El plan ruso de 5.000 misiles para 2035 impulsa los 542.000 millones de dólares del Golden Dome, un escudo espacial de EE. UU. contra amenazas globales.
Rusia amplía su arsenal y EE. UU. responde con el Golden Dome
La Defensa de Inteligencia de Estados Unidos (DIA) alertó el 13 de mayo de 2025 sobre el plan de Rusia para acumular 5.000 misiles de crucero y 1.000 armas hipersónicas para 2035, según un informe titulado “Golden Dome for America: Current and Future Missile Threats to the U.S. Homeland”. Este incremento armamentístico, que incluye misiles como el Kh-101 y el Kalibr, busca fortalecer la capacidad de ataque preciso de Rusia, especialmente tras su uso intensivo en Ucrania desde 2022. En respuesta, el gobierno de Donald Trump impulsa el Golden Dome, un sistema de defensa antimisiles valorado en 542.000 millones de dólares para proteger a Estados Unidos de amenazas balísticas, hipersónicas y de crucero provenientes de Rusia, China, Corea del Norte e Irán. El proyecto, que incluye interceptores espaciales y sensores avanzados, recibió un impulso inicial de 24.700 millones de dólares en el paquete de reconciliación del Congreso en abril de 2025.
El informe de la DIA detalla que el Kh-101, un misil de crucero lanzado desde bombarderos estratégicos Tu-95 y Tu-160, tiene un alcance de 5.500 kilómetros y puede llevar ojivas nucleares o convencionales. Su diseño de vuelo a baja altitud y sistemas de guía avanzados lo hacen difícil de detectar por radares terrestres. Por su parte, el Kalibr, desplegado desde corbetas, fragatas y submarinos, alcanza 2.500 kilómetros y ha sido clave en ataques a infraestructuras en Ucrania. La proyección rusa de 5.000 misiles refleja una producción constante, aunque limitada por sanciones económicas, lo que representa un desafío directo a la seguridad de Estados Unidos.
El Golden Dome, inspirado parcialmente en el sistema Cúpula de Hierro de Israel, busca superar las limitaciones de este último, que solo intercepta proyectiles de corto alcance. La escala de Estados Unidos, 400 veces mayor que Israel, exige una arquitectura defensiva más compleja. Por ello, el proyecto prioriza tecnologías espaciales, como satélites de detección y seguimiento de misiles, y sistemas de interceptación en la fase de impulso, cuando los misiles son más vulnerables. La Space Development Agency (SDA) y la Missile Defense Agency (MDA) lideran el desarrollo de estas capacidades, con un enfoque en sensores espaciales como el Discriminating Space Sensor (DSS), previsto para 2029, y el Hypersonic and Ballistic Tracking Space Sensor (HBTSS), que ya demostró su eficacia en pruebas en 2025.
El Congreso ha mostrado un fuerte respaldo al proyecto, con la House Armed Services Committee aprobando 24.700 millones de dólares en abril de 2025, de los cuales 7.200 millones se destinan a sensores espaciales, 5.600 millones a interceptores en fase de impulso y 2.400 millones a armas de energía dirigida no cinéticas. Empresas como SpaceX, Lockheed Martin y The Aerospace Corporation compiten por contratos, con Spacexliderando una propuesta para una constelación de 400 a 1.000 satélites de seguimiento y 200 satélites de ataque armados con misiles o láseres.
Datos clave sobre el Golden Dome y la amenaza rusa
- Proyección rusa: 5.000 misiles de crucero y 1.000 hipersónicos para 2035, según la DIA.
- Costo del Golden Dome: 542.000 millones de dólares estimados por la Congressional Budget Office para 20 años.
- Fondos iniciales: 24.700 millones de dólares aprobados en 2025, con 7.200 millones para sensores espaciales.
- Tecnología clave: Satélites DSS y HBTSS para detección y seguimiento de misiles balísticos e hipersónicos.
- Plazo: Prototipo de sensor espacial para 2029, con arquitectura completa post-2030.
China y otros actores complican el panorama defensivo
Además de Rusia, el informe de la DIA destaca a China como una amenaza creciente, con un arsenal proyectado de 4.000 armas hipersónicas y 700 misiles balísticos intercontinentales para 2035. Los sistemas chinos, como el DF-ZF y los misiles balísticos lanzados desde submarinos, integran tecnologías avanzadas como inteligencia artificial y sistemas de bombardeo orbital fraccional, que desafían las defensas convencionales. Corea del Norte, con 50 misiles intercontinentales proyectados, e Irán, con posibles 60 misiles para 2035, añaden presión al sistema defensivo estadounidense. La cooperación entre Rusia, China, Corea del Norte e Irán, evidenciada por transferencias de tecnología como los misiles KN-23 norcoreanos usados en Ucrania, complica aún más el escenario.
El Golden Dome retoma conceptos del programa Strategic Defense Initiative de Ronald Reagan, cancelado en 1994 por desafíos técnicos y costos elevados. Sin embargo, avances tecnológicos, como los cohetes reutilizables de Spacexy los satélites de órbita baja de la Proliferated Warfighter Space Architecture, hacen viable una red de defensa espacial. Por ejemplo, Spacexlanzó 1.800 satélites Starlink en 2024, demostrando capacidad para desplegar constelaciones masivas rápidamente. No obstante, expertos como Laura Grego de la Union of Concerned Scientists advierten que el sistema podría requerir miles de satélites para ser efectivo contra ataques múltiples, lo que elevaría los costos y la complejidad.
El proyecto también enfrenta críticas internacionales. Los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping calificaron el Golden Dome como “profundamente desestabilizador” en una declaración conjunta, argumentando que fomenta una carrera armamentística global. A pesar de ello, el Pentágono, bajo la dirección del secretario de Defensa Pete Hegseth, prioriza el desarrollo de esta arquitectura, integrándola en la estrategia de defensa nacional para 2026. La Space Force, liderada por el general B. Chance Saltzman, resalta la necesidad de sensores y sistemas de comando y control avanzados para garantizar la operatividad del escudo.
El Golden Dome no solo busca contrarrestar misiles balísticos, sino también amenazas emergentes como vehículos hipersónicos y sistemas de ataque convencionales. La MDA planea pruebas adicionales con el HBTSS en 2026, mientras que el DSS mejorará la capacidad de distinguir ojivas reales de señuelos. Además, el sistema integrará radares terrestres mejorados, como el SBX Radar y el Patriot Radar, con una inversión de 1.900 millones de dólares en 2025. Estas capacidades, combinadas con interceptores no cinéticos, como láseres, buscan ampliar el margen de respuesta en la fase de impulso, que dura solo minutos.
Desafíos logísticos y perspectivas a largo plazo
El desarrollo del Golden Dome enfrenta retos significativos. La Congressional Budget Office estima que el costo podría variar entre 161.000 y 542.000 millones de dólares, dependiendo de los costos de lanzamiento y la cantidad de interceptores. Aunque los avances en cohetes reutilizables han reducido los costos de lanzamiento hasta un 40% respecto a estimaciones previas, la necesidad de una arquitectura proliferada para enfrentar amenazas múltiples sigue siendo un obstáculo. Analistas como Todd Harrison del American Enterprise Institute señalan que un sistema capaz de interceptar solo dos misiles requeriría 11.000 a 27.000 millones de dólares, y duplicar esa capacidad implicaría duplicar los costos.
Por otro lado, la SpaceX de Elon Musk propone un modelo de suscripción para operar los satélites, lo que podría alterar la relación tradicional entre el Pentágono y los contratistas. Aunque Musk negó públicamente haber pujado por contratos, su empresa, junto a Anduril y Palantir, lidera las propuestas para la capa de custodia satelital, que detecta y rastrea misiles. Este enfoque comercial, combinado con la experiencia de Lockheed Martin en sistemas como el THAAD y el PAC-3, busca acelerar el despliegue del sistema.
El Golden Dome representa una apuesta estratégica de Estados Unidos para mantener la superioridad defensiva frente a un panorama de amenazas en evolución. La proyección de Rusia de alcanzar 5.000 misiles para 2035, junto con el crecimiento de los arsenales de China, Corea del Norte e Irán, subraya la urgencia del proyecto. Con un enfoque en tecnologías espaciales y una inversión inicial significativa, el sistema busca transformar la defensa antimisiles, aunque su éxito dependerá de superar desafíos técnicos, financieros y políticos en los próximos años.