Anunciado como el primer caza furtivo ruso, el Su-57 ha demostrado ser un fracaso tecnológico e industrial. Con solo dos unidades operativas, su producción y efectividad quedan en duda.
El desarrollo del Su-57: retrasos y problemas sistémicos
El Sukhoi Su-57 “Felon”, presentado como el caza furtivo de quinta generación de Rusia, no ha cumplido las expectativas. Desde su primer vuelo en 2010, el programa ha estado marcado por retrasos y fallas que evidencian problemas en la industria aeroespacial rusa. Aunque entró oficialmente en servicio en 2020, su producción se ha limitado a solo dos unidades de serie.
El desarrollo del Su-57 comenzó en la década de 2000 como respuesta al F-22 Raptor, pero sus retrasos lo han dejado tecnológicamente obsoleto. Mientras el F-22 ya se encuentra en proceso de retiro y el F-35 ha superado las 1.000 unidades producidas, Rusia aún lucha por fabricar su propio caza furtivo. Los planes iniciales preveían una flota de 76 aviones para 2028, pero la producción avanza con lentitud.
Uno de los principales obstáculos ha sido la falta de motores adecuados. El Su-57 aún utiliza los motores AL-41F1, heredados del Su-35, en lugar del prometido Izdeliye 30, que sigue en desarrollo. Esta deficiencia limita su capacidad furtiva y lo aleja del rendimiento esperado para un caza de quinta generación.
La comparación con los cazas estadounidenses subraya aún más sus deficiencias. El F-22 entró en servicio en 2005 y el F-35 ya opera en múltiples países, mientras que el Su-57 apenas inicia su vida operativa. En lugar de representar una amenaza real para Occidente, el caza ruso se ha convertido en un símbolo de los problemas estructurales de la industria militar de Moscú.

Producción limitada y fallas en su tecnología furtiva
La incapacidad de Rusia para fabricar el Su-57 en grandes cantidades pone en duda la viabilidad del programa. De las 76 unidades prometidas, solo se han entregado dos, y algunos informes indican que estos aviones aún son prototipos mejorados, no versiones completamente operativas.
Uno de los aspectos más cuestionados del Su-57 es su furtividad. Un caza de quinta generación debe minimizar su detección en radares enemigos, pero estudios occidentales han demostrado que la Sección Transversal de Radar (RCS) del Su-57 es comparable a la de un F/A-18 Hornet (aproximadamente 1 m²), muy por encima de la del F-35, que oscila entre 0,001 y 0,005 m².
Comparación del Su-57 con cazas furtivos occidentales
- Producción: Solo dos unidades de serie en servicio, frente a más de 1.000 F-35.
- Furtividad: Su RCS es hasta 1.000 veces mayor que la del F-35.
- Motores: Usa los AL-41F1 del Su-35, en lugar del Izdeliye 30 aún en desarrollo.
- Uso en combate: Solo lanza misiles desde territorio ruso, sin enfrentamientos directos.
- Desarrollo: Retraso de más de una década, reflejo de problemas industriales rusos.
Además de sus deficiencias en furtividad, su motor heredado incrementa su firma térmica y acústica, haciéndolo más fácil de detectar. Esto reduce drásticamente su capacidad para operar en entornos de combate hostiles sin ser detectado.
Uso limitado en Ucrania y dudas sobre su efectividad

Desde el inicio de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, Rusia ha desplegado el Su-57 de manera extremadamente cautelosa. En lugar de adentrarse en el espacio aéreo ucraniano, el caza se ha limitado a disparar misiles de largo alcance desde territorio ruso, evitando así el contacto con defensas aéreas avanzadas como el MIM-104 Patriot o el S-300.
Este enfoque pone en duda su efectividad en combate real. Un caza de quinta generación debe ser capaz de operar en entornos altamente defendidos, pero la estrategia rusa sugiere que el Su-57 no puede hacerlo sin un alto riesgo de ser derribado. Su velocidad máxima de Mach 2 y su alcance de 1.500 km son características destacadas, pero no compensan su vulnerabilidad ante radares modernos.
A diferencia del F-22 y el F-35, que han demostrado su capacidad en ejercicios y operaciones reales, el Su-57 aún no ha probado su eficacia en combate directo. Esta falta de pruebas prácticas lo deja en una posición de desventaja frente a sus competidores occidentales.
Un proyecto impulsado más por propaganda que por estrategia

A pesar de sus fallas, Rusia sigue promoviendo al Su-57 como prueba de su superioridad militar. Sin embargo, su producción reducida, su limitada capacidad furtiva y su despliegue restringido en Ucrania indican que el caza no cumple con los estándares de un avión de quinta generación.
Mientras el F-22 se retira tras décadas de dominio y el F-35 se expande globalmente, el Su-57 apenas inicia su servicio con una producción simbólica. En comparación, China ha fabricado más de 200 J-20, consolidando su presencia en el mercado de cazas furtivos.
Las sanciones económicas y las limitaciones tecnológicas han afectado el desarrollo del programa. La crisis derivada de la guerra en Ucrania ha restringido el acceso de Rusia a componentes avanzados, dificultando aún más la producción del Su-57. Con un costo estimado de 40-50 millones de dólares por unidad, el programa no tiene los recursos ni la escala para competir con los cazas occidentales.
Más que una revolución en la aviación militar, el Su-57 se ha convertido en un símbolo de los problemas estructurales de la industria de defensa rusa. En un mundo donde la tecnología define la supremacía aérea, el “Felon” no ha logrado consolidarse, quedando rezagado frente a los cazas furtivos de EE. UU. y China.