El F-22 Raptor destaca como el caza de dominio aéreo supremo a escala mundial, pionero en la categoría de caza furtivo operativo.
Actualmente, el F-22 se enfrenta a una fase crepuscular, con una flota que disminuye año tras año. Tras el cese de su producción, prevé su jubilación programada, esperando ser sustituido por el emergente programa de Dominio Aéreo de Nueva Generación para la década de 2030.
F-22 Raptor: Un legado de superioridad aérea y exclusividad
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Una característica notable del F-22 Raptor es su exclusividad operativa por parte de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, ya que nunca ha sido exportado.
Desde su entrada en servicio activo en 2005 hasta el cierre de su línea de producción en 2011 para dar paso al desarrollo del F-35 Lightning II, el F-22 ha sido objeto de deseo internacional. Aunque naciones aliadas como Australia, Israel y Japón, todas ellas socios estratégicos de Estados Unidos, manifestaron su interés por adquirir este avión de combate, sus peticiones no llegaron a buen puerto.
Históricamente, se planteó la posibilidad de vender el F-22 Raptor a aliados clave, argumentando posibles beneficios para el sector aeroespacial y de defensa estadounidense, así como el fortalecimiento de los lazos diplomáticos. Sin embargo, prevaleció la preocupación por la seguridad de la tecnología sensible del avión.
“Proteger la propiedad intelectual de las tecnologías críticas de EE. UU. e impedir su acceso a posibles adversarios es de la máxima importancia para la seguridad nacional”, subrayaba un estudio del Servicio de Investigación del Congreso en 2007.
La incertidumbre residía en si Estados Unidos y Japón podrían ponerse de acuerdo sobre las especificaciones de una versión de exportación del F-22, ya que Japón aspiraba a un avión con prestaciones similares a los que operan las Fuerzas Aéreas estadounidenses.
La exclusividad del F-22 Raptor: Las razones de su no exportación
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Otra opinión contraria a la exportación del F-22 a aliados extranjeros hacía hincapié en la premisa de que Estados Unidos no debía influir en los equilibrios de poder regionales. En los debates de la década de 2000, la percepción de China y Rusia como amenazas para la seguridad nacional estadounidense no era tan acusada como en la actualidad, sobre todo en el caso de China.
Durante ese periodo, la Guerra Global contra el Terrorismo acaparó toda la atención del ejército estadounidense, exigiendo recursos y atención en la lucha contra la insurgencia en Irak y la campaña para derrotar a los talibanes en Afganistán. La preservación de la estabilidad mundial se consideraba esencial para un ejército estadounidense inmerso en estas guerras.
A pesar de esta perspectiva, había indicios dentro del Pentágono que apuntaban a un apoyo a la venta del F-22 a determinados aliados estratégicos. Informes del Departamento de Defensa revelaron que se habían realizado evaluaciones de posibles variantes del F-22 aptas para la exportación. Sin embargo, tales iniciativas se encontraron con un obstáculo insalvable en el Congreso, que vetó cualquier intento de comercialización internacional de esta plataforma furtiva.
Inicialmente, el diseño y la finalidad del F-22 Raptor no contemplaban su distribución fuera de las fronteras de Estados Unidos, lo que marcaba un importante contraste con la filosofía del F-35 Lightning II, diseñado desde su concepción para ser compartido con una red de 18 naciones asociadas.