Rusia fracasa en vender el MiG-35, un caza obsoleto que no logra competir en el mercado global, lo que evidencia la decadencia de su industria aeronáutica.
MiG-35: Un caza condenado por su obsolescencia tecnológica
El Mikoyan MiG-35, presentado como un caza multirrol de generación 4++, ha fracasado rotundamente en conquistar mercados internacionales, al no poder superar las deficiencias inherentes a su diseño derivado del vetusto MiG-29. Desde su debut en 2007 en el Aero India, el avión ha sido exhibido en múltiples ferias aeronáuticas, pero no ha logrado concretar exportaciones. En 2021, Argentina evaluó su adquisición junto a misiles Kh-35 y Kh-38, pero optó por el JF-17 chino-pakistaní. La ausencia de pedidos internacionales, incluso tras demostraciones realizadas en eventos como SITDEF 2025 en Perú, confirma su irrelevancia en un mercado dominado por cazas occidentales y rusos más avanzados como el Su-35.
El MiG-35 prometía integrar tecnologías avanzadas, como un radar AESA Zhuk-AM y sistemas de aviónica mejorados, pero las versiones presentadas con frecuencia no incorporaban estas capacidades para reducir costos, lo que generó desconfianza entre posibles compradores. India, un cliente histórico de Mikoyan, descartó al MiG-35 en 2011 durante la competencia MRCA debido a problemas con su radar y el motor RD-33MK, lo que evidenció su incapacidad para rivalizar con el Eurofighter Typhoon o el Dassault Rafale. Las Fuerzas Aeroespaciales Rusas (VKS) apenas han adquirido un puñado de unidades, con menos de diez entregadas hasta 2025.
La insistencia de Rusia en promocionar el MiG-35 en ferias como MAKS 2019, donde se presentó una maqueta con supuestas mejoras en la geometría del fuselaje y un sistema electroóptico avanzado, no ha revertido su suerte. Países como Egipto, que eligieron el MiG-29M, y Malasia, que se inclinó por el FA-50 surcoreano, han ignorado al MiG-35, lo que demuestra su incapacidad para satisfacer las expectativas de clientes que exigen sistemas confiables y competitivos. La falta de pedidos firmes después de casi dos décadas de promoción deja en evidencia un diseño que no logra adaptarse a las exigencias de la guerra aérea moderna.
La producción del MiG-35 permanece estancada, con solo seis prototipos y un par de unidades de preproducción entregadas a las VKS hasta 2025. Las promesas de una producción a gran escala, anunciadas en múltiples ocasiones desde 2017, no se han concretado. Rusia no ha logrado superar las sanciones occidentales ni ha priorizado este modelo frente a otros como el Su-57. La decisión de utilizar el MiG-35 en roles defensivos limitados, como la intercepción de drones ucranianos sobre Moscú en mayo de 2025, evidencia su relegación a tareas secundarias, lejos de las ambiciones iniciales de un caza multirrol de vanguardia.
Datos clave sobre el desempeño del MiG-35
- Velocidad máxima de Mach 2.25, inferior a competidores como el Su-35.
- Alcance operativo de 2,000 km, limitado frente a cazas modernos como el F-16.
- Capacidad para rastrear 30 objetivos de forma simultánea, pero con un radar AESA inconsistente.
- Máximo peso al despegue de 29,700 kg, clasificado como caza medio, pero menos versátil.
Deficiencias críticas del MiG-35 en el mercado global
El MiG-35 no ha logrado superar las limitaciones tecnológicas y logísticas que lo relegan a un segundo plano frente a competidores globales. Su radar AESA Zhuk-AM, aunque se ha publicitado como comparable al de cazas occidentales, no se ha integrado de forma consistente en las unidades producidas, lo que afecta su capacidad de detección a larga distancia. La ausencia de un motor con empuje vectorial, que sí estuvo presente en prototipos previos como el MiG-29 OVT, reduce su maniobrabilidad en combates aéreos cercanos, lo que representa una desventaja crítica frente a cazas como el F-16 o el Gripen. Además, su dependencia de sistemas rusos complica la integración con armamento occidental, lo que limita su atractivo para países que requieren interoperabilidad con estándares de la OTAN.
La campaña de exportación del MiG-35 ha sido un fracaso sostenido, con intentos infructuosos en mercados como India, Argentina, Bangladesh y Malasia. En 2017, Bangladesh evaluó al MiG-35 en una licitación para ocho cazas, pero las acusaciones de obsolescencia y la preferencia por el Su-30 con radar europeo frustraron la oferta rusa. La exhibición del MiG-35 en SITDEF 2025 en Perú, junto a tanques T-90 y sistemas Pantsir-S1, no generó contratos, ya que países latinoamericanos como Perú prefieren sistemas occidentales como el Gripen.
La falta de interés internacional también obedece a los altos costos operativos y de mantenimiento del MiG-35, a pesar de las afirmaciones de Mikoyan sobre una disminución considerable frente al MiG-29. Los motores RD-33MK, aunque cuentan con una vida útil ampliada a 4,000 horas, no aportan ventajas significativas frente a propulsores de competidores como el F-16, cuyo motor F110 ofrece mayor fiabilidad. Rusia no ha podido garantizar un suministro constante de repuestos, situación que se ha agravado por las sanciones desde 2022, lo que ha disuadido a compradores potenciales que priorizan la sostenibilidad logística sobre promesas técnicas.
El empleo limitado del MiG-35 en la guerra de Ucrania, donde se informó sobre su despliegue para contrarrestar drones en mayo de 2025, no compensa su falta de protagonismo en operaciones de combate reales. Las Fuerzas Aeroespaciales Rusas han priorizado cazas como el Su-30 y Su-35, dejando al MiG-35 en funciones marginales. La persistencia de Rusia en promover un producto claramente superado refleja una desconexión con las exigencias reales del mercado aeronáutico global.
Limitaciones estructurales de la industria aeronáutica rusa
La falta de interés internacional por el MiG-35 refleja sus deficiencias técnicas y también los problemas estructurales de la industria aeronáutica rusa. Las sanciones occidentales, intensificadas desde 2022, han restringido el acceso a componentes clave, lo que ha afectado la producción y el desarrollo de sistemas avanzados como el radar AESA. La reasignación de recursos hacia el Su-57 y otros proyectos de Sukhoi ha dejado al MiG-35 en una situación de estancamiento, con una producción limitada a menos de diez unidades operativas para las VKS hasta 2025. Esta situación contrasta con las promesas de fabricación a gran escala anunciadas en 2017 y 2024, que no han progresado debido a restricciones presupuestarias y logísticas.
El diseño del MiG-35, basado en el antiguo MiG-29, impide la incorporación de innovaciones sustanciales. Aunque se han añadido mejoras como controles fly-by-wire y un sistema electroóptico NPK-SPP OLS-K, estas no compensan la carencia de tecnología furtiva ni la integración limitada con sistemas de guerra en red, ambos elementos esenciales en cazas de quinta generación. La exclusión del empuje vectorial en las versiones de producción, pese a que estuvo presente en prototipos, disminuye aún más su competitividad frente a plataformas como el Su-35, que ofrece mayor maniobrabilidad y capacidad de carga útil.
Los esfuerzos de Rusia por posicionar al MiG-35 como una alternativa económica frente a cazas occidentales han resultado fallidos por su falta de fiabilidad y un soporte logístico deficiente. Países como India, que operan MiG-29 desde hace décadas, han optado por modernizar sus flotas existentes o adquirir cazas como el Rafale, en lugar de invertir en un avión con antecedentes técnicos problemáticos. La ausencia de contratos de exportación, incluso en mercados tradicionalmente aliados como Egipto, demuestra la pérdida de credibilidad de Mikoyan en el contexto internacional.
La obstinación de Rusia en seguir promoviendo el MiG-35, a pesar de su evidente falta de competitividad. La presentación del avión en ferias como MAKS 2019 y SITDEF 2025, junto con afirmaciones infladas sobre su capacidad, no ha modificado la percepción de que el MiG-35 es un producto superado, sin condiciones para responder a las exigencias de la guerra aérea contemporánea. Su asignación a tareas secundarias, como la defensa antiaérea restringida en Moscú, confirma su estatus como un proyecto fallido, sin capacidad para alcanzar los objetivos de exportación planteados por Rusia.