El 1 de agosto de 2025, se informó sobre un avión Lockheed U-2 que había comunicado a los controladores de tráfico aéreo su intención de romper los récords de altitud y autonomía de su tipo. Pocas horas después, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos confirmó que la aeronave había superado dos récords de autonomía y ofreció detalles adicionales.
El vuelo, identificado con el distintivo DRAGON 70, se comunicó con el Centro de Control de Tráfico Aéreo de Ruta de Atlanta (ARTCC) y notificó que había despegado de la Base Aérea de Beale a las 21:30 del día anterior, con el plan de regresar la tarde siguiente. DRAGON 70 no emitía señales a través de los modos de transpondedor compatibles con los portales de rastreo aéreo como Flightradar24, por lo que la única evidencia del vuelo fue la comunicación por radio registrada en frecuencias públicas.
El vuelo histórico
Según informó la Fuerza Aérea, un TU-2S Dragon Lady del 9.º Ala de Reconocimiento despegó de la Base Aérea de Beale la noche del 31 de julio de 2025, tripulado por Cory “ULTRALORD” Bartholomew, oficial de seguridad de vuelo asignado al 1.º Escuadrón de Reconocimiento (1st RS) e instructor de U-2, y el teniente coronel “JETHRO”, también instructor del 1st RS y piloto jefe del U-2. De manera destacada, la Fuerza Aérea subrayó que esta misión reunió, en una misma cabina, la mayor experiencia acumulada de vuelo en U-2, ya que ambos pilotos poseen los registros con mayor cantidad de horas de vuelo en este modelo.
La operación se realizó en una fecha emblemática: el 70.º aniversario del primer vuelo accidental del U-2 Dragon Lady en 1955. En aquel momento, durante una prueba de rodaje a alta velocidad, el prototipo U-2 —entonces denominado Artículo 341— se elevó desde Groom Lake a solo 70 nudos, con el piloto de pruebas Tony LeVier a los mandos.
El objetivo de esta conmemoración consistió en realizar el vuelo ininterrumpido más largo que jamás haya intentado esta plataforma, cubriendo el territorio de los 48 estados contiguos de Estados Unidos. Al aterrizar en Beale al día siguiente, el U-2 había permanecido en el aire durante más de 14 horas y recorrido más de 6.000 millas náuticas, lo que permitió romper los récords de autonomía para una aeronave de su clase, según informó la Fuerza Aérea.
No obstante, todo indica que el aparato no logró batir el récord de altitud, aunque el comunicado oficial no ofreció detalles al respecto. El registro actual de altitud permanece clasificado. Si bien es ampliamente conocido que el U-2 puede operar a altitudes superiores a los 70.000 pies, nunca se ha divulgado públicamente cuál es su techo operativo exacto.
“Este vuelo es histórico, y resulta apropiado que haya sido planificado y ejecutado por tripulación del 1.º Escuadrón de Reconocimiento, la unidad aérea activa con más años de servicio en Estados Unidos”, declaró el teniente coronel John “JESTER” Mattson, comandante del 1st RS. “El carácter de la guerra está evolucionando, pero nuestro compromiso absoluto con la misión de formar tripulaciones capaces de explotar y dominar el espectro electromagnético para alcanzar la victoria se mantiene inalterable. Seguimos perfeccionando nuestras competencias de combate, y demuestra que Beale posee la capacidad para proyectar poder aéreo con rapidez ante cualquier amenaza en el mundo”.
La planificación
La Fuerza Aérea explicó que el vuelo alcanzó el límite operacional del U-2 y llevó a los pilotos al borde de su resistencia fisiológica. Lograrlo exigió una planificación meticulosa que demoró once años en concretarse.
“Hace once años comprendí hasta dónde podríamos llegar con el U-2 si realmente llevábamos sus capacidades al extremo”, afirmó “ULTRALORD”. “Ahora que se cumplen 70 años del U-2, setenta años a setenta mil pies, era el momento oportuno para mostrar su verdadero potencial”.
La elaboración de rutas, la selección de puntos de reabastecimiento de emergencia, y la consideración de factores como vientos, temperaturas, altitudes y el respeto a los límites del espacio aéreo fueron solo algunos de los elementos contemplados. Esta misión también permitió poner a prueba un software relativamente nuevo de planificación de misiones empleado por el 1st RS, que nunca se había utilizado en una operación de esta magnitud.
“Me enorgullece haber formado parte de este vuelo récord y haber concretado la visión de ULTRALORD”, declaró Stephen “SCOTCH” Johnson, planificador de misión del 1st RS que participó en la operación. “La duración del vuelo impuso exigencias adicionales que supimos afrontar durante su planificación”.
El impacto fisiológico que implica volar el U-2 es un aspecto conocido de las operaciones con el Dragon Lady. Los pilotos utilizan trajes presurizados, y esta misión récord no fue la excepción. La Fuerza Aérea señaló que los miembros del 9.º Grupo de Apoyo Fisiológico (PSPTS) tuvieron que adaptar sus procedimientos a las exigencias particulares de este vuelo.
“Siempre debemos alcanzar la perfección en cada operación, y esta misión no fue distinta: mantuvimos ese estándar de excelencia”, afirmó el sargento técnico Christopher Burdi, integrante del equipo de lanzamiento y recuperación del PSPTS. “Era necesario evitar cualquier incidente durante el vuelo más largo jamás realizado. Requirió mayor atención y más recursos, pero fue completamente manejable. Estamos habituados a operar con niveles de exigencia absoluta”.
De igual forma, el 9.º Escuadrón de Mantenimiento de Aeronaves (AMXS), conocido como los “Dragon Keepers” por su labor de mantenimiento de la flota U-2, trabajó intensamente para garantizar que todo funcionara a la perfección. “Un solo error podría haber costado la vida del piloto y la pérdida del avión, por lo que se tomaron precauciones específicas para asegurar la durabilidad y fiabilidad previstas del U-2”, afirmó la Fuerza Aérea.
Un homenaje al legado del U-2
Este vuelo conmemorativo no se utilizó únicamente para establecer nuevos récords, sino también para rendir homenaje al legado del Lockheed U-2. La Fuerza Aérea destacó que la operación honró a todos aquellos que formaron parte de la comunidad U-2, una red muy cerrada con poco más de mil pilotos habilitados para volar la aeronave.
De forma específica, la misión rindió tributo a pilotos muertos mediante rutas de vuelo que sobrevolaron ciertos estados, incluidos los hogares de familias que los recuerdan. La Fuerza Aérea explicó que “ULTRALORD” también quiso destacar este aspecto tras el aterrizaje, al afirmar que la misión del U-2 solo es posible gracias al esfuerzo colectivo del equipo actual y de quienes los precedieron.
“Lo más extraordinario de este vuelo es que demuestra las capacidades del U-2 y también el valor del recurso más importante de nuestra Fuerza Aérea: su personal”, declaró el coronel Keagan McLeese, comandante del 9.º Ala de Reconocimiento. “Nuestros aviadores demostraron que están listos para la misión, al aplicar con eficacia las habilidades, la adaptabilidad y la innovación necesarias para proyectar poder aéreo a escala global”.