Grecia rechaza transferir sistemas de defensa aérea Patriot a Ucrania, priorizando su seguridad nacional.
Grecia veta entrega de Patriot a Ucrania por seguridad
Grecia anunció que no transferirá sistemas de defensa aérea Patriot a Ucrania, según informó Reuters el 5 de mayo de 2025. Un funcionario del gobierno griego, citado por la agencia, afirmó que no hay planes para enviar estas baterías de misiles, desmintiendo reportes previos de Bloomberg que sugerían negociaciones entre aliados occidentales para proveer a Kyiv con sistemas adicionales desde arsenales griegos y estadounidenses. La decisión responde a la necesidad de Atenas de mantener sus capacidades defensivas frente a tensiones regionales, especialmente con Turquía, un vecino con el que mantiene disputas históricas en el Egeo y Chipre.
El sistema Patriot, fabricado por Raytheon, es una plataforma avanzada de defensa aérea capaz de interceptar misiles balísticos, de crucero y aviones. Ucrania ha solicitado repetidamente estos sistemas para contrarrestar los ataques aéreos rusos, que han intensificado los bombardeos contra infraestructura crítica desde 2022. Sin embargo, Grecia opera un número limitado de baterías Patriot, adquiridas en la década de 1990, y su transferencia comprometería la cobertura de defensa en áreas estratégicas como Atenas y las islas del Egeo. Fuentes gubernamentales griegas indicaron que los sistemas son esenciales para proteger el espacio aéreo nacional, especialmente ante las frecuentes violaciones por parte de aviones turcos, reportadas 1,200 veces en 2024 por el Ministerio de Defensa griego.
En abril de 2024, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, ya había rechazado solicitudes similares de los aliados de la OTAN para enviar sistemas S-300 o Patriot a Ucrania. “No podemos desprendernos de equipos críticos para nuestra defensa nacional”, declaró Mitsotakis en una entrevista con Skai TV. Esta postura se mantuvo firme a pesar de las presiones de la Unión Europea y Estados Unidos, que buscan reforzar las defensas ucranianas frente a la ofensiva rusa. La negativa griega se alinea con una evaluación estratégica: las tensiones con Turquía, miembro de la OTAN, incluyen disputas sobre derechos marítimos y la militarización de las islas del Egeo, lo que obliga a Grecia a priorizar su propia seguridad.
El contexto de la decisión también refleja la complejidad de las alianzas dentro de la OTAN. Mientras Estados Unidos y Alemania han proporcionado baterías Patriot a Ucrania, otros países con arsenales limitados, como Grecia, enfrentan dilemas estratégicos. En mayo de 2025, Ekathimerini reportó que Atenas considera sus sistemas de defensa aérea como un componente no negociable de su postura militar, especialmente tras los ejercicios navales turcos en el Mediterráneo oriental en marzo de 2025, que incluyeron simulaciones de bloqueo marítimo.

Datos clave sobre el sistema Patriot y la postura griega
- Capacidad del Patriot: Intercepta misiles a 160 km y opera con hasta 90 misiles por batería.
- Arsenal griego: Grecia posee seis baterías Patriot, cubriendo principalmente Atenas y el Egeo.
- Tensiones con Turquía: 1,200 violaciones del espacio aéreo griego por aviones turcos en 2024.
- Postura de Mitsotakis: “No sacrificaremos nuestra seguridad por demandas externas” (Skai TV, 2024).
- Presiones de la OTAN: EE. UU. y UE buscan más sistemas para Ucrania desde 2022.
Contexto regional y prioridades de Atenas
La negativa de Grecia a transferir los sistemas Patriot no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia de defensa que prioriza los intereses nacionales. En 2022, Ucrania propuso un intercambio de misiles Patriot por sistemas S-300, que Kyiv ya sabe operar. Sin embargo, Rusia advirtió a Grecia que tal acción violaría los contratos de venta de los S-300 y podría convertir a Atenas en un objetivo militar, según reportes de Defense News. Esta amenaza, aunque no verificada oficialmente, influyó en la cautela griega. Además, la modernización de la fuerza aérea turca con aviones F-16 y drones Bayraktar ha incrementado la percepción de riesgo en Grecia, que planea adquirir 20 cazas F-35 para 2030.
Por otro lado, Ucrania enfrenta una escasez crítica de defensas aéreas. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Rusia lanzó más de 2,000 misiles y drones contra Ucrania en el primer trimestre de 2025, abrumando los sistemas existentes. La negativa griega, junto con la reticencia de otros aliados, complica los esfuerzos de la OTAN para cerrar esta brecha. Alemania, que ha proporcionado tres baterías Patriot, enfrenta ahora mayor presión para liderar el suministro, mientras Estados Unidos planea enviar un sistema modernizado desde Israel a Ucrania, según Bloomberg.
La postura de Grecia también refleja preocupaciones económicas. El mantenimiento de los sistemas Patriot cuesta aproximadamente 50 millones de dólares anuales por batería, según el Center for Strategic and International Studies. Transferir una batería no solo debilitaría la defensa griega, sino que también implicaría costos adicionales para reemplazarla, en un momento en que Atenas enfrenta restricciones presupuestarias tras la crisis económica de la década pasada. La inversión en nuevas capacidades, como los F-35, refuerza la decisión de conservar los sistemas existentes.
En el panorama diplomático, Grecia ha buscado equilibrar su apoyo a Ucrania con la protección de sus intereses. Desde 2022, Atenas ha enviado ayuda militar a Kyiv, incluyendo vehículos blindados y municiones, pero siempre evitando comprometer sus activos estratégicos. Esta postura ha generado críticas en algunos círculos occidentales, con medios como The Guardian señalando que la reticencia griega podría debilitar la cohesión de la OTAN. Sin embargo, Mitsotakis ha defendido su enfoque, argumentando que la seguridad de Grecia es una prioridad innegociable.
Implicaciones para la OTAN y Ucrania

La decisión griega pone de relieve las tensiones dentro de la OTAN sobre cómo distribuir recursos militares en tiempos de crisis. Mientras Ucrania depende de la asistencia externa para sostener su defensa, países con capacidades limitadas, como Grecia, enfrentan decisiones difíciles. El Patriot, con un costo de 1,000 millones de dólares por batería, no es fácilmente reemplazable, y su producción por Lockheed Martin y Raytheon está limitada a unas pocas unidades anuales, según Jane’s Defence Weekly. Esto restringe la capacidad de los aliados para satisfacer las demandas ucranianas sin comprometer sus propias defensas.
En el caso de Grecia, la relación con Turquía sigue siendo un factor dominante. En 2024, ambos países realizaron maniobras militares en el Mediterráneo, con Turquía desplegando su nuevo portaaviones ligero TCG Anadolu. Estas acciones, reportadas por Naval News, intensificaron las preocupaciones griegas sobre un posible escalamiento en el Egeo. Como resultado, Atenas ha reforzado su postura defensiva, incluyendo la modernización de sus sistemas Patriot con apoyo técnico estadounidense en 2023.
Para Ucrania, la negativa griega representa un revés, aunque no inesperado. Kyiv ha diversificado sus solicitudes de ayuda, buscando sistemas alternativos como el SAMP/T franco-italiano o el Iris-T alemán. Sin embargo, la superioridad del Patriot contra misiles balísticos lo hace insustituible en ciertos escenarios. El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha prometido acelerar la entrega de misiles interceptores a Ucrania, pero la escasez de baterías sigue siendo un obstáculo, según Foreign Policy.
En el ámbito global, la decisión de Grecia refleja un desafío mayor para la OTAN: equilibrar el apoyo a Ucrania con la preparación para otras amenazas. Mientras Rusia continúa su ofensiva, la alianza debe gestionar recursos escasos y prioridades divergentes entre sus miembros. Grecia, con su posición geoestratégica en el Mediterráneo, seguirá priorizando la estabilidad regional, incluso si eso significa resistir las presiones de sus aliados.