El Su-75 y el F-35A representan estrategias distintas para dominar el mercado global de cazas furtivos monomotores con enfoque en exportación y bajo costo.
Su-75 apunta al segmento del F-35A pese a estar en desarrollo
El Su-75 Checkmate, aún sin vuelos de prueba, aspira a competir en el mismo mercado que el F-35A Lightning II, operativo desde 2016. Aunque ambos comparten el concepto de caza furtivo monomotor para exportación, sus desarrollos están en etapas muy distintas. Mientras el F-35A ya forma parte de varias fuerzas aéreas, el Su-75 continúa en desarrollo, con un primer vuelo previsto para 2025 y entregas estimadas a partir de 2026.
Diseñado por Sukhoi bajo la United Aircraft Corporation y Rostec, el Su-75 está concebido como una plataforma ligera táctica enfocada en la exportación hacia países con presupuestos más ajustados. Su estructura busca equilibrar costos y operatividad mediante un diseño de ala delta y entrada de aire ventral sin divisores. Con una cola en V que reemplaza el empenaje convencional, su control de vuelo demanda sistemas electrónicos más avanzados.
Por otro lado, el F-35A, como parte del programa Joint Strike Fighter, ofrece capacidades de ataque, superioridad aérea y guerra electrónica. Su diseño aerodinámico incorpora alas trapezoidales y un empenaje tradicional, optimizados para estabilidad y maniobrabilidad. Además, su fuselaje fue construido para ofrecer un nivel alto de furtividad, comparable al del F-22 Raptor.
En dimensiones, el Su-75 es ligeramente mayor que el F-35A, con 17.5 metros de largo frente a 15.7 metros del estadounidense. En velocidad, el Su-75 podría alcanzar hasta Mach 2.0, mientras que el F-35A se limita a Mach 1.6. Sin embargo, la furtividad del F-35A ya ha sido probada en combate, a diferencia del Su-75, que aún no ha validado su firma de radar en condiciones reales.
Diseño modular y arquitectura abierta distinguen al Su-75
La arquitectura del Su-75 incluye características modulares orientadas a la reducción de costos. Según Rostec, su diseño permite modificar la cabina para operar con uno o dos pilotos, o incluso de forma no tripulada, lo que amplía sus posibilidades de uso. Esta estrategia de modularidad también incluye el uso compartido de piezas con el Su-57, como el motor Izdeliye 30.
En contraste, el F-35A prioriza la interoperabilidad mediante una arquitectura abierta enfocada en actualizaciones de software. Su sistema de misión se apoya en plataformas digitales como el ALIS y su reemplazo, ODIN, que centralizan planificación, mantenimiento y cadena de suministro. La integración de dispositivos externos se facilita mediante una interfaz plug-and-play.
Comparativa técnica entre el Su-75 y el F-35A para exportación
- Su-75: diseño de cabina modular, versiones no tripuladas posibles.
- F-35A: cabina fija de un solo piloto, sin opción de modularidad física.
- Ambos: arquitectura abierta para facilitar actualizaciones y mantenimiento.
- Su-75: depende de componentes compartidos con el Su-57.
- F-35A: software gestionado centralmente por Lockheed Martin.
- Su-75: aún sin producción en serie ni cadena logística consolidada.
El Su-75 utiliza un sistema de logística automatizado llamado Matryoska, que permite autodiagnósticos para reducir la necesidad de equipos de mantenimiento en tierra. No obstante, su desarrollo depende de la disponibilidad de microchips y tecnología avanzada, limitada actualmente por sanciones internacionales.
Mientras tanto, el F-35A ya cuenta con una red de soporte global y centros de entrenamiento y mantenimiento en varios países, lo que permite a los operadores integrar nuevas funciones sin modificar físicamente el avión. Sin embargo, esta ventaja implica también una mayor dependencia de la infraestructura técnica estadounidense.
Ambas plataformas ofrecen posibilidades de actualización a futuro, aunque el Su-75 plantea un enfoque más físico y flexible, en tanto que el F-35A se centra en soluciones digitales y conectividad.
Costos reflejan diferencias entre madurez y promesas de diseño
El Su-75 se posiciona como una opción de bajo costo. Su precio estimado oscila entre 30 y 35 millones de dólares por unidad, con un costo por hora de vuelo muy inferior al del F-35A, según información de Rostec. Sin embargo, al no estar en producción, estos valores podrían variar según el avance del programa y las condiciones geopolíticas.
En comparación, el F-35A tiene un costo unitario cercano a los 110 millones de dólares, con gastos operativos de alrededor de 35,000 dólares por hora de vuelo. Su precio más elevado se compensa parcialmente con la economía de escala derivada de la producción en masa y la participación de socios internacionales que contribuyen al financiamiento del programa.
El programa F-35A también se beneficia de una amplia red de soporte logístico y centros de servicio distribuidos globalmente. Esto permite reducir los tiempos de inactividad y costos de mantenimiento para los países que operan la aeronave, a diferencia del Su-75, que aún debe establecer una infraestructura similar.
Las sanciones económicas que afectan a Rusia también podrían aumentar los costos finales del Su-75. Componentes críticos como microelectrónica y sistemas de navegación avanzados dependen de una cadena de suministro que actualmente se encuentra restringida.
Tecnología de sensores marca una brecha significativa entre ambos
El F-35A dispone de un conjunto tecnológico probado que incluye el radar AESA AN/APG-81, el Sistema de Apertura Distribuida (DAS) y el Electro-Optical Targeting System (EOTS). Estos sensores permiten al piloto obtener una visión completa del entorno táctico y realizar ataques de precisión con alta fiabilidad.
Adicionalmente, el F-35A permite el intercambio de información en tiempo real con otras plataformas militares, integrándose en un entorno de guerra centrada en red. Esta capacidad le otorga una ventaja operativa decisiva sobre plataformas menos conectadas o desarrolladas.
Por su parte, el Su-75 integrará un radar AESA económico desarrollado por NIIP, un sistema óptico, sensores de reconocimiento electrónico y una mira óptica avanzada. La cabina, inspirada en la del Su-57, contará con pantallas multifuncionales y un visor HUD de gran angular. No obstante, estos sistemas no han sido verificados en operaciones reales.
La incertidumbre sobre el desarrollo efectivo de los sensores del Su-75 aumenta debido a las restricciones de acceso a tecnologías occidentales impuestas por las sanciones. Esto podría afectar la producción de elementos clave como los módulos de transmisión del radar.
El mercado internacional enfrenta dos propuestas divergentes
El Su-75 busca posicionarse en mercados emergentes de África, Asia y América del Sur. Países como Argentina, India, Nigeria y Turquía han mostrado interés, motivados por su bajo costo y diseño adaptable. Rostec proyecta una demanda de hasta 300 unidades en los próximos 15 años.
Sin embargo, la percepción de inestabilidad en la industria militar rusa y las restricciones comerciales podrían limitar la viabilidad de estas exportaciones. A ello se suma la ausencia de producción en serie y la falta de certificación operativa internacional del Su-75.
En contraste, el F-35A ya ha sido adquirido por 16 países y supera las 1,100 unidades entregadas hasta 2025. Su adopción global se basa en su rendimiento operativo demostrado y el respaldo institucional de Estados Unidos, aunque en algunos casos se han impuesto restricciones políticas a ciertas ventas.
Ambos modelos reflejan estrategias distintas: mientras el Su-75 prioriza la asequibilidad y flexibilidad estructural, el F-35A ofrece una plataforma consolidada y respaldada por una red logística global. La elección entre ambos dependerá del presupuesto, las alianzas y las necesidades tácticas de cada país.