Los cazabombarderos Sukhoi Su-34 de fabricación rusa enfrentan desafíos críticos en el cielo ucraniano, marcado por intensos enfrentamientos. Durante febrero, las unidades antiaéreas de Ucrania reportaron el derribo de trece aeronaves rusas en el lapso de trece días, un indicativo de la severa presión que enfrenta la aviación militar rusa en este teatro de operaciones.
El Ministerio de Defensa ucraniano destacó la eficacia de sus defensas aéreas con una declaración en X: “Febrero es el mes más corto del año, pero nuestros defensores del cielo han logrado los mayores resultados en derribos de aviones rusos desde octubre de 2022”. Este recuento incluye, según fuentes ucranianas, diez cazabombarderos Su-34, dos cazas Su-35 y un avión A-50 de detección y control radar de largo alcance, subrayando la intensidad del enfrentamiento aéreo sobre Ucrania.
Esta elevada tasa de bajas plantea serias interrogantes sobre la sostenibilidad de las operaciones aéreas rusas en el área. Con el Su-34 desempeñando un rol central en la campaña ofensiva de invierno de Moscú, especialmente en la región de Avdiivka, donde las municiones guiadas KAB han sido esenciales para avanzar sobre posiciones ucranianas, la pérdida de estas aeronaves merma la capacidad ofensiva rusa y pone en jaque sus estrategias futuras.
Estrategias ante el desafío de preservar la flota aérea
Ante tal panorama, es imperativo para las fuerzas rusas adoptar medidas correctivas para mitigar la pérdida de sus aeronaves. Una vía podría ser la neutralización de las capacidades antiaéreas ucranianas, incluidos radares y misiles tierra-aire, que han demostrado ser especialmente efectivos contra los Su-34 y A-50. Sin embargo, esta tarea se antoja compleja, dadas las capacidades de defensa integradas de Ucrania.
Incrementar la producción y entrega de cazabombarderos Su-34 podría parecer otra solución viable, aunque esto presenta sus propios desafíos logísticos y de tiempo. Según Newsweek, la fuerza aérea rusa cuenta con un arsenal de 140 Su-34, de los cuales, hasta la fecha, Ucrania alega haber derribado 35, mientras que el monitor de inteligencia de fuente abierta Oryx contabiliza 25 de estos aviones como destruidos.
La eficiencia en el campo de batalla se ve comprometida por estas pérdidas significativas, obligando a Rusia a reconsiderar y adaptar sus tácticas y estrategias en un contexto de creciente desafío antiaéreo. La resiliencia y adaptabilidad de sus operaciones aéreas serán cruciales para mantener la eficacia de su campaña en Ucrania, subrayando la complejidad de la guerra moderna y el valor estratégico de la supremacía aérea.
Desafíos operativos y estratégicos para la aviación de combate rusa
A pesar de disponer de una centena de cazabombarderos Su-34, Rusia enfrenta dilemas críticos que trascienden la mera disponibilidad numérica de estas aeronaves. La realidad operativa sugiere que un segmento considerable de estos aviones podría estar inoperante debido a atrasos en mantenimiento o falta de recursos, lo que pone de manifiesto las dificultades logísticas y técnicas que enfrenta el arsenal aéreo ruso.
La posibilidad de que exista una escasez de pilotos capacitados o restricciones en la formación de nuevos aviadores añade otra capa de complejidad al desafío. Poseer aviones sin la tripulación necesaria para operarlos eficientemente reduce significativamente la capacidad de respuesta y proyección de poder aéreo de Rusia. Además, cada salida de combate incrementa el riesgo de pérdida de estas valiosas máquinas, exacerbando la presión sobre un ya tensionado complejo militar-industrial.
El Instituto para el Estudio de la Guerra resalta la importancia de la pérdida de trece aeronaves en un periodo tan corto, no solo por el material destruido, sino también por el impacto en el personal altamente entrenado. Michael Bohnert, de RAND Corporation, apunta a las consecuencias del desgaste prolongado en la eficacia combativa, subrayando que en conflictos extendidos, la durabilidad y resistencia de las fuerzas armadas son factores determinantes.
A diferencia de Ucrania, que ha recibido apoyo material y logístico de aliados occidentales, Rusia enfrenta el desafío de reponer y mantener su flota de cazabombarderos sin un apoyo externo comparable. Este aislamiento en el ámbito de reabastecimiento y refuerzo pone en relieve las limitaciones estratégicas y operativas que deben ser abordadas para preservar la efectividad de su poder aéreo en el conflicto ucraniano. La gestión de estos múltiples factores críticos será esencial para mantener la integridad y operatividad de la fuerza aérea rusa frente a un escenario de confrontación prolongado y altamente desafiante.