Antes del inicio de las hostilidades en la Operación Tormenta del Desierto en 1991, bastantes expertos y pronosticadores afirmaron que, al menos sobre el papel, el avión de combate de 4ª generación MiG-29 “Fulcrum”, de diseño soviético, debería haber estado a la altura de los McDonnell-Douglas F-15 Eagle y F-16 Fighting Falcon de las Fuerzas Aéreas estadounidenses en el combate aire-aire.
Pues bien, esa teoría no funcionó tan bien en la realidad, ni en los cielos de Irak, ni en los cielos de Serbia y Kosovo ocho años después durante la Operación Allied Force. Sin embargo, eso no significa necesariamente que el MiG-29 sea un diseño inherentemente defectuoso.
En todo caso, la guerra en curso (u “operación militar especial”, como Vladimir Putin elige eufemísticamente etiquetarla oficialmente) entre Rusia y Ucrania ha dado al Fulcrum una nueva oportunidad de vida (y momentos en el centro de atención de los medios de comunicación).
Echemos un vistazo a la historia del MiG-29.
El fomento del MiG-29 Fulcrum
El MiG-29 Fulcrum realizó su vuelo inaugural el 6 de octubre de 1977. (Para que los lectores tengan una idea de la perspectiva histórica, Elvis había muerto menos de dos meses antes, y a su vez Star Wars: Episodio IV – Una nueva esperanza había hecho su debut en taquilla tres meses antes de ese cataclismo cultural)
A partir de ahí, el pájaro de guerra entró en servicio operativo con la Rodina (“Madre Patria”) en 1982, el año después de que Ronald Reagan tomara posesión como POTUS estadounidense e iniciara su programa de hacer retroceder a la Unión Soviética.
La mayoría de los expertos en aviación coinciden en que el MiG-29 se diseñó explícitamente para contrarrestar los mencionados F-16 y F-16. Sin embargo, el autor anónimo de la página de GlobalSecurity.org sobre el pájaro de guerra adopta una perspectiva contraria: “El MiG-29 no fue creado para el combate aéreo cercano, y fue utilizado por las fuerzas aéreas del bloque soviético como interceptor. El avión fue diseñado para alcanzar la altitud necesaria, desarrollar una velocidad supersónica, disparar misiles y volver a casa”, subraya. Y señaló que la suspensión de los tanques adicionales limitaba las capacidades del avión: con ellos no podía desarrollar una velocidad supersónica”.
Ese autor anónimo no especifica quién es exactamente el “él” en cuestión y, además, no puedo evitar preguntarme si ese misterioso entrevistado está describiendo realmente el MiG-25 Foxbat. Pero estoy divagando.
En cualquier caso, el Fulcrum mide 17,32 metros de longitud, 4,73 metros de altura, una envergadura de 11,36 metros y un peso máximo al despegue de 18.000 kilogramos. El MiG-29 surca el aire a una velocidad máxima de Mach 2,25 (2.400 km/h/1.300 nudos). El armamento consiste en un solo cañón automático Gryazev-Shipurov GSh-30-1 de 30 mm con 150 cartuchos, además de puntos duros con capacidad para 4.000 kg de bombas o misiles como el AA-8 Aphid, AA-10 Alamo, AA-11 Archer, AA-12 Adder.
¿Fulcrum MiG-29 de combate… o Fulcrum de fracaso y de agitación?
Como he indicado en el párrafo inicial de este artículo, las impresionantes características del MiG-29 sobre el papel no se han traducido exactamente en un rendimiento estelar en el combate aire-aire en el mundo real.
El sitio web MiGFlug, que realizó un impresionante trabajo de recuento de las estadísticas de combate de todas las aeronaves militares actualmente en uso, pero que aún no ha actualizado sus cifras con las de la actual guerra ruso-ucraniana, atribuye al Fulcrum 6 bajas en combate aire-aire frente a 18 bajas, lo que equivale a una proporción de bajas de 1:3 decididamente decepcionante. Además, dos de los muertos del Fulcrum fueron obtenidos por los pilotos cubanos comunistas de Fidel Castro contra Cessna 337 desarmados durante la infame atrocidad de “Hermanos al Rescate” de 1996.
Volviendo al tema de la actuación de los MiG-29 en la Operación Tormenta del Desierto y en la Operación Fuerza Aliada, cinco de los aviones de propiedad iraquí y seis de los de propiedad serbia, respectivamente, fueron derribados sin obtener ninguna muerte a cambio. Al menos un piloto de la Fuerza Aérea Iraquí (IqAF), Naqib (capitán) Jameel Sayhood, afirmó haber derribado un cazabombardero Tornado de la Real Fuerza Aérea (RAF), pero fuentes occidentales atribuyen en realidad la muerte del Tornado a los SAM iraquíes.
En el caso de los MiG-29 serbios, uno se perdió por fuego amigo, mientras que uno fue derribado por un F-16 de la USAF, otro por un F-16 de la Real Fuerza Aérea de los Países Bajos (RNLAF) y tres por F-15 de la USAF. Uno de estos pilotos Eagle que abatieron un Fulcrum serbio fue la leyenda viva coronel César Rodríguez, cuyas tres victorias aéreas totales son la mayor cantidad que ha conseguido cualquier aviador militar estadounidense desde la guerra de Vietnam.
Desde entonces, durante la guerra entre Etiopía y Eritrea de 1998-2000, los pilotos de MiG-29 eritreos consiguieron derribar tres MiG-21 Fishbeds etíopes. Más recientemente y de forma significativa, el 27 de mayo de 2022, un piloto de MiG-29 de la Fuerza Aérea Ucraniana derribó un Su-35 “Flanker-E” ruso. Y, a pesar de la irregular proporción de muertes obtenida por el Fulcrum hasta ahora, mi colega, Brent M. Eastwood, presenta un argumento convincente de que Ucrania necesita más de estos aviones de guerra para seguir teniendo una oportunidad de luchar contra la agresión de Putin.
Estén atentos, queridos lectores.