¿Sabías que el YF-12 fue el precursor del famoso y terrorífico SR-71? Según la NASA, “el YF-12 “Blackbird” era una versión experimental de caza-interceptor del avión de reconocimiento Lockheed A-12”.
Un avión que batió récords
El avión batió un récord de velocidad de 2.070,101 mph y un récord de altitud de 80.257,65 pies el 1 de mayo de 1965. Finalmente se desarrollaron tres YF-12, pero solo dos sobrevivieron.
“En virtud de su acuerdo de investigación con la NASA, la Fuerza Aérea proporcionó a la agencia dos YF-12A en 1969. El 24 de junio de 1971, uno de los aviones sufrió un fallo en la línea de combustible en vuelo que provocó un incendio en el motor derecho”, declaró la NASA.
Los pilotos no pudieron salvar el avión humeante y optaron por eyectarse. No resultaron heridos, pero el YF-12A se perdió para siempre. Sin embargo, fue sustituido por otro tercer avión YF-12 que era ligeramente diferente a los dos anteriores.
“El avión fue sustituido por un “YF-12C”. El YF-12C (así llamado) se diferenciaba del YF-12A en que el modelo A tenía el morro redondo, mientras que el modelo C tenía el mentón llevado hacia delante hasta el morro del avión (véanse las tres vistas de abajo). Había otras diferencias en la configuración interna y externa, pero los dos aviones compartían diseños de entrada, conceptos estructurales y subsistemas”, explicó la NASA.
Un avión de investigación
El YF-12 fue utilizado por la NASA como avión de investigación, principalmente por su capacidad de mantener una velocidad de crucero superior a Mach 3. El avión estaba fabricado principalmente con una aleación de titanio, lo que le permitía soportar temperaturas de la piel de más de 500 °F.
La agencia espacial empleó la aeronave para realizar investigaciones “en aerodinámica, propulsión, controles, estructuras, subsistemas y otras áreas como la física de la atmósfera superior, pruebas y mediciones de ruido y cualidades de manejo”.
Estas pruebas se complementaron con una serie de ensayos en túnel de viento, experimentos de laboratorio y análisis que dieron lugar a más de 125 informes técnicos cuya información se incorporó posteriormente al diseño de otros aviones supersónicos.
Quizás el más significativo de los estudios ejecutados durante la vida del YF-12 fue el Experimento de la Pared Fría. Este experimento consistía en exponer un cilindro refrigerado a la fricción y el calor de un entorno de Mach 3.
“El cilindro, que era hueco, estaba equipado con sensores y montado debajo del avión, se enfriaba con nitrógeno líquido y se aislaba del calor que se generaba durante el vuelo. Cuando el avión se acercaba a Mach 3, se utilizaba un cordón de cebado para soplar el aislamiento del cilindro frígido”, explicó la NASA.
“Las lecturas de temperatura, presión y fricción del cilindro en vuelo se compararon con la información desarrollada a partir del análisis teórico y la simulación en el túnel de viento. Los resultados fueron un gran logro en la investigación de la dinámica de fluidos”.
Sin embargo, finalmente, en 1977, se ordenó el cierre del programa YF-12, pero la NASA lo encontró tan útil que usó parte de su propia financiación residual para mantener el proyecto en marcha hasta bien entrado 1979. Como todas las cosas buenas, el YF-12 llegó a su fin y fue sustituido por una versión más rápida, no obstante su historia es innegable.