La República Islámica de Pakistán vuelve a ser noticia, y por múltiples razones. Para empezar, el ex presidente pakistaní, el general Pervez Musharraf, falleció el 5 de febrero de 2023, y sigue siendo una figura polarizadora en la turbulenta historia de ese país.
Por un lado, es vilipendiado por gran parte de la población y fue procesado y condenado por traición. Por otro lado, Musharraf convirtió a Pakistán en un aliado clave de Washington en la guerra global contra el terrorismo tras los atentados del 11-S en suelo estadounidense, reprimiendo el islamismo radical dentro de sus fronteras. 2.500 personas asistieron a su funeral este mes.
Mientras tanto, Pakistán también ha sido noticia en las mismas páginas de 19CincuentaCinco, ya que mi colega Peter Suciu informó ayer sobre los ejercicios navales conjuntos de Pakistán con la República Popular China. Se trata de un asunto que preocupa seriamente tanto a Estados Unidos como a India, un aliado regional clave, no sólo por el hecho de que China siga ampliando su ya formidable arsenal nuclear, sino por el hecho de que Pakistán es también una nación con armas nucleares. Echemos ahora un vistazo más profundo a las capacidades nucleares de Pakistán.
Los inicios del programa pakistaní de armas nucleares
El programa de armas nucleares de Pakistán comenzó en 1972, tras sufrir una humillante derrota en la guerra indo-pakistaní de 1971 que dio lugar a la independencia de Bangladesh; en aquel momento, el entonces primer ministro de Pakistán, Zulfikar Ali Bhutto, hizo una famosa declaración: “Si India construye la bomba, comeremos hierba u hojas, incluso pasaremos hambre, pero conseguiremos una de las nuestras”.
Un actor clave en el desarrollo nuclear de Pakistán fue el Dr. Abdul Qadeer (A.Q.) Khan (1936 – 2021), que trabajó entre 1972 y 1975 en el Laboratorio de Investigación Dinámica Física de Ámsterdam, donde tuvo acceso a información sobre el enriquecimiento de uranio, y luego, en 1976, se llevó esos conocimientos -junto con algunos documentos secretos convenientemente robados sobre la construcción de centrifugadoras de uranio- a los secretos Laboratorios de Investigación de Ingeniería (ERL) de su país, en la ciudad de Kahuta. Ocho años más tarde, el país había adquirido la capacidad de enriquecer uranio para fabricar armas.
Por diversas razones geopolíticas, los trabajos se paralizaron durante más de una década, pero las misiones nucleares de Islamabad no se marchitaron durante ese interludio. Y en 1998, el genio nuclear salió completamente de la botella subcontinental india: el 11 de mayo de 1998 -24 años después de su supuesta “explosión nuclear pacífica” bautizada con el nombre en clave de “Buda sonriente”- India llevó a cabo con éxito sus pruebas de armamento nuclear conocidas como Pokhran II.
Para el gobierno de Islamabad, entonces bajo el liderazgo del Primer Ministro Nawaz Sharif, los proverbiales guantes estaban fuera, y 17 días más tarde siguieron su ejemplo mediante las operaciones de pruebas nucleares codificadas como Chagai-I; en palabras del propio Sr. Sharif, “Hoy, hemos saldado una cuenta pendiente y hemos llevado a cabo cinco pruebas nucleares con éxito”.
Pakistán y las armas nucleares: ¿En qué punto se encuentran?
En la actualidad, Islamabad posee entre 100 y 165 cabezas nucleares -dependiendo de la fuente que se consulte-, mientras que India tiene entre 90 y 110 armas nucleares. Según una hoja informativa del Centro para el Control de Armamentos y la No Proliferación, con sede en Washington DC, “Pakistán tiene 6 tipos operativos de misiles balísticos con capacidad nuclear. Su arsenal global consiste principalmente en misiles balísticos de corto y medio alcance, pero está haciendo progresos significativos en sus capacidades de misiles de crucero.
El arsenal terrestre consta de aproximadamente 106 misiles terrestres con rendimientos de 5-40 kt. Los misiles balísticos terrestres de Pakistán incluyen los de corto alcance Abdali, Ghaznavi, Shaheen-1 y NASR, así como los de medio alcance Shaheen-2 y Ghauri”.
Además de poder lanzar estas ojivas nucleares desde lanzadores terrestres, las fuerzas armadas pakistaníes tienen capacidad para lanzar cargas nucleares desde el aire; 36 de las ojivas nucleares del país están configuradas para ser lanzadas desde el aire, y se sospecha que tanto los F-16 como los Dassault Mirage III y V de la Fuerza Aérea de Pakistán están configurados para este tipo de misiones.
El futuro del programa nuclear pakistaní
Pakistán no finge ningún interés en la no proliferación y, de hecho, está tratando de ampliar sus capacidades de armamento nuclear. Citando de nuevo la hoja informativa del Centro para el Control de Armas, “El Shaheen-3 y el misil balístico de medio alcance (MRBM) Ababeel están actualmente en desarrollo. Se cree que el Ababeel tiene un diseño de vehículo de reentrada de objetivos múltiples independientes (MIRV), pero todavía no ha probado esta capacidad. Los expertos han expresado sus dudas de que Pakistán haya conseguido miniaturizar una ojiva nuclear, paso necesario para el funcionamiento de un MIRV”.
Mientras tanto, Pakistán está tratando de reforzar su arsenal nuclear lanzado desde el aire, que se manifiesta en el misil de crucero lanzado desde el aire Ra’ad II (ALCM), que se presentó en 2017 y se lanzará en 2020 desde el Mirage III antes mencionado.
Por último, aunque Pakistán aún no cuenta con una verdadera tríada nuclear, es posible que eso cambie pronto. Aunque todavía se encuentra en fase de desarrollo y no en fase de producción/operación real, el Babur-3, una versión lanzada desde el mar del Babur-2 con capacidad nuclear lanzada desde tierra, ha sido probado bajo el agua en dos ocasiones.
Y lo que es más inquietante, a finales de 2021, Pakistán aprobó la compra a China de 8 nuevos submarinos de la clase Yuan Tipo 039A con capacidad para misiles y propulsión independiente del aire (AIP), lo que de hecho daría a Pakistán una disuasión de buena fe basada en el mar y finalizaría así una tríada nuclear pakistaní.
Son tiempos de miedo los que vivimos, o como dice el proverbio chino: “Que vivas tiempos interesantes”.