El 5 de enero, tres países de la OTAN –Estados Unidos, Alemania y Francia– anunciaron que enviarían a Ucrania vehículos blindados de tipo occidental para apoyar su defensa contra la invasión rusa. La Casa Blanca anunció su intención de enviar a Ucrania cincuenta vehículos de combate Bradley. Asimismo, Alemania enviará vehículos de combate de infantería Marder, y Francia proporcionará a Ucrania vehículos blindados de combate AMX-10 RC. Estos vehículos no son los carros de combate principales (MBT) que Kiev sigue pidiendo, pero no dejan de ser adiciones importantes a cualquier arsenal. De hecho, estos vehículos de infantería y reconocimiento, más pequeños y menos blindados, están diseñados para combatir junto con los MBT. Aunque estos vehículos no tienen la potencia de un MBT, su armamento es más que capaz de destruir tanques rusos en el campo de batalla, como hicieron los Bradley estadounidenses durante la Guerra del Golfo.
La introducción de los Bradleys, Marders y AMX-10 supone un cambio en la forma en que los miembros de la OTAN arman a Ucrania. Anteriormente los países de la OTAN habían enviado a Ucrania material de la era soviética procedente de las reservas de los antiguos países del bloque de Varsovia, junto con misiles y artillería de la OTAN. Los nuevos vehículos ofrecerán a las fuerzas ucranianas la capacidad de llevar a cabo algunas operaciones ofensivas con la esperanza de liberar partes del país bajo ocupación rusa. Aunque el cambio a los sistemas de armamento occidentales reducirá la dependencia de Kiev de los proveedores de munición no occidentales, hay motivos para temer que la introducción de tres vehículos similares pero diferentes pueda poner a prueba la red logística del ejército ucraniano. A pesar de que la OTAN es la mejor del mundo en el desarrollo e incorporación de estándares de interoperatividad, no existen dos sistemas de armas que tengan los mismos requisitos logísticos, lo que puede poner a prueba la infraestructura logística ucraniana y suavizar así los efectos positivos conseguidos con la introducción de estos sistemas de armas.
Dotar a los soldados de diferentes equipos y mochilas es una cosa, pero dar a un ejército tres vehículos de combate de infantería diferentes con tres misiles antitanque distintos podría causar problemas operativos. La introducción de los tres nuevos vehículos de combate requerirá tres cadenas diferentes de suministro de mantenimiento, reparación y revisión, tres procesos diferentes de formación para las tripulaciones, la adopción de tres conjuntos diferentes de procedimientos operativos y tres cadenas diferentes de suministro de municiones. Es poco probable que el Ejército Ucraniano mezcle los vehículos a nivel de unidad (es decir, Bradleys y otros vehículos en la misma formación), pero podrían operar en la misma zona, lo que aumentaría los costes de mantenimiento y gestión por encima de lo necesario para emplear un solo sistema de armas. Desde el punto de vista logístico, suele ser una buena práctica limitar la diferenciación de los sistemas de armas o vehículos al nivel mínimo necesario para satisfacer los requisitos de la misión, maximizando la eficacia logística y reduciendo las oportunidades de fracaso. Desde el punto de vista de la estrategia militar, el seguimiento de las diferencias en las capacidades y requisitos de los sistemas de tres plataformas para conseguir la misma capacidad operativa supone una carga cognitiva y de planificación excesiva para el combatiente.
Por otro lado, puede argumentarse que la provisión de tres sistemas de armas diferentes podría aumentar algunas medidas de resistencia. Por ejemplo, si un país de la OTAN decide que ya no puede mantener sus sistemas de armas, Ucrania seguirá contando con el apoyo de los otros dos países. Además, la adición de tres sistemas de armamento abre más oportunidades para que otros aliados de la OTAN apoyen el esfuerzo bélico ucraniano. Por ejemplo, si un aliado más pequeño sólo puede proporcionar una cantidad limitada de mano de obra, adiestramiento, suministros o municiones, ahora puede tener más opciones entre las que elegir a la hora de considerar de qué capacidades puede prescindir sin reducir su preparación para la guerra. Además, disponer de vehículos de alta calidad proporcionará a las tropas ucranianas protección y potencia de fuego adicionales. Los mandos rusos reconocen la superioridad de los vehículos occidentales y podrían dudar a la hora de enfrentarse a unidades equipadas con estas armas. Los vehículos occidentales -así como la señal de apoyo que envían- supondrán una inyección de moral para los ucranianos. Desde un punto de vista pragmático, los ejércitos occidentales pueden ver cómo funcionan sus armas en un campo de batalla moderno y probar planes de batalla y procedimientos operativos interoperables.
En el futuro, es probable que una crisis como la de Ucrania aparezca en puntos calientes mundiales, y las naciones atacadas pedirán ayuda de forma similar para revocar a los agresores. Si queremos que la OTAN sirva como arsenal de la democracia, deberíamos aprender de Ucrania. Los países de la OTAN deberían colaborar para proporcionar vehículos y sistemas de armamento que proporcionen la ventaja táctica necesaria para ganar la guerra, y no gravar la infraestructura logística del ejército ucraniano con diferentes requisitos logísticos y de mantenimiento. Proporcionar equipamiento militar, adiestramiento, suministros y apoyo resulta encomiable, pero es importante tener muy en cuenta los problemas y oportunidades logísticas para maximizar el apoyo con el mínimo gasto.