El caza furtivo chino J-20, con misiles PL-15, rivaliza con el F-35 en stealth y electrónica en el Indo-Pacífico.
Capacidades del J-20 frente al F-35 en el escenario asiático
El Chengdu J-20, conocido como Mighty Dragon, representa el primer caza furtivo de quinta generación de China, desarrollado por la Chengdu Aircraft Industry Group. Desde su entrada en servicio en 2017, este avión ha generado intensos debates sobre su capacidad para competir con el F-35 Lightning II de Lockheed Martin, especialmente en el contexto del Indo-Pacífico. En noviembre de 2024, durante el Zhuhai Air Show, China presentó el misil PL-15E con aletas plegables, permitiendo al J-20 llevar seis misiles en su bahía interna, frente a los cuatro anteriores, lo que incrementa su potencia de fuego sin comprometer su furtividad.
Equipado con el motor WS-15, el J-20 alcanzó un hito en 2023 al realizar pruebas de vuelo con este propulsor de fabricación china, que ofrece capacidad de supercrucero y una potencia de 180 kN. Este motor supera al AL-31 ruso utilizado inicialmente y mejora la maniobrabilidad y alcance del caza, con un rango estimado de 2000 kilómetros. Sin embargo, expertos señalan que el F-35, con su motor Pratt & Whitney F135, mantiene una ventaja en gestión térmica y firma de baja observabilidad, crucial para operaciones en entornos de alta amenaza.
En términos de furtividad, el J-20 presenta un diseño de canard delta con materiales absorbentes de radar, pero su firma de radar es mayor que la del F-35, especialmente por los canards frontales. Según un informe de Aviation Week de 2021, el J-20 supera al Su-57 ruso en furtividad frontal, pero es inferior al F-35 en aspectos traseros y generales. No obstante, mejoras recientes en los modelos de producción han reducido su sección transversal de radar, fortaleciendo su capacidad para operar en entornos con ruido electromagnético.
La aviónica del J-20 incluye un radar AESA Type 1475, sensores electroópticos y sistemas de detección pasiva con cobertura de 360 grados, comparables a los del F-35. Sin embargo, el F-35 destaca por su integración de datos y conectividad en red, lo que le permite compartir información en tiempo real con otras plataformas. El J-20 compensa con misiles de largo alcance como el PL-15, con un alcance de 200 a 300 kilómetros, y el desarrollo del PL-21, similar al AIM-260 JATM estadounidense.
Datos clave sobre el J-20 y su rivalidad con el F-35
- Producción: China fabricó más de 200 J-20 hasta 2023, superando los 187 F-22 de EE. UU.
- Misiles: El J-20 puede llevar seis PL-15E en su bahía interna desde 2024.
- Motor: El WS-15 permite supercrucero, pero el F135 del F-35 lidera en tecnología.
- Furtividad: El F-35 tiene una firma de radar más baja que el J-20.
- Alcance: El J-20 tiene un rango de 2000 km, superior al F-35 (1239 km).
Encuentros y desarrollos operativos del J-20
En 2022, el general Kenneth Wilsbach, comandante de las Fuerzas Aéreas del Pacífico de EE. UU., confirmó un encuentro cercano entre F-35 y J-20 en el Mar de China Oriental. Wilsbach destacó el control de mando del J-20, pero señaló que su rol principal parece ser la superioridad aérea. Este incidente subrayó la creciente presencia del J-20 en el Indo-Pacífico, especialmente en áreas como el Estrecho de Taiwán y el Mar del Sur de China.
China ha ampliado su flota de J-20, con 12 brigadas aéreas equipadas hasta mayo de 2024, según Janes. Esta expansión, que incluye más de 70 aviones incorporados en un año, refleja la estrategia de la PLAAF para proyectar poder más allá de sus costas. En contraste, el F-35, operado por aliados de EE. UU. como Japón y Corea del Sur, enfrenta problemas de disponibilidad, con tasas de misión por debajo de los objetivos, según un informe de la GAO de 2024.
El J-20 ha evolucionado con variantes como el J-20S, un modelo biplaza presentado en 2024, diseñado para coordinar drones en configuraciones de equipo hombre-máquina. Este desarrollo, junto con la integración de inteligencia artificial, busca mejorar la conciencia situacional y la toma de decisiones en combate. Por su parte, el F-35 sigue siendo la columna vertebral de las fuerzas aliadas, con más de 900 unidades entregadas globalmente hasta 2024.
En el ámbito de armamento, el J-20 ha experimentado con configuraciones de “modo bestia”, llevando hasta ocho PL-15 externamente, sacrificando furtividad por potencia de fuego. Esta táctica, observada en 2024, sigue el ejemplo del F-35 y el Su-57, que también han utilizado montajes externos en ciertas operaciones. Sin embargo, el F-35 mantiene una ventaja en versatilidad de armamento, con capacidad para llevar bombas aire-tierra internamente, algo que el J-20 no puede hacer.
Contexto estratégico y producción del J-20
La rápida producción del J-20, con una tasa de 40 a 50 unidades por año, ha permitido a China superar la cantidad de F-22 fabricados por EE. UU. Hasta 2023, se estima que la PLAAF opera entre 195 y 250 J-20, desplegados principalmente en el interior de China y cerca de la frontera con India. Este crecimiento, respaldado por un presupuesto de defensa de 232 mil millones de dólares en 2024, contrasta con los retrasos y altos costos del programa F-35, que enfrenta un presupuesto de mantenimiento creciente.
El diseño del J-20 incorpora elementos inspirados en el F-22 y el F-35, con acusaciones de espionaje industrial desde 2007. A pesar de ello, su configuración única, como los canards y la bahía de armas interna, refleja innovación local. La transición al motor WS-10 y luego al WS-15 ha reducido la dependencia de Rusia, fortaleciendo la autonomía de China en tecnología aeroespacial.
En el Indo-Pacífico, el J-20 refuerza la estrategia de China para contrarrestar la red de defensa aérea de EE. UU. y sus aliados. Su capacidad de reabastecimiento en vuelo, confirmada en 2018, extiende su alcance operativo, permitiendo misiones en la Primera y Segunda Cadena de Islas. Sin embargo, el F-35, con su radar AN/APG-81 y sistemas de guerra electrónica, sigue siendo superior en entornos de combate en red.
El costo del J-20, estimado en 110 millones de dólares por unidad, es inferior al del F-35, lo que facilita su producción masiva. No obstante, la falta de experiencia en combate y la ausencia de un cañón interno limitan su atractivo en mercados internacionales, a diferencia del F-35, que ha sido adoptado por múltiples países. La rivalidad entre ambos cazas continúa definiendo el equilibrio de poder aéreo en el Indo-Pacífico.