China ha avanzado en su poder naval con nuevos portaaviones, pero su vulnerabilidad ante sistemas A2/AD podría limitar su efectividad en conflictos.
El rápido desarrollo de la flota de portaaviones china
En las últimas décadas, China ha transformado su Armada en una fuerza de alcance global, impulsada por la construcción de portaaviones como el Fujian. Este avance es clave en la estrategia de Pekín para expandir su influencia en el Indo-Pacífico y desafiar a Estados Unidos en la hegemonía marítima.
El primer portaaviones chino, el Liaoning, fue adquirido de Ucrania y modificado para entrar en servicio en 2012. Posteriormente, el país construyó el Shandong, su primer buque de este tipo diseñado y fabricado localmente. Sin embargo, el mayor avance se produjo con el lanzamiento del Fujian en 2022, que cuenta con tecnología de lanzamiento electromagnético (EMALS), similar a la de la clase Gerald R. Ford estadounidense.
El desarrollo de estos portaaviones responde a la ambición china de consolidar su dominio marítimo en Asia. Imágenes recientes indican que el Fujian avanza en sus pruebas de mar y podría entrar en servicio en los próximos años, fortaleciendo la capacidad ofensiva de China.
China busca consolidar su presencia en el Indo-Pacífico
El objetivo de la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN) es hacer de su flota de portaaviones un pilar fundamental en su estrategia militar. Pekín los considera herramientas clave para proyectar poder en la región y reforzar su presencia en el Mar de China Meridional, donde mantiene disputas territoriales con Japón, Taiwán y Filipinas.

China espera que estos buques desempeñen un papel crucial en un eventual conflicto, como una posible ofensiva contra Taiwán. En este escenario, los portaaviones coordinarían ataques aéreos y apoyarían operaciones anfibias para asegurar el control de la isla.
El país ha demostrado una notable capacidad de construcción naval, con un ritmo de producción de portaaviones superior al de Estados Unidos. Esto sugiere que China planea expandir su flota más allá de los tres buques actuales, fortaleciendo su presencia global.
Datos clave sobre la flota de portaaviones china
- El Liaoning: en servicio desde 2012, basado en un diseño soviético.
- El Shandong: el primer portaaviones de fabricación china, operativo desde 2019.
- El Fujian: el más avanzado, con lanzamiento electromagnético, en pruebas desde 2022.
- Expansión naval: China planea aumentar su número de portaaviones en los próximos años.
- Uso estratégico: clave para operaciones en el Indo-Pacífico y una posible invasión de Taiwán.
El sistema A2/AD y sus implicaciones para China

Una pieza clave en la estrategia de defensa de China es su red de negación de acceso y área (A2/AD). Esta incluye sistemas como los misiles balísticos antibuque DF-21D y DF-26, conocidos como “asesinos de portaaviones”, además de misiles de crucero y sistemas antiaéreos avanzados como el HQ-9.
Estos sistemas están diseñados para disuadir a fuerzas enemigas, especialmente a la Marina de EE. UU., de operar en el Pacífico occidental. China también ha desarrollado capacidades cibernéticas y armas antiespaciales para desactivar satélites enemigos, afectando su navegación y comunicaciones.
Sin embargo, esta estrategia presenta un problema: sus propios portaaviones son vulnerables a tácticas similares. Países como Estados Unidos, Japón o India podrían emplear misiles hipersónicos y satélites de vigilancia para atacar la flota china de la misma manera en que Pekín planea neutralizar buques enemigos.
La vulnerabilidad estratégica de los portaaviones chinos
A pesar de su modernización, los portaaviones chinos enfrentan el mismo desafío que los estadounidenses: su gran tamaño y dependencia de aguas abiertas los convierten en blancos prioritarios. El Fujian, aunque avanzado, no está exento de los riesgos que plantea un entorno saturado de misiles de largo alcance y vigilancia satelital.
El dilema es claro: la red A2/AD china, diseñada para proteger sus intereses, también limita la efectividad de sus propias fuerzas. Si China busca proyectar poder más allá de sus costas, deberá enfrentar el mismo tipo de amenazas que ha desarrollado contra sus rivales.
En este contexto, la expansión de su flota de portaaviones podría no traducirse en una ventaja decisiva, ya que la guerra naval moderna se define cada vez más por la capacidad de anular grandes buques con ataques a larga distancia.
China depende de su red A2/AD para proteger sus portaaviones
La estrategia de Pekín para dominar el Indo-Pacífico se apoya en sus portaaviones, pero su utilidad está restringida al alcance de la red A2/AD china. En conflictos cercanos, como en el Mar del Sur de China o un ataque a Taiwán, el Fujian y sus predecesores pueden operar bajo la protección de misiles y sistemas de defensa terrestres.

Sin embargo, cuando China busca expandir su influencia más allá del Pacífico occidental, como en el Océano Índico o el Golfo Pérsico, sus portaaviones enfrentan las mismas amenazas que afectan a la Armada de EE. UU.: redes A2/AD de posibles adversarios. Esta realidad limita su capacidad ofensiva en operaciones de largo alcance.
El USS Dwight D. Eisenhower, que patrulla el Golfo Pérsico, ilustra este problema. Su presencia está constantemente amenazada por misiles y drones iraníes. De manera similar, si otras potencias desarrollan redes A2/AD comparables o si EE. UU. refuerza la suya en el hemisferio occidental, los portaaviones chinos podrían quedar relegados a un papel defensivo.
La expansión naval china desafía la supremacía estadounidense
El crecimiento de la flota china, junto con su estrategia de negación de acceso, representa un desafío directo para EE. UU. Pekín busca no solo restringir la presencia estadounidense en el Indo-Pacífico, sino también consolidarse como la potencia dominante en la región.
Para contrarrestar esta amenaza, EE. UU. necesita adaptar su estrategia naval. No basta con mantener una presencia en el Indo-Pacífico; es clave explotar las debilidades de los portaaviones chinos. Establecer una red A2/AD en el hemisferio occidental con misiles antibuque, defensas aéreas y capacidades cibernéticas podría limitar la proyección de poder china.
Factores que limitan la expansión global de los portaaviones chinos
- Los portaaviones del PLAN dependen de la protección de la red A2/AD china.
- Operar fuera del Pacífico occidental los expone a amenazas similares a las que enfrentan los portaaviones de EE. UU.
- Si EE. UU. y sus aliados fortalecen sus defensas A2/AD, podrían restringir el alcance chino.
- Países como Japón, Australia e India desarrollan capacidades para contrarrestar la flota china.
- La expansión naval de China no garantiza éxito estratégico fuera de su zona de influencia.
El espionaje industrial impulsa el desarrollo naval chino

El avance del Fujian también resalta el uso de espionaje industrial por parte de China. La adopción de la tecnología EMALS, característica de los portaaviones estadounidenses, sugiere que Pekín ha acelerado su progreso mediante la adquisición ilícita de conocimientos técnicos.
La capacidad de producción china supera a la de EE. UU., lo que permite un despliegue rápido de nuevos buques. Sin embargo, esta ventaja tiene límites. La dependencia de tecnología robada puede generar vulnerabilidades si los sistemas no están completamente adaptados o carecen del soporte técnico necesario.
Además, fabricar más portaaviones no garantiza superioridad estratégica. La red A2/AD que protege a los buques chinos también restringe su flexibilidad operativa en conflictos fuera del Pacífico. El Liaoning, por ejemplo, sigue participando en ejercicios militares, pero su diseño obsoleto lo deja en desventaja frente a los modelos más modernos.
La proyección de poder chino enfrenta obstáculos estructurales
El crecimiento de la flota del PLAN simboliza las ambiciones marítimas de China, pero también expone una paradoja estratégica. La misma red A2/AD que busca neutralizar a los portaaviones estadounidenses se convierte en una limitación para la Armada china cuando intenta operar más allá del Pacífico occidental.
Aunque China podría dominar la región a corto plazo, su expansión global enfrenta desafíos difíciles de superar con tecnología robada o producción masiva. La estrategia A2/AD de EE. UU. y sus aliados podría restringir aún más las operaciones chinas.
Para EE. UU., esta situación representa una oportunidad estratégica. Al reforzar sus propias defensas A2/AD y explotar las debilidades estructurales de los portaaviones chinos, Washington puede contrarrestar la creciente presencia naval de Pekín. En última instancia, el dominio marítimo dependerá de la capacidad para adaptarse a un entorno donde las mismas herramientas que protegen también pueden limitar el poder ofensivo.