusia está estudiando opciones de diseño para su futuro portaaviones, entre ellas un sistema de propulsión convencional con un desplazamiento de unas 70.000 toneladas, superior al del Almirante Kuznetsov. Una alternativa es un portaaviones de propulsión nuclear, que ofrecería mayores capacidades operativas pero con un coste y una complejidad técnica mayores.
La viabilidad de que Rusia lance un nuevo portaaviones en la próxima década parece baja, dados los escasos avances en el proyecto Shtorm (Proyecto 23000E) y las limitaciones actuales. Esto plantea dudas sobre la capacidad de Rusia para establecer una presencia naval significativa en aguas abiertas, un aspecto crucial para sus ambiciones de proyección global.