La contienda en Ucrania, que ya entra en su tercer año tras la invasión a gran escala por parte de Rusia en febrero de 2022, parece estar retrotrayéndose a estrategias bélicas de antaño, al mismo tiempo que integra tecnologías avanzadas.
Anoche, un sorprendente evento reafirmó esta fusión de épocas: un avión Yak-52 ucraniano, propulsado por una única hélice de pistón, fue filmado mientras derribaba drones de reconocimiento rusos sobre Odesa utilizando ametralladoras.
Este incidente, captado en videos que se viralizaron en redes sociales, mostró una escaramuza aérea reminiscente de las batallas de la Segunda Guerra Mundial, pero en un contexto moderno donde los drones juegan un papel esencial.
La defensa aérea transforma la utilidad de las fuerzas aéreas
Ukraine started to use small planes to hit the drones. This time Yak-52 with installed Maschine gun shot down Ruzzian „Orlan“ drone near Odessa. I shared this idea in 2022. Finally it works.
— Denys Davydov 🇺🇦 (Fans page) (@DenysDavydovUA) April 27, 2024
WW2 flashbacks… pic.twitter.com/wc58ZrX52T
El 27 de abril de 2024, el Yak-52 no solo demostró su capacidad en combate aéreo, sino también su adaptabilidad en la guerra moderna.
Según reportes de Militarnyi, el derribo de los drones, específicamente modelos Zala y Orlan — simples y económicos, comparables a los drones utilizados por aficionados —, fue ejecutado por el copiloto utilizando armamento ligero automático.
Aunque estos no se equiparan en sofisticación a los drones Reaper de EE. UU., su caída en Odesa, capturada en video con sus paracaídas desplegados, simboliza un punto de inflexión en el uso y efectividad de tales tecnologías en conflictos actuales.
A pesar del progreso tecnológico, la VKS (Fuerza Aérea Rusa) no ha conseguido someter a su adversario, y mucho menos asegurar la superioridad aérea que se extienda más allá de las líneas del frente.
La guerra ha evolucionado hacia un estancamiento reminiscente de la Primera Guerra Mundial, con ambos bandos implementando minas terrestres y fortificando trincheras. A la vez, la presencia de drones en el campo de batalla se ha vuelto masiva, reflejando una adaptación hacia métodos de guerra no tripulados.
Este año, Ucrania planea entrenar a cerca de 20,000 operadores de drones, cifra que rivaliza con el tamaño de las fuerzas armadas de naciones como Canadá, evidenciando el cambio en las dinámicas y estrategias militares contemporáneas.
La viabilidad del A-10 Warthog en el moderno campo de batalla ucraniano
Este peculiar contexto bélico ha reavivado las discusiones sobre la utilidad potencial del A-10 Warthog en Ucrania. A pesar de las preocupaciones sobre su capacidad de supervivencia frente a los sistemas antiaéreos modernos (SAM), su aplicabilidad detrás de las líneas enemigas es prometedora.
La defensa aérea ucraniana ha conseguido restringir significativamente el acceso aéreo a los aviones de combate rusos, dejando un espacio en el que predominan drones baratos y lentos, como los Shahed iraníes y los Orlan.
En este escenario, las soluciones costosas como los misiles SAM resultan inviables para contrarrestar la proliferación de drones, haciendo que sistemas más económicos como el Flakpanzer Gepard alemán sean más adecuados para esta función.
Sin embargo, la limitación en cantidad de estos sistemas antiaéreos y la presión sobre la fuerza aérea ucraniana sugieren la necesidad de soluciones alternativas y accesibles, como aviones simples para tareas específicas de derribo.
El papel del Yak-52 en la guerra moderna y su legado soviético
“Como la mayoría de los aviones rusos, el Yak-52 tiene un diseño robusto, capaz de operar en las temperaturas extremas de Siberia y requiere un mantenimiento mínimo. El tren de aterrizaje del triciclo es retráctil, pero permanece expuesto en vuelo, lo que brinda protección al fuselaje en caso de que ocurra un aterrizaje con «ruedas hacia arriba»”.
El Yakovlev Yak-52, a menudo percibido como un anacronismo en el campo de batalla, se destaca no solo por su estética reminiscente de la Segunda Guerra Mundial, sino por su funcionalidad y durabilidad. Originado en 1976 como un entrenador acrobático para la Unión Soviética y sus aliados del Pacto de Varsovia, este monoplano de asiento en tándem ha demostrado ser una plataforma versátil.
Equipado con un motor radial de nueve cilindros Vedeneyev M14P de 360 caballos de fuerza y con capacidad para llevar equipamiento como ametralladoras GUV-8700 o cohetes UB-32, el Yak-52 combina las características de un avión robusto y fiable con las de un artefacto capaz de realizar misiones específicas en situaciones de conflicto moderno.
Aunque diseñado para entrenamiento, su adaptación en el contexto actual subraya su potencial inesperado en escenarios de guerra no convencionales, manteniendo su relevancia en las fuerzas aéreas de Rusia y otros países de Europa del Este, así como entre aficionados a la aviación deportiva civil.