BUENOS AIRES, ARGENTINA – Argentina está bailando un tango endiablado con la paciencia de Estados Unidos, según algunos medios de comunicación. Según otros, Buenos Aires simplemente busca una forma de renovar su fuerza aérea. Una Argentina acorralada podría hacer un movimiento que no beneficiaría a Estados Unidos.
Hace casi una semana y media, las amenazas volaron de Washington a Buenos Aires. Una fábrica de cazas chinos en Argentina es una muy mala idea, dijo la representante estadounidense María Elvira Salazar. Según Salazar, Buenos Aires pretende instalar una fábrica de JF-17. Ella describió estas intenciones como un “trato con el diablo”.
Salazar afirmó que el acuerdo ya era un hecho y señaló qué altos cargos políticos argentinos lo habían cerrado. Según ella, se trata del presidente Alberto Fernández y de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner [CFK]. La congresista de Florida continuó con el tono amenazante, afirmando que si Argentina instala una fábrica de cazas FJ-17 “las consecuencias serán bíblicas”. Salazar dijo que Washington no lo permitirá y que no se quedará de brazos cruzados.
Casa Rosada
Argentina no entró en retórica con la congresista estadounidense, ni tampoco en modo explicativo. La oficina del Presidente de Argentina [Casa Rosada] se limitó a hacerse eco de las afirmaciones de Salazar. La presidencia recordó a Washington que ya existe una presencia china en Argentina: una instalación en la provincia de Neuquén.
Buenos Aires afirma que esta instalación china es científica y tiene fines pacíficos. Pero a pesar de esta afirmación, según las fuentes, el gobierno argentino no tiene acceso a ella. Esto plantea muchas preguntas y sospechas, sobre qué es exactamente lo que se hace “científicamente” en la instalación china de Neuquén.
La Casa Rosada escribió en su declaración a Washington que Argentina tiene una fábrica para construir aviones de combate. Se trata de Fadea, que es una empresa estatal.
¿Qué necesita Argentina?
La Fuerza Aérea Argentina no es eficaz en las condiciones actuales. El equipamiento es viejo. En su inventario, los “gauchos” tienen A-4 Fightinghawks estadounidenses obsoletos desde hace mucho tiempo y aviones de combate de ataque ligero IA-63 Pampa de producción local. También se utilizan cazas locales para entrenamiento.
Según los medios de comunicación, Argentina tenía tres opciones: F-16 Fighting Falcon, JF-17 Thunder y MiG-35 Fulcrum-F. Por alguna razón, el caza ruso dejó de comentarse repentinamente como opción. Solo quedaban los representantes estadounidenses y chinos.
En los últimos meses, sin embargo, la posibilidad de que el F-16 sea el caza elegido por Buenos Aires se ha comentado cada vez más en los medios de comunicación. En primer lugar, representantes de Lockheed Martin visitaron Argentina en febrero. También viajó con ellos personal militar de Dinamarca, ya que se cree que Buenos Aires está interesada en los F-16 daneses. Si este acuerdo se llevara a cabo, Argentina adquiriría efectivamente cazas de segunda mano. Pero si las ventajas del F-16 se basan solo en estos hechos, debemos señalar que los representantes argentinos del Ministerio de Defensa también se reunieron con los fabricantes chinos del JF-17, e incluso llegaron a conocer las instalaciones de producción.
El papel de Gran Bretaña
Hasta ahora, Argentina no podía permitirse la adquisición de nuevos aviones de combate debido al embargo de armas impuesto por Gran Bretaña como consecuencia de la Guerra de las Malvinas. Pero las tres últimas décadas han traído al mapa nuevos fabricantes de aviones de combate: China, India, Pakistán [junto con China] y Corea del Sur. Incluso Turquía se unirá pronto y romperá el “monopolio” de Rusia, Estados Unidos y Francia.
Londres ya no puede impedir la entrega de cazas occidentales a Buenos Aires. El JF-17 chino es el que más se acerca en términos de capacidades a los argentinos, tanto por el precio como por la superación de las barreras occidentales. Aunque el caza chino JF-17 utiliza un asiento eyectable británico para el piloto, Pekín tiene varias opciones para sortear las disuasorias e integrar sus propios asientos. Como los integrados en el J-20, por ejemplo.
Por eso, ni Argentina, ni EE. UU., ni China tienen el control sobre la situación de los cazas argentinos. Es Londres quien tiene que decidir qué hacer: dar luz verde a EE. UU. y Dinamarca para que suministren F-16, ignorando el embargo militar a Argentina, o asegurar la influencia china en América Latina. Esta vez, sin embargo, será mayor porque Argentina podrá no solo producir cazas competitivos en cuanto a presupuesto, sino también venderlos en la región. Venezuela solo espera eso.
Argentina está en alza
Desde el punto de vista económico, Argentina no atraviesa un momento brillante. Por lo tanto, la elección de los cazas tendrá que ajustarse al presupuesto de compra y mantenimiento. Lo segundo es aún más importante porque si Buenos Aires “cae en la trampa” de Washington, en el futuro los yanquis pueden dejar a Argentina sin el apoyo de sus aviones si Buenos Aires “no sigue la política adecuada”.
Por eso Buenos Aires tomó dos medidas que señalan que Buenos Aires también tiene algo que decir, al menos en lo que se refiere a la política interior argentina.
Primero – Argentina envió tres de sus aviones de combate IA-63 Pampa cerca de las Islas Malvinas en la Base Aérea Militar de Río Gallegos para aumentar la presencia y proyección militar en la parte sur del territorio.
Segundo – inmediatamente después de aumentar su presencia militar en la región [no solo aviones, tropas y equipamiento, también] Buenos Aires dio el siguiente paso – anunció que se retiraba del acuerdo Foradori-Duncan. Este acuerdo define la soberanía de las Islas Malvinas.
Este año se tomarán decisiones importantes en Buenos Aires, Washington y Londres. Para que haya paz, al parecer, Londres y Washington tendrán que llegar a compromisos. Pero Buenos Aires es el país más importante en el “callejón sin salida a tres bandas”. La cuestión es si Buenos Aires quiere transigir con los intereses de Occidente.