El 12 de mayo, el presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, y la primera ministra, Sanna Marin, anunciaron que Finlandia solicitaría oficialmente su ingreso en la OTAN. La declaración, publicada en el sitio web del gobierno finlandés, concluía con un lenguaje firme y decisivo:
“El ingreso en la OTAN reforzaría la seguridad de Finlandia. Como miembro de la OTAN, Finlandia reforzaría toda la alianza de defensa. Finlandia debe solicitar el ingreso en la OTAN sin demora. Esperamos que los pasos nacionales aún necesarios para tomar esta decisión se tomen rápidamente en los próximos días”.
La declaración no mencionaba la invasión rusa de Ucrania, pero Helsinki ha sido inequívoca en los últimos meses sobre cómo la agresión rusa ha forzado su mano. Durante una conferencia de prensa el 11 de mayo con el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, Niinistö dijo que el presidente ruso Vladimir Putin era responsable de la decisión de Finlandia: “Tú has provocado esto. Mírese en el espejo”.
Como era de esperar, la declaración provocó una rápida respuesta del Kremlin, que ha amenazado repetidamente a Finlandia con consecuencias militares no especificadas en caso de que entre en la OTAN. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo a los periodistas que “Finlandia se sumó a los pasos poco amistosos dados por la Unión Europea hacia nuestro país. Esto no puede dejar de suscitar nuestro pesar y es motivo de las correspondientes respuestas simétricas por nuestra parte”.
Sin embargo, el mundo democrático opina lo contrario. Varios miembros de la OTAN, entre ellos el Reino Unido, Francia y los vecinos Polonia, Estonia y Lituania, han expresado su apoyo a la adhesión de Finlandia. Niinistö tuiteó que compartió una llamada con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy tras el anuncio. “Le informé de los pasos de Finlandia hacia la adhesión a la OTAN y me expresó su pleno apoyo”, escribió.
El ingreso de Finlandia en la OTAN supone un cambio tectónico en el equilibrio estratégico del flanco oriental de la alianza, porque ahora Rusia compartirá una frontera de 810 millas (1300 kilómetros) con la OTAN, que ya es la más importante con un miembro de la Unión Europea. Esto también significa que la OTAN pronto estará muy cerca de la gran concentración de militares rusos cerca de San Petersburgo.
Convertirse en miembro de la OTAN representa también un crucial punto de inflexión en la historia de Finlandia, pues supone el fin de la tradicional postura de neutralidad del país. También supone un cambio permanente en la larga y tensa relación de Finlandia con Rusia, donde a menudo ha sido objeto de agresiones o amenazas por parte de su vecino mucho más grande.
Desde sus días como territorio del Reino de Suecia, Finlandia tuvo que soportar múltiples ocupaciones rusas durante las guerras entre Rusia y Suecia antes de ser anexionada como Gran Ducado por el Imperio ruso en 1809. Finlandia mantendría este estatus hasta 1917, cuando declaró su independencia al derrumbarse el Imperio Ruso.
Sin embargo, las relaciones con la recién creada Unión Soviética no eran de amistad. El Ejército Rojo ocupaba con frecuencia partes de Finlandia, y la reanexión seguía siendo una amenaza. Estas tensiones culminaron en la Guerra de Invierno (o Primera Guerra Finlandesa-Soviética) en 1939, solo unos meses antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Aunque Finlandia cedió algunos de sus territorios, sus fuerzas derrotaron al Ejército Rojo a pesar de que este tenía superioridad militar en tanques, aviones y número de efectivos, un resultado sorprendentemente similar a la actual humillación de Rusia en Ucrania. Más tarde, el gobierno finlandés llegó a alinearse con las fuerzas alemanas nazis para expulsar a las fuerzas soviéticas de su territorio durante la Guerra de Continuación (Segunda Guerra Finlandesa-Soviética) de 1941 a 1944.
Incluso antes del anuncio del 12 de mayo, la perspectiva de que Finlandia entrara en la OTAN estaba profundamente ligada a su historia con Rusia. Cada vez que se planteaba la idea, especialmente desde que Rusia se anexionó Crimea en 2014, Moscú lanzaba amenazas prácticamente idénticas a las declaraciones que ha hecho ahora, que solían contener algún detalle sobre el acercamiento de las tropas a la frontera finlandesa.
La frontera de Finlandia con Rusia fue invocada de nuevo en sus últimas amenazas. Peskov dijo que “la expansión de la OTAN no hace que nuestro continente sea más estable y seguro”, y que la respuesta de Moscú “dependerá de cómo se desarrolle este proceso de expansión de la OTAN, de la medida en que la infraestructura militar se acerque a nuestras fronteras”.
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Afortunadamente, Finlandia está más que preparada para defender su larga frontera con Rusia. Sus defensas actuales están fortificadas con la mayor fuerza de artillería de Europa Occidental, y antes de la invasión rusa de Ucrania, Helsinki ya había llegado a un acuerdo con Washington para adquirir el caza furtivo Lockheed Martin F-35 Lightning II, encargando 64 de estos aviones.
El F-35 desempeñará un papel definitivo en el cambio de la posición estratégica de la OTAN en Europa del Este. Sus capacidades de inteligencia, vigilancia y reconocimiento le permitirán recoger información sobre los militares rusos, permaneciendo prácticamente invisible a los radares rusos. El caza también proporciona una disuasión persuasiva contra una futura guerra. La adhesión de Finlandia a la OTAN y la presencia del caza en la región hará que Rusia se lo piense dos veces antes de invadir uno de los países bálticos, aliviando en gran medida su relativo aislamiento geográfico respecto a la mayoría de los aliados de la OTAN.
Es probable que el proceso de adhesión de Finlandia se acelere; según funcionarios de la OTAN, podría estar terminado en un par de semanas. A Suecia, que se espera que haga un anuncio inminente sobre la cuestión del ingreso en la OTAN, también se le aceleraría el ingreso. Como explicó un funcionario de la OTAN, “no son tiempos normales”.