El Sukhoi Su-35, diseñado como caza de superioridad aérea, ha mostrado deficiencias en combate que limitan su efectividad frente a sistemas antiaéreos avanzados y cazas de quinta generación.
El Su-35 y sus dificultades en combate moderno
Concebido como un caza de generación 4,5, el Sukhoi Su-35 “Flanker-E” prometía consolidar la superioridad aérea rusa. Sin embargo, su desempeño en combate real ha expuesto vulnerabilidades que contradicen su supuesta capacidad.
Este modelo cuenta con dos motores AL-41F-1S que generan un empuje total de 63.800 libras con postcombustión, permitiéndole alcanzar Mach 2,25 y un alcance de 1.600 km. Su diseño, basado en el Su-27, incorpora toberas vectoriales para mejorar su maniobrabilidad y el radar Irbis-E, que detecta hasta 30 objetivos a 400 km, atacando cuatro simultáneamente.
En términos de armamento, el Su-35 puede transportar hasta 8.000 kg de carga bélica en 12 puntos de anclaje, incluyendo misiles R-77, Kh-29 y bombas guiadas KAB-500. También dispone de un cañón GSh-30-1 de 30 mm.
A pesar de estas especificaciones, el Su-35 ha tenido problemas en escenarios reales. En Ucrania, ha sido incapaz de superar defensas antiaéreas avanzadas como el sistema MIM-104 Patriot, que ha derribado varias unidades desde 2022. Su falta de sigilo y la necesidad de apoyo de guerra electrónica han evidenciado fallos estratégicos que comprometen su efectividad.

Defensas antiaéreas modernas y la vulnerabilidad del Su-35
Los sistemas antiaéreos han demostrado ser un desafío insuperable para el Su-35. Equipos como el Patriot estadounidense y el S-300 ucraniano han aprovechado la firma radar del Su-35 para neutralizarlo antes de que pueda atacar.
Uno de los casos más críticos ocurrió en Tokmak, donde un Su-35S fue abatido por fuego amigo debido a fallos de coordinación, reflejando problemas en la comunicación militar rusa. Esta situación ha sido recurrente, con al menos seis Su-35 derribados en la guerra.
Las principales fallas del Su-35 en combate
- Falta de sigilo: Su gran firma radar lo hace detectable a larga distancia.
- Dependencia de escoltas electrónicas: Necesita apoyo para operar en entornos hostiles.
- Deficiencias en guerra moderna: No puede superar defensas avanzadas sin sufrir pérdidas.
- Errores de coordinación: Casos de fuego amigo han comprometido su operatividad.
El Su-35 depende de una infraestructura de apoyo robusta para ser efectivo, una debilidad evidente frente a cazas como el F-35 y el F-22, que pueden operar de manera autónoma sin necesidad de asistencia adicional.

Producción limitada y falta de interés en el mercado
Desde su introducción en 2014, solo se han fabricado 150 unidades, una cifra baja en comparación con la demanda operativa rusa. Su alto costo, entre 80 y 100 millones de dólares por unidad, ha afectado su competitividad en el mercado global.
A diferencia del Su-30 y el Su-57, el Su-35 no ha logrado atraer a compradores internacionales. China adquirió 24 unidades en 2015 por 2.500 millones de dólares, pero otros mercados, como India, han preferido opciones como el Rafale francés.
Las sanciones económicas desde 2014 y el impacto de la guerra en Ucrania han reducido la capacidad de producción de Rusia, limitando aún más la expansión del Su-35.
Un futuro incierto para el Su-35 en la aviación rusa

La rápida evolución de la guerra electrónica y las defensas antiaéreas ha dejado al Su-35 en desventaja. Mientras cazas furtivos como el F-35 se benefician del sigilo, el Su-35 sigue dependiendo de maniobrabilidad y potencia bruta, elementos que han perdido relevancia ante las nuevas amenazas.
Si Rusia no invierte en mejoras significativas, como mayor sigilo o sistemas electrónicos más avanzados, el Su-35 seguirá siendo un modelo secundario en la estrategia aérea del país. Su desempeño en Ucrania ha demostrado que la guerra moderna exige más que velocidad y armamento; la capacidad de adaptación es clave para la supervivencia.