En los círculos académicos existe la opinión de que los portaaviones pueden quedar pronto obsoletos debido a la naturaleza de la amenaza que supone China. Se cree que los sistemas de reconocimiento de largo alcance y los misiles que está desarrollando la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN) son lo suficientemente precisos y destructivos como para inutilizar un portaaviones, y eliminar incluso uno de ellos tendría un efecto devastador en la postura de defensa de Estados Unidos en el teatro de operaciones del Pacífico. Por eso, seguir desarrollando nuevos portaaviones ha sido considerado por algunos como una situación de “demasiados huevos en una cesta”.
Los portaaviones tienen futuro
Pero donde este argumento se rompe es cuando se consideran las alternativas disponibles. ¿Qué otra opción tiene la Armada aparte de lo que es esencialmente un portaaviones, una base aérea flotante y móvil? ¿Cuáles son las mejores opciones?
Dado que la Armada no depende de las bases terrestres, no es vulnerable a los ataques de la misma manera que lo sería la Fuerza Aérea. Además de permitir que la Armada no esté atada a las bases terrestres, los portaaviones desempeñan un papel que una flota de buques más pequeños nunca podría cumplir, al menos en un futuro previsible. He aquí algunas razones por las que su papel es tan indispensable.
Letalidad
Los portaaviones de gran cubierta y propulsión nuclear contribuyen en gran medida a que un adversario se lo piense dos veces antes de lanzar un ataque. Sostienen la estrategia de disuasión de la Marina, enviando el mensaje a los potenciales agresores de que Estados Unidos está equipado para derrotarlos en una guerra real.
La letalidad de los portaaviones se deriva del tipo de armas que llevan. Los portaaviones de las clases Nimitz y Ford están armados con docenas de cazas de ataque, en su mayoría F/A-18E y F/A-18F Super Hornets, y además están equipados con defensas antiaéreas y de misiles. La otra parte de la letalidad de los portaaviones es su resistencia para sostener los ataques. Los sistemas de armamento de los portaaviones tienen la capacidad de golpear cientos de objetivos en tierra o en el mar cada día durante un conflicto.
Versatilidad
Un portaaviones de gran cubierta y propulsión nuclear es intrínsecamente versátil. Puede llevar a cabo simultáneamente misiones de proyección de poder, control del mar, defensa aérea y otras más. Los portaaviones también tienen un alcance ilimitado con energía nuclear, por lo que nunca necesitan repostar en el mar. Esto les permite desplazarse unas 700 millas en un solo día. Sin los portaaviones, mantener las operaciones contra adversarios lejanos sería extremadamente difícil.
La versatilidad de los portaaviones es también una cuestión de conveniencia: nada más puede proporcionar una base marítima móvil flotante de capacidad similar. Cuando la Marina tiene todo lo que necesita para prepararse para un conflicto en un solo lugar, tiene mucho menos sentido plantearse pasar a depender de una serie de buques más pequeños y dispersos en combinación con bases en países aliados. Esa situación crearía una maraña logística inmediata que iría en detrimento de la Armada si estalla un conflicto en el Pacífico, especialmente con China.
Coste
Los portaaviones son caros: un grupo de ataque de portaaviones cuesta probablemente mil millones de dólares al año en propiedad y operación. Eso es menos del diez por ciento de lo que el gobierno federal gasta cada día. El gasto diario del gobierno federal asciende a unos 16.000 millones de dólares, que es la misma cantidad que cuesta construir y equipar un nuevo portaaviones de clase Ford. Los costes anuales de mantenimiento son probablemente inferiores al gasto federal de un día para los diez portaaviones estadounidenses. Los costes de explotación después de la construcción son de unos 800 millones de dólares al año durante los 50 años de vida útil de un portaaviones. Si se añaden los destructores de escolta a la factura, se añaden otros 200 millones de dólares.
En última instancia, el gasto de los portaaviones es una inversión a largo plazo que existe para garantizar que la Armada pueda cumplir sus objetivos a niveles sostenidos cuando estalle la guerra. No es probable que los buques de guerra más pequeños puedan operar semana tras semana con la intensidad de la que son capaces los portaaviones. ¿Cuánto tiempo es plausible mantener una opción alternativa, teniendo en cuenta el ritmo al que los combatientes de superficie podrían gastar sus misiles en conflictos importantes?
Supervivencia
En comparación con cualquier alternativa, los portaaviones de gran cubierta y propulsión nuclear son mucho más resistentes para soportar posibles ataques. Su tamaño, flexibilidad de movimientos y nivel de protección los convierten en objetivos formidables para los adversarios. Hundir o inutilizar uno solo se considera casi imposible, salvo mediante el uso de un arma nuclear. Por eso se discute si las últimas armas del PLAN son realmente capaces de derribar un portaaviones.
Crecimiento
No hay razón para creer que los portaaviones estén entrando en la obsolescencia cuando el ala aérea de los portaaviones está entrando en una nueva etapa de evolución.
En los próximos 40 años, la Marina completará la transición de los portaaviones de la clase Nimitz a los de la clase Ford. Por primera vez, Estados Unidos tendrá portaaviones equipados con el sigiloso F-35C (la versión para portaaviones del vanguardista avión de combate F-35), además del E-2D Advanced Hawkeye, un avión con radar que puede rastrear decenas de objetivos a muchas millas de distancia, y el CMV-22, un rotor basculante flexible para reabastecer a los portaaviones.
En el futuro, la Armada también podrá añadir aviones no tripulados al ala aérea del portaaviones. El equipo más importante en esta fase será el avión no tripulado MQ-25, que es básicamente un avión cisterna no tripulado.
Estos avances prácticamente garantizan que los portaaviones estadounidenses seguirán siendo la principal arma de guerra geopolítica durante las próximas décadas, tanto como instrumento de disuasión como para derrotar agresiones.