Cuando los escritores de defensa no tienen nada nuevo que decir, a veces sacan a relucir viejas historias.
Este es el caso de un artículo de The Week titulado “La problemática historia del caza F-35”. El artículo es una mezcla desequilibrada de viejas noticias sobre los retos a los que se enfrentó el Joint Strike Fighter (JSF) como programa de desarrollo, información inadecuada sobre el estado actual del F-35 y la sugerencia casi obligatoria de que intereses arraigados mantienen el programa en marcha. Hay una falta de equilibrio y de reconocimiento de los éxitos del programa. También falta un reconocimiento directo de que, hasta la fecha, 17 países han elegido el JSF como su caza para el siglo XXI tras analizar de forma independiente la eficacia en combate, el coste y la sostenibilidad del avión.
Todos los programas de desarrollo del Pentágono han tenido problemas iniciales. El JSF no es una excepción. Sin embargo, lo que The Week no recuerda es que la mayoría de estos problemas técnicos ya han sido resueltos. Por ejemplo, los problemas con el casco original dieron lugar a medidas correctoras hace varios años. Lo mismo ocurre con el mantenimiento del revestimiento furtivo del avión.
El artículo señala que el F-35 aún no ha sido aprobado para su producción a pleno rendimiento. Esto es engañoso, si no falso, ya que la razón principal de este retraso en el proceso de Prueba y Evaluación Operacional Inicial del departamento de defensa, incluyendo la dificultad en la construcción de la capacidad de simulación requerida.
Otra forma de denigrar al JSF es sugerir que es demasiado caro. El artículo en cuestión señala que los costes del ciclo de vida del programa F-35 se estiman en 1,7 billones de dólares para los próximos cincuenta años. Lo que no se menciona es que se trata de una estimación después de la inflación. Mi colega, Loren Thompson, echó por tierra este argumento hace años, señalando que durante el mismo periodo, la inflación significa que los costes de las bandas militares serían de unos 25.000 millones de dólares.

El artículo también refleja un fallo de imaginación. Los autores cometen el error de considerar el F-35 como un caza más, aunque con características de quinta generación. No comprenden que el F-35 no se parece a ningún otro caza jamás construido. No es tanto el último caza de la era industrial como la primera plataforma aérea de la era de la información. Es un nodo sensor/red con alas y armas. Con sus avanzados sistemas electrónicos, sus sofisticadas tecnologías de red y su capacidad para fusionar datos de sensores procedentes de múltiples fuentes, el F-35 puede actuar como “quarterback” de complejas operaciones aéreas e incluso de operaciones de combate en las que participen unidades terrestres y navales.
Además, a diferencia de las plataformas de cuarta generación, que a menudo tienen que reconfigurarse con capacidades “atornilladas” para llevar a cabo misiones concretas, el F-35 viene como un paquete completo, con sensores, ordenadores, armas y guerra electrónica que forman parte de un todo integrado. Esto no solo simplifica la planificación de las misiones, sino que permite al JSF alternar entre misiones aire-aire, aire-tierra y de detección según dicte la situación táctica.
En múltiples ejercicios de las Fuerzas Aéreas, el F-35 ha demostrado sistemáticamente su incomparable rendimiento en los modos aire-aire y aire-tierra. En el ejercicio Bandera roja de 2017, el F-35 logró una proporción de bajas de 15 a 1, algo que ningún otro caza del inventario estadounidense ha logrado jamás. Empleando sus sofisticados sensores y redes para recopilar y pasar información de puntería, el F-35 también demostró que podía mejorar el rendimiento de los aviones de cuarta generación.
Un año de combates en Ucrania ha proporcionado una serie de lecciones sobre la evolución del papel de la fuerza aérea en la Era de la Información. En el último ejercicio del Proyecto Convergencia, diseñado para demostrar la conectividad entre sensores y tiradores y la capacidad de enfrentarse rápidamente a objetivos a larga distancia, el Ejército de Estados Unidos empleó con éxito datos de los sensores de un F-35 a una unidad de artillería. El F-35 puede utilizar su sigilo y sus sensores avanzados para penetrar en las defensas aéreas hostiles y destruir objetivos críticos, al tiempo que proporciona datos críticos de puntería a otros tiradores en múltiples dominios.

Aunque es más sofisticado que cualquier caza desplegado, el F-35 también es más rentable de operar y mantener. No es casualidad que el F-35 haya ganado repetidamente concursos justos y abiertos para reemplazar las flotas de cazas existentes y envejecidas. Las recientes decisiones de adquisición de Alemania, Canadá, Suiza, Polonia y Finlandia han sido el resultado de evaluaciones comparativas del F-35.
La realidad es que la adquisición del F-35 permitirá ahorrar dinero. La decisión suiza de adquirir 36 JSF se produjo tras un exhaustivo proceso de evaluación de cuatro años. Según un artículo escrito por el respetado analista de aviación de defensa John Venable:
“Los evaluadores suizos consideraron que los sistemas en red del F-35A permitían a los pilotos tener un mayor conocimiento de la situación y que el caza furtivo era más capaz de sobrevivir en todas las áreas de misión. El F-35A también obtuvo las calificaciones más altas en cuanto a soporte del producto, eficiencia del mantenimiento y potencial de colaboración con otros países”.
Es importante reconocer que un F-35 ya adquirido o bajo contrato no será el mismo avión dentro de unos años. Las actualizaciones y mejoras previstas significan que los JSF actuales tendrán capacidades significativamente mejoradas. Este programa incluye mejoras en la potencia de cálculo y la gestión de datos, denominadas Technology Refresh 3, destinadas a respaldar la actualización del Bloque 4, que añadirá unas 75 nuevas capacidades, incluidos nuevos sensores, la posibilidad de emplear una serie de nuevas municiones, software avanzado para una mejor fusión de datos y capacidades mejoradas de guerra electrónica.
El F-35 JSF está escribiendo un nuevo capítulo en la historia como el caza preferido del mundo libre. En última instancia, el valor del F-35 se refleja en el hecho de que 17 naciones vuelan actualmente con el avión o han decidido adquirirlo. El F-35 ofrece capacidades sin parangón, opciones de crecimiento futuro y mejoras continuas en cuanto a mantenimiento y sostenibilidad. Igualmente importante es que, con el número de JSF desplegados, que se acerca al millar, se está creando una comunidad que no solo puede compartir tácticas, técnicas y procedimientos, sino que, en caso de conflicto, puede transmitir datos entre servicios militares y entre países. Esta capacidad de compartir información crítica tendrá un valor incalculable en las operaciones conjuntas y de coalición.