El próximo 29 de julio marcará el septuagésimo noveno aniversario del hundimiento del portaaviones clase Unryū, Amagi, perteneciente a la Armada Imperial Japonesa, en el puerto de Kure.
Este navío encontró su fin volcando y sumergiéndose tras sufrir múltiples impactos durante un bombardeo aéreo estadounidense, ocurrido escasos días antes del lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima. El Amagi ostenta el infortunado título del último portaaviones en ser hundido por fuerzas enemigas.
A pesar de ello, tres portaaviones, el Hosho, el Junyo y el Katsuragi, lograron sobrevivir al conflicto; siendo este último utilizado en la repatriación de soldados japoneses desde distintas ubicaciones insulares. Sin embargo, este suceso marcó el crepúsculo de la Armada Imperial Japonesa y, con ello, el fin de cualquier aspiración japonesa por mantener una flota de portaaviones.
Posterior a la Segunda Guerra Mundial, Japón adoptó una constitución que renegaba de la guerra como derecho soberano, comprometiéndose a no mantener fuerzas armadas con capacidad ofensiva. Dicha carta magna, notable por su falta de enmiendas desde su implementación en 1947, refleja el cambio radical en la postura militar del país.
No obstante, en un giro histórico, esta semana en el mismo puerto donde yacía hundido el Amagi, Japón ha revelado al JS Kaga, su buque de guerra recientemente modernizado.
Esta actualización permitirá al JS Kaga operar el avanzado Lockheed Martin F-35B Lightning II, una variante de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL) del Joint Strike Fighter, diseñado para operaciones desde buques de asalto anfibio de la Armada de Estados Unidos y similares.
Este acontecimiento no solo simboliza un hito en la capacidad defensiva japonesa, sino que también marca un significativo paso adelante en la interoperabilidad con fuerzas aliadas, subrayando un capítulo nuevo en la historia marítima y militar de Japón.
Transformación del JS Kaga: De portahelicópteros a portaaviones
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La Fuerza de Autodefensa Marítima de Japón (JMSDF) ha estado operando el JS Kaga (DDH-184) como un portahelicópteros multipropósito desde su comisionamiento en 2015. Designado oficialmente por el gobierno de Tokio como un “destructor de operaciones multipropósito”, su misión primordial ha sido la búsqueda y destrucción de submarinos hostiles, reforzando la defensa nacional de Japón.
La misión y el perfil operativo del JS Kaga están experimentando una notable evolución. Durante una presentación a los medios el pasado lunes en su base en Kure, prefectura de Hiroshima, la JMSDF reveló el buque tras completar la primera fase de modificaciones, ahora habilitado para desplegar aviones de combate de ala fija. Este cambio transforma al portahelicópteros en un portaaviones en la práctica, marcando un hito en la estrategia defensiva marítima de Japón.
La modificación más significativa es el rediseño de la cubierta de vuelo, ahora completamente rectangular, optimizando el despegue de aeronaves, en especial del F-35B. Esta modificación externa le confiere al Kaga una apariencia similar a los buques de asalto anfibio de la clase América de la Marina de los Estados Unidos, evidenciando su nueva capacidad como plataforma de proyección de fuerza aérea.
Se anticipan modificaciones adicionales en una segunda fase programada para iniciar en el año fiscal 2026, las cuales incluirán alteraciones en las instalaciones internas del buque para complementar su funcionalidad de portaaviones. La JMSDF, a través de un comunicado en X (anteriormente conocido como Twitter), afirmó: “El primer trabajo especial de modificación en el destructor ‘KAGA’ se completó según lo planeado el 29 de marzo. La JMSDF continuará llevando a cabo sistemáticamente las modificaciones necesarias en el destructor de la clase ‘IZUMO’ para adquirir la capacidad operativa del F-35B”, marcando el comienzo de una nueva era en la capacidad de proyección de poder aéreo de Japón y su estrategia de defensa nacional.
La conversión de Izumo y Kaga en plataformas F-35B
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El Kaga no solo destaca por su rol redefinido dentro de la flota de la JMSDF, sino también por ser el pionero en adoptar una cubierta de vuelo de diseño rectangular, una característica esencial para la operación eficaz de aviones de combate de ala fija. Paralelamente, el JS Izumo ha completado su fase inicial de modificación, enfocándose en la implementación de una capa de pintura resistente al calor en su cubierta, preparándose para cumplir un papel similar al del Kaga.
Con la transformación de estos dos navíos de guerra de la clase Izumo, Japón se posiciona estratégicamente para integrar su flota de 42 aviones F-35B, potenciando significativamente su proyección aérea.
Los gemelos Izumo y Kaga, con una longitud de 248 metros cada uno, se erigen como los colosos de la flota de combate de superficie de la JMSDF, simbolizando un formidable avance en la capacidad operativa y táctica de la nación isleña.
La cautela de Japón en el lenguaje y la defensa
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A pesar del evidente salto cualitativo que representan estas modificaciones, la administración de Tokio mantiene una cuidadosa discreción en su nomenclatura, evitando calificar a los buques clase Izumo modificados directamente como portaaviones. Esta decisión se inscribe en la continuidad de la política de seguridad defensiva japonesa, que se sostiene sobre los principios de una constitución de índole pacifista.
Esta postura conservadora no impide que Japón haya adoptado medidas para adaptarse a las dinámicas de seguridad contemporáneas. En 2014, bajo el liderazgo del primer ministro Shinzo Abe, se produjo una reinterpretación significativa del artículo 9 de la Constitución japonesa.
Dicha reinterpretación expande el margen de acción de Japón hacia la “autodefensa colectiva”, permitiendo, bajo ciertas circunstancias, la participación en operaciones militares en defensa de aliados.
Este ajuste en la interpretación constitucional refleja un equilibrio entre el compromiso histórico de Japón con la paz y la necesidad de responder a las exigencias de un entorno de seguridad global cada vez más complejo y desafiante.