El Su-25, aunque menos común que antes, sigue activo en combate, mientras que el A-10 Warthog enfrenta un futuro incierto. Rusia y Ucrania aún lo usan.
El Su-25 sigue siendo clave en la guerra moderna
El Sukhoi Su-25, del que se produjeron alrededor de mil unidades en su mejor época, fue un pilar durante la Guerra Fría y siguió en servicio tras la caída de la Unión Soviética. Aunque su presencia ha disminuido, sigue siendo un avión relevante en conflictos actuales.
A diferencia del A-10 Thunderbolt II estadounidense, que enfrenta su retiro, el Su-25, apodado “Grach” o “Rook”, sigue en acción. Prueba de ello es la guerra en Ucrania, donde ambos bandos continúan utilizándolo para proporcionar apoyo aéreo cercano.
Ucrania ha integrado armamento occidental en sus Su-25, mientras que Rusia moderniza su flota con la versión Su-25SM, extendiendo la vida útil de este diseño de finales de los años 60.
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Un claro ejemplo de su importancia es el desfile del Día de la Victoria en Moscú, donde seis aviones cruzan la Plaza Roja dejando tras de sí los colores de la bandera rusa. El primero en la formación es siempre el Su-25 Grach, un modelo que ha superado la prueba del tiempo.
Un diseño resistente y probado en combate
Este avión fue diseñado para una única función: destruir objetivos enemigos en primera línea, proporcionando ventaja a las tropas terrestres. En el campo de batalla, es atacado con armas ligeras, misiles portátiles, cañones antiaéreos, cohetes de largo alcance y drones kamikaze.
A pesar de estos riesgos, sigue siendo difícil derribarlo. Su estructura, pensada hace cinco décadas, resiste impactos considerables. Su reputación de ser un “tanque con alas” se debe a su capacidad para absorber daño y continuar en combate.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un antecesor del Su-25 marcó el camino: el Ilyushin Il-2. Creado por Sergei Ilyushin, este avión infligió graves pérdidas a las fuerzas alemanas con su blindaje resistente y sus bombas antitanque PTAB-2.5.
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El Il-2 era tan robusto que algunos aviones regresaban a la base con múltiples impactos de artillería antiaérea. Se fabricaron más de 36.000 unidades, convirtiéndolo en el avión de combate más producido de la historia, junto a otras armas icónicas como el T-34 y el lanzacohetes Katyusha.
Datos clave sobre la evolución del Su-25
- El Ilyushin Il-2 influyó en el diseño del Su-25 con su resistencia y eficacia en combate.
- En los años 50, la Unión Soviética intentó reemplazarlo con el Il-40, que nunca pasó de la etapa de diseño.
- Mientras tanto, Estados Unidos desarrolló el A-10 Thunderbolt II en los años 60 para proporcionar apoyo aéreo cercano.
- El Su-25 fue desarrollado en 1969 tras la presión del ministro de Defensa soviético Andrei Grechko.
- El diseño de Pavel Sukhoi, dirigido por Oleg Samoilovich, ganó la competencia por un nuevo avión de ataque.
Características de combate y armamento
El Su-25 es altamente maniobrable, pero estable a bajas velocidades, lo que le permite operar en distintos entornos de combate. Su cabina está protegida por blindaje de titanio de hasta una pulgada de grosor, con un parabrisas de 2,5 pulgadas de espesor.
El diseño interno prioriza la supervivencia: las partes menos críticas protegen las más esenciales. Los tanques de combustible están recubiertos con espuma que sella fugas y previene explosiones. Incluso los controles de vuelo pueden seguir funcionando después de recibir impactos.
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Su armamento principal incluye un cañón doble de 30 mm, misiles aire-tierra y aire-aire, bombas guiadas y no guiadas. También puede equiparse con cápsulas de cañones de 23 mm bajo sus alas.
El primer vuelo del prototipo T-8 tuvo lugar el 22 de febrero de 1975, con Vladimir Ilyushin, hijo del creador del Il-2, a los mandos. La producción comenzó poco después y en 1981 entró en servicio con la fuerza aérea soviética.
Historial en combate: Afganistán, Chechenia y Ucrania
En la década de 1980, el Su-25 fue ampliamente utilizado en Afganistán, acumulando 60.000 misiones. Aunque sufrió pérdidas ante los misiles Stinger suministrados por Estados Unidos, su resistencia quedó demostrada una y otra vez.
Uno de los pilotos más reconocidos, Alexander Rutskoy, fue derribado por un Stinger en 1986 pero sobrevivió y volvió al combate. En 1988, su Su-25 soportó dos impactos de misiles AIM-7 Sparrow disparados por F-16 paquistaníes.
En la guerra de Chechenia, en 2008 en Georgia y en Siria, el Su-25 siguió desempeñando un papel clave. En Siria, los pilotos rusos realizaron más de 7.200 misiones desde la base de Hmeimim.
Uno de los episodios más recordados fue el del mayor Roman Filipov, quien en 2018 se vio obligado a eyectarse tras ser derribado en Idlib. Rodeado por terroristas, resistió hasta el final y se inmoló con una granada, exclamando: “¡Esto es por los muchachos!”.
El Su-25 en la guerra de Ucrania y su futuro
Desde el inicio de la guerra en 2022, el Su-25 ha estado en el centro de la acción. El mayor Alexander Kolesnikov, piloto ruso, realizó tres misiones el primer día de la invasión y para marzo de 2024 ya había superado las 400 salidas.
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El avión ha demostrado nuevamente su resistencia. Kolesnikov ha sobrevivido a impactos de misiles Stinger y ha continuado en combate. Otro piloto confirmó haber recibido dos impactos en los motores sin que el avión se viera comprometido.
En la actualidad, el Su-25 ataca posiciones fortificadas, blindados y tropas ucranianas. Las tácticas han evolucionado: ahora disparan cohetes desde una inclinación pronunciada para evitar ser alcanzados por misiles portátiles.
La versión más avanzada, el Su-25SM3 “Super Grach”, incorpora un moderno sistema de navegación, sensores de visión térmica y un paquete de defensa electrónica que anula radares y misiles guiados.
A pesar de su antigüedad, el Su-25 sigue demostrando que un diseño robusto y probado puede seguir siendo letal en los conflictos modernos.