En un movimiento que amenaza con reafirmar la creciente división militar entre Turquía y la OTAN, la industria de defensa de Rusia está intensificando sus esfuerzos para vender a Ankara su caza Su-35 tras el acuerdo del S-400 que vio la expulsión de Turquía del programa F-35.
El director ejecutivo de Rostec, Sergei Chemezov, hizo una declaración clara de la intención rusa a principios de la semana pasada: “Si nuestros colegas turcos expresan su interés, estamos listos para trabajar en la entrega del Su-35”. Esta oferta marca un cambio con respecto a las propuestas iniciales de Rusia de vender a Turquía su próximo caza Su-57, hechas a principios de este verano.
Como se describió anteriormente, el Su-35 es actualmente el caza de superioridad aérea más avanzado de Rusia. Diseñado como una solución provisional para mantener a la Fuerza Aérea Rusa (VKS) en previsión del Su-57, el Su-35 ofrece una combinación convincente de rendimiento y versatilidad de funciones con su suite de aviónica modernizada, los misiles aire-aire Vympel R-77, y una variante lanzada desde el aire de los misiles antibuque Kalibr de Rusia. La oferta de Chemezov refleja la confianza de Rusia en que el Su-35, a diferencia del Su-57, puede ser producido en serie en cantidades suficientes para satisfacer el plazo de entrega de Turquía de principios de 2020.
El anuncio de Chemezov se produjo solo dos días después de que Washington retirara formalmente a Turquía del programa F-35, lo que costó a Ankara miles de millones de dólares en contratos de trabajo y transferencia de tecnología F-35. La reticente decisión de la administración Trump se produce en medio de la preocupación estadounidense de que el hecho de albergar el S-400, una “plataforma de recogida de información rusa”, muy cerca del F-35 pueda comprometer las capacidades de ocultación de este último.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha declarado repetidamente durante los meses anteriores que tiene la intención de ir más allá del sistema S-400 en la profundización de la asociación ruso-turca de defensa, lo que se manifiesta sobre todo en sus planes de producir conjuntamente el próximo sistema de defensa de misiles S-500 con Rusia.
El gobierno de Erdogan ha mantenido hasta ahora sus planes de adquisición de cazas de combate cerca de su chaleco, tal vez debido a la vergüenza de la riqueza. Además del Su-35, la actual cosecha de Turquía de posibles opciones de importación, suponiendo que no haya más sanciones occidentales, incluye el Eurofighter Typhoon y el sueco Saab JAS 39 Gripen. Pero la competencia más destacada del Su-35 viene de la propia Turquía, en la forma de la ambición de Ankara de producir su propia quinta generación autóctona, el caza “TF-X”. El proyecto TF-X goza de un amplio apoyo político en todo el sistema de seguridad turco, pero se ve obstaculizado por un precio prohibitivamente alto y por las continuas disputas con un proveedor de componentes británico. Por último, el sector de defensa turco está bien versado en apalancar a Rusia y a Occidente en busca de condiciones de importación favorables; es relativamente improbable, pero no imposible a largo plazo, que Ankara importe cazas estadounidenses si se reconcilia con Washington durante la próxima década y reafirma su compromiso con la infraestructura de defensa común de la OTAN.
Si la OTAN puede descartar el acuerdo del S-400 como un desafortunado caso único, entonces un contrato de importación del Su-35 confirmaría lo que algunos analistas occidentales sostienen que es una reorientación a largo plazo de las prioridades de defensa turcas. El establishment de seguridad ruso entiende y trata de explotar el hecho de que la mera discusión pública sobre la compra del Su-35 de Turquía tiene una influencia perturbadora en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, destaca el experto militar Alexander Perendzhiev. Sin embargo, el Kremlin espera utilizar la buena voluntad mutua generada por el acuerdo del S-400 para conseguir algo más que una victoria moral.
Los recientes comentarios del Viceprimer Ministro ruso Yuri Borisov sobre la venta de aviones militares rusos a Turquía reflejan un resumen adecuado de los temores occidentales: “¿Por qué no? Ya se ha sentado el precedente”.