Ambos países aceleran la producción de robots de combate para reducir bajas humanas, automatizar ataques y redefinir tácticas en la guerra.
Ucrania refuerza su estrategia con producción masiva de UGV
En respuesta a la superioridad numérica rusa, Ucrania aumentó su inversión en sistemas robóticos durante el primer trimestre de 2025, destinando 150 millones de dólares para desarrollar vehículos terrestres no tripulados (UGV). El objetivo principal es sustituir soldados en tareas de alto riesgo mediante el despliegue de 15,000 unidades, según confirmó el Ministerio de Defensa ucraniano.
Mediante la incubadora estatal Brave1, más de 140 prototipos de UGV fueron evaluados en escenarios de combate, de los cuales 14 recibieron aprobación para producción y uso en el frente. Modelos como el Ratel S, capaz de transportar minas antitanque, y el Death Scythe, una torreta armada controlada a distancia, forman parte del arsenal ucraniano. Estos equipos, fabricados con piezas comerciales, tienen un costo inferior a 900 dólares por unidad.
También se incorporaron perros-robot como el Unitree Go2, empleados por la 28ª Brigada Mecanizada para misiones de reconocimiento, desminado y observación en zonas de trincheras rusas. Estos dispositivos, comprados a través de plataformas chinas por 2,450 euros, se adaptaron para funciones militares, integrando cámaras de alta resolución y sensores lidar.
Una operación destacada tuvo lugar en diciembre de 2024, cuando la 13ª Brigada de la Guardia Nacional ejecutó un ataque exclusivamente robótico en Lyptsi, región de Járkov. En esa ofensiva, UGV armados, drones kamikaze y equipos de vigilancia aérea desorganizaron posiciones rusas sin intervención humana directa, bajo control remoto desde centros de comando.
datos clave sobre la expansión del uso de robots en combate
- Ucrania planea desplegar 15,000 UGV durante 2025, según su Ministerio de Defensa.
- Rusia realizó la primera batalla documentada entre robots en Berdychi en abril de 2024.
- La operación robótica ucraniana en Lyptsi se ejecutó sin bajas humanas.
- Ambos países integran inteligencia artificial en sus sistemas autónomos de combate.
- Los drones causaron el 70% de las bajas reportadas en 2025, según Wikipedia.
- Ucrania produce hasta 4 millones de drones al año, de acuerdo con The Telegraph.
Rusia recurre a UGV armados y tecnología adaptada del extranjero
Después de registrar importantes pérdidas humanas y materiales, Rusia intensificó el uso de robots terrestres, incluyendo vehículos Courier equipados con lanzagranadas automáticos AGS-17/30 y minas antitanque TM-62. En abril de 2024, en Berdychi, se reportó la primera batalla entre robots, donde estas unidades rusas atacaron posiciones ucranianas con centenares de granadas.
Imágenes divulgadas por la 47ª Brigada Mecanizada ucraniana mostraron la destrucción de al menos dos robots rusos mediante drones kamikaze. A pesar de estas bajas, el ejército ruso continúa la producción de UGV con apoyo de voluntarios y materiales comerciales de bajo costo, según fuentes de inteligencia OSINT.
Rusia también desarrolló perros-robot armados con fusiles AK y lanzagranadas, inspirados en modelos estadounidenses. Aunque estas plataformas aún se encuentran en fase experimental, reflejan la intención rusa de ampliar su gama de sistemas autónomos.
En paralelo, el país reorganizó su aparato industrial militar, con el respaldo de aliados como Irán y Corea del Norte, para asegurar el suministro de componentes necesarios. Esta reorganización permitió avances en zonas como Donetsk, con un uso combinado de robots y armamento convencional, según publicó Forbes.
La inteligencia artificial redefine los sistemas de combate robótico
Los desarrolladores ucranianos han centrado sus esfuerzos en incrementar la autonomía de los UGV para reducir el control humano directo. Equipos como el Droid TW 12,7, dotados de ametralladoras Browning y orugas adaptadas, participaron en operaciones automatizadas en Járkov, estableciendo un nuevo modelo de ofensiva militar sin intervención humana constante.
Aunque Rusia avanza más lentamente en la adopción de inteligencia artificial, ha desplegado drones kamikaze y sistemas de guerra electrónica como parte de su estrategia defensiva. Estos recursos buscan contrarrestar el progreso tecnológico de Ucrania en el desarrollo de armamento autónomo.
La saturación de drones aéreos en ambos bandos ha limitado su impacto táctico, lo que llevó a los ejércitos a priorizar el desarrollo de UGV para misiones de ataque, desminado y transporte logístico. Esta nueva fase de la guerra ha acelerado la creación de plataformas terrestres con mayor capacidad operativa en entornos complejos.
Empresas emergentes como Vyriy y UkrPrototyp, en Ucrania, producen drones con seguimiento autónomo y UGV de largo alcance, como el modelo Odyssey de 800 kg, que puede recorrer hasta 30 km con una sola carga. Estos desarrollos reflejan una transformación profunda en la manera de ejecutar operaciones militares.
Limitaciones tácticas y efectos colaterales del uso masivo de robots
Durante la ofensiva en Lyptsi, los UGV ucranianos enfrentaron problemas en terrenos fangosos, lo que provocó que varios vehículos quedaran inmovilizados. A pesar de esto, la operación no sufrió bajas por fuego enemigo, evidenciando la efectividad de los sistemas actuales frente a obstáculos naturales.
La guerra electrónica rusa, aunque sin éxito en esa acción específica, continúa siendo un factor de riesgo para los equipos robóticos ucranianos. La posibilidad de interferencia o sabotaje electrónico plantea retos importantes para el control remoto de estos sistemas.
Desde la perspectiva rusa, la falta de un cuerpo de suboficiales capacitado y una deficiente coordinación táctica han limitado el rendimiento de sus unidades robóticas, según declaró el teniente general retirado Ben Hodges a la BBC. Estas debilidades estructurales contrastan con la estrategia más flexible de Ucrania.
Además, organizaciones internacionales como Human Rights Watch y la ONU han alertado sobre los riesgos del uso de sistemas armados con inteligencia artificial que excluyen la intervención humana en la toma de decisiones, generando preocupaciones éticas y de seguridad a nivel global.