Lockheed Martin, Northrop Grumman y las Fuerzas Armadas estadounidenses prosiguen con determinación el desarrollo del sistema de misiles hipersónicos Dark Eagle.
Aunque las fases de prueba de sus diversos componentes se han enfrentado a algunas dificultades, en el Pentágono reina el optimismo. Informes de fuentes militares estadounidenses internas anticipan la posibilidad de ver un prototipo operativo en 2024.
Sin embargo, la atención se ha ido desplazando gradualmente a los crecientes costes asociados. Analistas locales han expresado su preocupación por el creciente presupuesto de producción de cada unidad, estimado actualmente en 41 millones de dólares.
Esta cifra, proyectada por la Oficina Presupuestaria del Congreso, supera en 10 millones de dólares el coste del Trident II [D5], un misil balístico con capacidad nuclear y pieza clave de la estrategia de disuasión nuclear estadounidense. Dados los retos técnicos que plantea el desarrollo de los componentes del Dark Eagle, se plantea la cuestión de un posible aumento de este ya elevado precio.
La pregunta pertinente es: ¿Qué factores contribuyen al elevado y creciente coste de los misiles hipersónicos? Profundizando en las características del cohete hipersónico, nos encontramos con que el Dark Eagle está diseñado para alcanzar velocidades superiores a Mach 5.
Este objetivo exige un diseño capaz de soportar temperaturas superiores a 3000° Fahrenheit, lo que garantiza un rendimiento óptimo de los componentes electrónicos protegidos por aleaciones diseñadas para altas velocidades.
Coste y complejidad en el desarrollo de misiles hipersónicos
La base principal para la construcción de estos cohetes suele ser una superaleación de níquel, elegida por su excepcional resistencia mecánica y su capacidad para soportar la deformación a temperaturas elevadas.
El tungsteno, apreciado por su punto de fusión extremadamente alto y su importante densidad, se utiliza en las puntas de las ojivas y las superficies de control, que están expuestas a las temperaturas más extremas durante el vuelo.
Además, metales como el molibdeno, el niobio y el tántalo, junto con sus aleaciones, se seleccionan por sus altos puntos de fusión y se aplican en componentes críticos como las toberas de los motores. Los materiales cerámicos, como el carburo de silicio y el carburo de boro, se eligen por su resistencia al choque térmico y su baja conductividad térmica, y desempeñan un papel crucial en el sistema de protección térmica del misil.
Determinar el coste de estos componentes avanzados puede resultar complejo, dada la sofisticación del proceso de fabricación y la naturaleza confidencial de muchas tecnologías militares. Sin embargo, está claro que los costes asociados son significativos, superando a menudo las estimaciones iniciales.
La obtención de materias primas de alta calidad y el diseño de componentes que soporten condiciones extremadamente adversas representan un reto técnico y económico considerable.
Retos y justificaciones del elevado coste de los misiles hipersónicos
Además de los aspectos técnicos y materiales mencionados, un elemento crucial en este marco financiero son los costes de investigación y desarrollo. Estos incluyen no solo las pruebas exhaustivas y la optimización del diseño del misil, sino también la inversión necesaria para levantar y poner en funcionamiento instalaciones de producción de última generación. Todos estos componentes son pilares fundamentales en la generación de armamento de última generación.
Ante el debate sobre la necesidad y viabilidad financiera del sistema hipersónico, teniendo en cuenta su elevado coste, la perspectiva de seguridad nacional de Estados Unidos ofrece una afirmación contundente: la inversión es esencial. La singularidad de las armas hipersónicas reside en su capacidad para alcanzar velocidades extraordinarias, lo que les permite burlar eficazmente las defensas aéreas adversarias.
La creciente evolución de los sistemas antiacceso/denegación de área (A2/AD) por parte de rivales estratégicos como Rusia y China, sobre todo de esta última, pone de relieve la importancia de mantener la ventaja tecnológica. Los sistemas A2/AD amenazan con crear “zonas prohibidas”, espacios estratégicos en los que las fuerzas norteamericanas y sus aliados de la OTAN se verían gravemente comprometidas al intentar actuar. Tomemos, por ejemplo, un escenario de guerra en Taiwán.
El ejército chino, mediante el uso eficaz de sus capacidades A2/AD, podría generar una barrera defensiva alrededor de Taiwán, obstruyendo cualquier intento de intervención de las fuerzas norteamericanas y sus grupos de ataque de portaaviones.
Esta situación relegaría a los portaaviones y a sus grupos de ataque a un papel marginal, incapaces de ejercer una respuesta eficaz ante tal blindaje defensivo, demostrando así la imperiosa necesidad de sistemas hipersónicos capaces de penetrar estas defensas avanzadas.
Relevancia de la tecnología hipersónica para los adversarios a gran escala
La posibilidad de una guerra a gran escala contra potencias como China y Rusia realza el valor estratégico de las armas hipersónicas. Estas herramientas de combate tienen el potencial de neutralizar las defensas aéreas actuales y pueden tener un impacto devastador en las capacidades militares del adversario.
El Dark Eagle [LRHW], una innovación destinada al ejército estadounidense, se posiciona como un misil hipersónico superficie-superficie de alcance intermedio. Este sistema bifurcado se compone de un vector de lanzamiento y un planeador hipersónico, en una colaboración entre los gigantes de la industria Lockheed Martin y Northrop Grumman. La primera parte del sistema actúa como un propulsor de doble etapa, catapultando la nave a través de la atmósfera.
El planeador, a su vez, utiliza esta asistencia propulsora para alcanzar y mantener velocidades superiores a Mach 5, aproximándose a las 3.900 millas por hora. Este elemento está diseñado para ser maniobrable, lo que complica aún más su detección y neutralización. La cooperación entre el Ejército y la Marina estadounidenses ha sido clave en el desarrollo de esta tecnología.
Implicaciones estratégicas del sistema LRHW desplegado en tierra
Profundizando en el diseño y funcionalidad del sistema LRHW, nos encontramos ante una plataforma terrestre capaz de desplegar misiles a velocidades superiores a las 3.800 millas por hora. Este arsenal es capaz de elevarse hasta la estratosfera, eludiendo así los sistemas tradicionales de defensa antiaérea y antimisiles.
Una vez en posición, estos misiles están listos para lanzar un ataque sorpresa, dejando poco margen para una respuesta defensiva eficaz. Esta capacidad representa el núcleo de la amenaza que proyecta el Dark Eagle, según la perspectiva militar.
“El sistema LRHW proporciona al Ejército una capacidad ofensiva estratégica decisiva. Está específicamente diseñado para contrarrestar los sistemas antiacceso/denegación de área [A2/AD], neutralizar las defensas aéreas a distancia y atacar objetivos de alto valor o sensibles al tiempo”, afirman fuentes del Ejército.
Este sistema, por tanto, resulta ser un elemento crítico en la estrategia de proyección de fuerzas y disuasión de Estados Unidos para hacer frente a los retos que plantean los modernos teatros de operaciones militares.