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Portada » Zona de guerra » Putin podría decidir atacar a la OTAN e invadir el Báltico

Putin podría decidir atacar a la OTAN e invadir el Báltico

Mientras Finlandia, el Reino Unido y Polonia podrían participar activamente, Alemania, consciente de que el Artículo 5 de la Carta de la OTAN no le impone una obligación de respuesta armada, probablemente abogaría por la negociación.

por Arí Hashomer
19 de enero de 2024
en Zona de guerra
Putin podría decidir atacar a la OTAN e invadir el Báltico

El almirante Michel Hofman, máximo responsable del Estado Mayor belga, ha expresado su inquietud sobre la posibilidad de que Rusia extienda sus operaciones militares, potencialmente abriendo un nuevo frente bélico en Moldavia o en los países bálticos. Esta preocupación es compartida por varios analistas de Ucrania y Rusia, sugiriendo que estas especulaciones podrían tener un fundamento preocupante.

Potenciales blancos de la expansión militar rusa

Los países que podrían estar en el punto de mira de Rusia incluyen Estonia, Letonia y Moldavia. Estos pequeños Estados (con áreas de 42.388 km², 62.249 km² y 32.891 km² respectivamente), poseen poblaciones relativamente modestas (1.202.762, 1.821.750 y 3.250.532 habitantes, en el mismo orden) y un número limitado de personal militar en activo (7.000, 7.000 y 6.500 soldados respectivamente).

Un aspecto crucial a considerar es que Estonia y Letonia cuentan con importantes minorías rusas (24,5% en ambos casos), lo que podría generar una percepción de apoyo interno o de potenciales “quintas columnas”. Por otro lado, la región separatista de Transnistria en Moldavia aún alberga alrededor de 1.500 soldados rusos y considerables depósitos de municiones.

La invasión a Moldavia representaría un desafío logístico significativo para Rusia, dado que no comparte frontera directa con este país. Además, tal acción probablemente arrastraría a Ucrania y posiblemente a Rumania al conflicto. Aunque una victoria rusa podría traducirse en un triunfo de índole imperialista, los beneficios reales serían mínimos, dada la situación económica precaria de Moldavia. En resumen, una invasión a este país podría resultar más problemática que beneficiosa.

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En contraste, una operación militar contra Estonia o Letonia podría ser más factible y rentable para Rusia.

La vulnerabilidad de la OTAN y un potencial escenario bélico

Un análisis realizado por la RAND Corporation revela una preocupante vulnerabilidad en la capacidad de la OTAN para defender con éxito a sus miembros más expuestos. Según simulaciones realizadas, las fuerzas rusas podrían alcanzar las capitales de Estonia y Letonia (Tallin y Riga, respectivamente) en un máximo de 60 horas. Esto dejaría a la OTAN con opciones limitadas y desfavorables: una contraofensiva riesgosa y sangrienta, una escalada de conflicto similar a la estrategia de disuasión de la Guerra Fría, o aceptar una derrota temporal con consecuencias potencialmente desastrosas tanto para la Alianza como para la población del Báltico.

Rusia podría lograr sus objetivos de manera más sencilla, replicando tácticas históricas como el Incidente de Gleiwitz de 1939, que marcó el inicio de la invasión alemana a Polonia. De manera similar, Rusia podría orquestar un incidente provocativo, culpando a un ficticio grupo extremista de Estonia o Letonia, para justificar una intervención militar en defensa de los derechos humanos y la libertad de los rusos en estos países. Putin, apelando a su compromiso de proteger a los rusos en todas partes, podría utilizar esto como pretexto para una intervención militar.

Desafíos de la OTAN ante una posible agresión híbrida

En un escenario donde Rusia opte por una agresión “híbrida”, la respuesta de la OTAN se enfrentaría a un complejo laberinto de decisiones políticas y militares. Países como Hungría, Eslovaquia y posiblemente Turquía podrían manifestar su oposición a una acción coordinada.

Líderes como Victor Orban, Robert Fico y Recep Tayyip Erdoğan, que ya muestran reticencia a intervenir en Ucrania, probablemente serían aún más renuentes a actuar en defensa de los países bálticos. Frente a esta falta de consenso, la decisión de enviar tropas para proteger Tallin o Riga recaería en cada miembro de la OTAN de manera individual.

Mientras Finlandia, el Reino Unido y Polonia podrían participar activamente, Alemania, consciente de que el Artículo 5 de la Carta de la OTAN no le impone una obligación de respuesta armada, probablemente abogaría por la negociación. Por su parte, Francia podría optar por manifestaciones simbólicas de solidaridad.

El papel de Estados Unidos en la defensa del Báltico

La intervención de Estados Unidos en defensa de Estonia o Letonia podría variar significativamente dependiendo de quién ocupe la presidencia. Mientras que Joe Biden podría inclinarse a intervenir, Donald Trump probablemente optaría por una postura más aislacionista.

Independientemente de la respuesta, el tiempo será un factor crucial: cuanto más se demore la intervención occidental, más se consolidará el control ruso sobre los países bálticos y mayor será el costo de cualquier intervención occidental.

Repercusiones estratégicas para Ucrania y Rusia

Para Ucrania, un segundo frente en el Báltico podría ser un respiro estratégico. La desviación de recursos y atención rusos hacia esta nueva zona de conflicto podría mejorar sus posibilidades de éxito militar. Los miembros de la OTAN reacios a intervenir en el Báltico podrían compensar su inacción aumentando su apoyo a Ucrania, impulsados por un sentimiento de culpa.

Vladimir Putin podría considerar la toma de los países bálticos como una victoria estratégica, en un intento por emular a figuras históricas como Alexander Nevsky. Sin embargo, esto podría resultar en la pérdida de Ucrania y exponer a la OTAN como una entidad débil. Este tipo de maniobras podría ser un error estratégico, típico en dictadores, que busca un éxito a corto plazo a costa de consecuencias geopolíticas adversas a largo plazo.

Prevención de una invasión rusa en los países bálticos

Para prevenir una invasión rusa en los países bálticos, Occidente debe adoptar una postura firme y ofrecer garantías creíbles a Estonia y Letonia. Esta postura debe incluir la disposición a intervenir militarmente en caso de una agresión rusa.

Los faroles diplomáticos no serán suficientes para disuadir a Rusia. La estrategia más efectiva sería derrotar rápidamente a las fuerzas rusas en Ucrania, eliminando así cualquier ambición rusa de expandir su influencia en el Báltico o en otras regiones.

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