Frente al temor a ataques de drones ucranianos, ingenieros rusos adaptan un tanque con blindaje superior como medida de protección.
En los albores de la Primera Guerra Mundial, William Tritton, un ingeniero británico, concibió el diseño de una innovación blindada que prometía ofrecer una defensa sin precedentes a sus ocupantes contra el principal azote de los campos de batalla de la época: el implacable fuego de artillería.
Este artefacto, bautizado como el “Elefante Volador”, no era más que un vehículo tractor pesado, formidablemente armado y revestido de un blindaje de acero de hasta cinco centímetros de grosor. Su distintivo blindaje, que envolvía el chasis de forma similar a las orejas colgantes de un elefante de robusto cráneo, le dio su peculiar denominación.
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Avanzamos más de un siglo, hacia la guerra en Ucrania, y encontramos a ingenieros rusos al frente de una adaptación que refleja la misma búsqueda de protección contra las amenazas contemporáneas en la guerra mecanizada: en este caso, los drones explosivos de pequeño tamaño.
Su creación involucra la implementación de una cubierta blindada de acero sobre un tanque, extendiéndose hasta la mitad del cañón principal, en un esfuerzo por blindar al vehículo contra ataques aéreos.
Este diseño, reminiscente del “Elefante Volador”, pero en clave moderna, hizo su debut en un reciente asalto a las posiciones ucranianas en Krasnohorivka, ubicada en la región oriental de Donetsk.
La aparición de este peculiar tanque en el campo de batalla no pasó desapercibida para un dron ucraniano, cuyos operadores, perplejos, difundieron la imagen del tanque modificado en redes sociales.
La singular adaptación propició comparaciones con una tortuga por parte de un analista de inteligencia de fuentes abiertas, quien juguetonamente sugirió que la “T” en las denominaciones “T-62”, “T-72”, “T-80” y “T-90” podría interpretarse como “tortuga”, según un comentario de Astraia Intel.
Esta anécdota ilustra no solo la constante evolución en el diseño y adaptación de vehículos blindados ante las cambiantes dinámicas del campo de batalla, sino también cómo la innovación técnica sigue siendo un pilar clave en la estrategia militar, desde la Gran Guerra hasta nuestros días.
Retos técnicos del blindaje innovador y evolución de las respuestas
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Lo verdaderamente desolador de la singular modificación aplicada al tanque radica en sus efectos colaterales: al obstruir la rotación de la torreta y, debido a la considerable masa y volumen adicionales, comprometer severamente la movilidad del vehículo.
Esta protección suplementaria resulta ineficaz contra las tácticas empleadas por los operadores ucranianos de drones FPV, maestros en dirigir sus aeronaves de dos libras hacia los puntos más vulnerables de los tanques. Para el caso del denominado Elefante Volador Ruso, esto implica maniobrar el dron FPV por debajo del saliente de la armadura adicional.
Si se duda de la habilidad de los pilotos de drones para ejecutar tal maniobra, basta con referirse a un episodio reciente cerca de Berdychi, en la región de Donetsk.
Frente al acoso de drones, tres soldados rusos buscaron refugio bajo un tanque inmovilizado, solo para que un operador de drone dirigiera su vehículo hacia el reducido espacio donde se ocultaban los soldados, evidenciando una vez más la vulnerabilidad de los tanques a estos ataques.
Puede resultar tentador menospreciar las vicisitudes de la tripulación del Elefante Volador Ruso, pero es fundamental reconocer que las adaptaciones en el campo de batalla representan respuestas a amenazas emergentes. Con el transcurso del tiempo, dichas respuestas se refinan hasta transformarse en soluciones estándar.
De las improvisaciones a las normas del campo de batalla
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Con la irrupción de los drones como amenazas primordiales para los tanques en Ucrania tras la invasión rusa en febrero de 2022, tanto rusos como ucranianos adoptaron técnicas de blindaje vistas en Siria, consistiendo en la soldadura de techos y estructuras de metal adicionales sobre sus vehículos blindados.
Dos años después, el blindaje tipo jaula se ha convertido en una norma en los arsenales de ambos bandos y, notablemente, en los tanques israelíes implicados en la invasión de Gaza.
Esta tendencia hacia la improvisación no se limita al ámbito del blindaje. Los contingentes militar de Rusia y Ucrania también están integrando combinaciones variadas de inhibidores de radio y antenas en sus vehículos, buscando neutralizar la amenaza de los drones. A pesar de la apariencia inusual de algunos de estos dispositivos, su efectividad no debe subestimarse.
Además, la innovación se extiende al desarrollo de nuevos tipos de vehículos militares, mediante la fusión y adaptación de chasis y armamentos disponibles, reiterando la capacidad de adaptación ante las dinámicas cambiantes del campo de batalla.
Evolución constante en el teatro de operaciones
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La guerra amplia entre Rusia y Ucrania, al adentrarse en su tercer año, demuestra un incremento significativo en la producción ucraniana de drones FPV, superando los 100,000 unidades mensuales, mientras las bajas de tanques rusos ascienden a más de 2,600.
Frente a este panorama, las tripulaciones de tanques rusos se ven forzadas a una disyuntiva de supervivencia: adaptarse o perecer.
“Cualquier elemento que se desplace en el campo de batalla queda expuesto y susceptible a ser atacado por un dron”, advierte Samuel Bendett, asesor del CNA en Virginia y especialista en tecnología militar rusa.
En este contexto, la adaptación no es una opción, sino una necesidad imperante que preludia la próxima fase de la guerra mecanizada, donde cada tanque deberá contar con protecciones adicionales frente a los desafíos que plantean los drones.