El B-21 Raider, un prodigio de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), despegó para su primer vuelo, marcando un hito en la tecnología aeroespacial.
Con la presencia de apasionados y fotógrafos, el Raider levantó vuelo a las 6:51 am. Ann Stefanek, vocera de la USAF, resaltó la importancia de este vuelo, calificándolo como un paso crucial en las pruebas del B-21 Raider, gestionadas por el Centro de Pruebas de la Fuerza Aérea y el 412º Escuadrón de Pruebas.
El B-21 recibió el sobrenombre de ‘Cerberus’, inspirado en el legendario guardián del inframundo griego, Hades. Este nombre, plasmado en el fuselaje, simboliza su capacidad para infiltrarse en territorios enemigos y desplegar su potencial destructivo, incluyendo armamento nuclear.
Este avanzado bombardero es el sucesor del B-2 Spirit, con diferencias notables en su diseño. Las entradas de aire del Raider, aunque similares a las del B-2, carecen de sus características sierras, una modificación pensada para reducir su detectabilidad por radar. A diferencia del Spirit, que posee cuatro motores, el B-21 parece tener solo dos, sugerido por sus escapes más pequeños.
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Aunque más compacto que el B-2, el B-21 mantiene una bahía de armas versátil y adaptable a diversos tipos de municiones. Se especula que incluso posee compartimentos adicionales para armamento.
Dotado de tecnología de punta, el Raider incluye radares AESA de última generación y sistemas de guerra electrónica distribuidos a lo largo del fuselaje, proporcionando una capacidad de detección omnidireccional. Diseñado para operar en red, se integra a la perfección con cazas y drones furtivos, coordinando operaciones de manera eficiente.
El B-21 Raider se distingue por su capacidad de transportar tanto armas convencionales como nucleares a largas distancias, manteniéndose «invisible» al enemigo. Presentado en diciembre de 2022, este bombardero fue desarrollado completamente en un entorno digital, lo que permite actualizaciones rápidas y eficientes de software y hardware.
Northrop Grumman y la USAF han desarrollado un duplicado digital tridimensional del B-21, operando en un metaverso que replica fielmente su contraparte física. Este gemelo digital es una herramienta crucial para el mantenimiento y anticipación de fallos potenciales, asegurando la máxima eficiencia y seguridad de la aeronave.
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La USAF tiene en marcha un ambicioso proyecto para integrar a su flota aérea los avanzados B-21 Raiders. Se estima que el costo de cada uno de estos bombarderos es de unos 750 millones de dólares. La intención es adquirir al menos 100 unidades, reemplazando así a los actuales B-1 y B-2. Los datos del Pentágono revelan que operar un B-1 cuesta cerca de 60.000 dólares por hora, representando un ahorro significativo frente a su predecesor, el B-2. Se espera que los primeros B-21 Raiders estén operativos en la Base de la Fuerza Aérea de Ellsworth hacia mediados de los años 2020.
A lo largo del tiempo, el primer vuelo del B-21 ha enfrentado varios retrasos debido a desafíos técnicos y logísticos, incluyendo las complicaciones generadas por la pandemia de COVID-19 en su diseño y producción.
Estados Unidos ha sido pionero en el desarrollo de tecnología furtiva. Esta trayectoria comenzó en los años 70 con el programa “Have Blue”, que dio pie al F-117 Nighthawk, el primer avión de combate furtivo en servicio desde 1981. Posteriormente, en la década de 1990, se introdujo el B-2 Spirit, llevando la tecnología furtiva a un nivel superior. El B-21 representa la culminación de estas tres décadas de innovación en tecnología de invisibilidad. La Fuerza Aérea estadounidense lo considera un pilar clave en su capacidad ofensiva aérea y un elemento esencial de su tríada nuclear, junto con los misiles balísticos intercontinentales y los submarinos atómicos.
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En el ámbito internacional, China está desarrollando su propio bombardero furtivo, el H-20. Aunque los detalles técnicos completos del H-20 aún no son públicos, se especula que podría ser similar al B-2 Spirit. Además, China afirma poseer un “radar cuántico” capaz de detectar B-2. Rusia también sostiene que sus radares pueden identificar estos bombarderos en vuelo.
Se especula que el B-21 superará en capacidades de sigilo a su predecesor, el B-2. Aunque todavía no se han confirmado oficialmente, estas afirmaciones apuntan a un avance significativo en la tecnología de indetectabilidad.