Ucrania informa que Rusia lanzará un misil balístico RS-24 Yars el 18 de mayo de 2025 desde Sverdlovsk, buscando presionar a Occidente.
Rusia realiza prueba de misil RS-24 Yars en contexto de diálogo Trump-Putin
El 18 de mayo de 2025, la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania (HUR) anunció que Rusia planea ejecutar un lanzamiento de “entrenamiento y combate” del misil balístico intercontinental RS-24 Yars desde un complejo móvil terrestre ubicado cerca del asentamiento de Svobodny, en el óblast de Sverdlovsk. Según la inteligencia ucraniana, el objetivo de esta acción es ejercer presión demostrativa e intimidar a Ucrania, los países de la Unión Europea y los miembros de la OTAN, coincidiendo con una llamada telefónica programada entre el presidente ruso Vladimir Putin y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. El misil, equipado con una ojiva de entrenamiento, no llevará carga nuclear, pero su lanzamiento busca enviar un mensaje estratégico en un momento de alta tensión geopolítica.
El RS-24 Yars, desarrollado por el Instituto de Ingeniería Térmica de Moscú, es un misil balístico intercontinental de combustible sólido con un alcance de hasta 12.000 kilómetros. Este sistema, una evolución del Topol-M, puede transportar hasta cuatro ojivas nucleares independientes (MIRV), diseñadas para evadir sistemas de defensa antimisiles. Su capacidad de maniobra y precisión, con un margen de error de aproximadamente 150 metros, lo convierten en un componente clave de la disuasión nuclear rusa. El misil, que pesa cerca de 49 toneladas y mide 23 metros, puede ser lanzado desde silos o plataformas móviles, lo que aumenta su flexibilidad operativa.
La elección del momento para esta prueba no es casual. La llamada entre Putin y Trump representa un punto de inflexión en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania. Fuentes de inteligencia ucraniana sugieren que Rusia busca proyectar poder y recordar a Occidente su capacidad nuclear, en respuesta a la continua asistencia militar de la OTAN a Ucrania. Este lanzamiento se produce tras una serie de maniobras rusas destinadas a reforzar su postura estratégica, incluyendo el despliegue de misiles RS-24 Yars en regiones como Tver y Kozelsk en los últimos años.
El Ministerio de Defensa ruso ha destacado en comunicados previos que los lanzamientos del RS-24 Yars forman parte de ejercicios regulares para probar la fiabilidad de sus sistemas estratégicos. En octubre de 2022, Putin presenció un lanzamiento similar, descrito como una evaluación de la respuesta rusa ante un posible ataque nuclear. Estas demostraciones suelen acompañarse de una retórica contundente, como la del comandante Alexi Sokolov, quien afirmó que el misil tiene a Estados Unidos y Europa dentro de su alcance.

Datos clave sobre el misil RS-24 Yars y su relevancia estratégica
- Alcance: Hasta 12.000 km, capaz de alcanzar objetivos en Europa y América del Norte.
- Capacidad: Puede llevar hasta cuatro ojivas nucleares MIRV con un margen de error de 150 metros.
- Despliegue: Operativo desde silos y plataformas móviles, listo para lanzamiento en siete minutos.
- Propósito: Diseñado para superar sistemas de defensa antimisiles, clave en la disuasión nuclear rusa.
- Pruebas recientes: Lanzamientos exitosos en 2019, 2022 y 2023, con impacto en polígonos como Kura, Kamchatka.
El contexto de esta prueba se remonta a la escalada de tensiones tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. En noviembre de 2024, Rusia lanzó un misil balístico experimental, identificado por Putin como Oreshnik, contra la ciudad ucraniana de Dnipro. Aunque inicialmente Ucrania lo clasificó como un ICBM, fuentes estadounidenses aclararon que se trataba de un misil de alcance intermedio (IRBM), posiblemente basado en el RS-26 Rubezh. Este incidente, que no involucró ojivas nucleares, fue interpretado como una advertencia tras el uso de misiles occidentales por parte de Ucrania en territorio ruso.
La doctrina nuclear rusa, revisada en 2024, permite el uso de armas nucleares en respuesta a ataques con misiles fabricados por potencias nucleares, una medida que refleja la postura de Moscú frente al apoyo occidental a Ucrania. El lanzamiento del RS-24 Yars en mayo de 2025 refuerza esta narrativa, especialmente tras las declaraciones de Putin sobre la preparación de Rusia para “cualquier desarrollo de los acontecimientos”. La prueba también coincide con el despliegue de sistemas de defensa antiaérea avanzados en Ucrania, lo que ha llevado a Rusia a intensificar sus demostraciones de fuerza.
En el pasado, Rusia ha utilizado el RS-24 Yars en desfiles militares, como el Día de la Victoria en Moscú, para proyectar su poderío. En 2019, una prueba del misil recorrió 3.500 millas hasta el polígono de Kura, en Kamchatka, demostrando su capacidad de largo alcance. El sistema, operativo desde 2007, ha sido modernizado para incluir ojivas experimentales, aumentando su versatilidad. Su diseño permite lanzamientos rápidos, con un tiempo de preparación de solo siete minutos, lo que lo hace ideal para operaciones de respuesta inmediata.
La comunidad internacional ha reaccionado con cautela a estas acciones. En 2023, tras una prueba similar, Rusia notificó a Estados Unidos con antelación, respetando los protocolos del tratado New START, aunque suspendió su participación en dicho acuerdo en febrero de ese año. La notificación previa sugiere que Rusia busca evitar malentendidos que puedan escalar la guerra. Sin embargo, la retórica rusa, combinada con el despliegue de misiles en regiones cercanas a Europa, como Kaliningrado y Bielorrusia, mantiene en alerta a la OTAN.
Impacto del lanzamiento en las relaciones Rusia-Occidente

El lanzamiento del RS-24 Yars en Sverdlovsk se interpreta como un mensaje dirigido tanto a Trump como a los aliados europeos de Ucrania. La administración entrante de Trump, que ha expresado interés en negociar una solución al conflicto en Ucrania, enfrenta un desafío inmediato con esta demostración de fuerza. Analistas consideran que Rusia busca probar los límites de la nueva política exterior estadounidense, especialmente en un momento en que el apoyo militar a Ucrania está bajo escrutinio en Washington.
En Europa, la prueba ha generado preocupación entre los países de la OTAN, particularmente aquellos cercanos a Rusia. La proximidad del óblast de Sverdlovsk a las rutas de patrulla de combate rusas refuerza la percepción de amenaza en la región. En 2023, el despliegue de misiles Yars en Tver, cerca de Bielorrusia, ya había elevado las tensiones, y esta nueva prueba podría acelerar los planes de la OTAN para reforzar sus defensas antimisiles.
En Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski ha acusado a Rusia de usar su territorio como un “campo de pruebas” para armamento avanzado. La Fuerza Aérea ucraniana, que ha derribado misiles rusos como el Kh-101 en ataques previos, enfrenta un desafío mayor con los ICBM, cuya velocidad y trayectoria dificultan su intercepción. La falta de detalles sobre los daños en Dnipro en noviembre de 2024 sugiere que Ucrania aún evalúa el impacto de estos sistemas avanzados.
El Ministerio de Defensa ruso no ha confirmado oficialmente el lanzamiento programado para el 18 de mayo, pero las declaraciones previas de Putin y la actividad en Sverdlovsk reportada por Ucrania respaldan la veracidad de la información. La prueba, aunque descrita como un ejercicio, tiene implicaciones que trascienden el ámbito militar, afectando la dinámica diplomática en un momento crítico para la guerra en Ucrania y las relaciones globales.