Diseñado como avión de ataque naval, el Scimitar fue el más potente del Fleet Air Arm, pero sufrió pérdidas operativas y problemas técnicos significativos.
Un diseño ambicioso que surgió de conceptos experimentales posguerra
Tras la Segunda Guerra Mundial, Supermarine comenzó a desarrollar un caza naval a reacción derivado del concepto Tipo 505, pensado inicialmente para operar desde cubiertas de caucho sin tren de aterrizaje. Esta idea fue abandonada en 1948, cuando el Almirantazgo británico exigió un diseño con tren convencional, dando paso al Tipo 508, que voló por primera vez el 31 de agosto de 1951. Su evolución incluyó al Tipo 525, con alas en flecha, y al Tipo 544, prototipo definitivo del Scimitar F.1.
El Scimitar fue impulsado por dos motores Rolls-Royce Avon 202 de 11,250 libras de empuje cada uno. Alcanzaba una velocidad de 1,149 km/h, con un alcance operativo de 1,287 km. Su diseño incorporaba flaps soplados para mejorar el control a baja velocidad, esencial en operaciones desde portaaviones.
Durante su desarrollo, el Scimitar dejó de ser un interceptor para adoptar el rol de avión de ataque con capacidad nuclear. Este cambio reflejó las necesidades estratégicas británicas durante la Guerra Fría, y el avión fue adaptado para portar armas como la bomba nuclear Red Beard, cañones ADEN de 30 mm y misiles AGM-12 Bullpup.
Datos técnicos esenciales del Scimitar
- Longitud: 16.84 metros
- Envergadura: 11.33 metros
- Peso máximo: 15,513 kg
- Velocidad máxima: Mach 0.94
- Alcance con combustible interno: 1,287 km
- Armamento: 4 cañones ADEN de 30 mm, bombas de 1,000 lb, misiles Sidewinder y Bullpup
Ingreso al servicio operativo y problemas desde su debut
En junio de 1958, el 803 Naval Air Squadron recibió los primeros Scimitar en RNAS Lossiemouth, y en septiembre de ese año los desplegó en el HMS Victorious. La presentación pública del avión resultó trágica: el comandante John Russell murió cuando un cable de frenado falló durante un aterrizaje, arrojando su avión al mar ante periodistas.

Las dimensiones del Scimitar complicaban su operación en los portaaviones británicos de tamaño limitado. Aunque se diseñó para despegar sin catapulta, esta capacidad apenas se utilizó. El mantenimiento era intensivo: hasta 1,000 horas por cada hora de vuelo, lo que sobrecargó al personal técnico del Fleet Air Arm.
De las 76 unidades construidas, 39 se perdieron en accidentes, una tasa de desgaste del 51%. Esta cifra no se debió a fallos estructurales severos, sino a una combinación de complejidad técnica, condiciones operativas difíciles y errores humanos. En consecuencia, la aeronave fue considerada poco fiable para su uso extendido.
Transición hacia el Buccaneer y roles secundarios antes del retiro
En el ámbito de la defensa aérea, el Scimitar fue rápidamente reemplazado por aviones como el Sea Venom y Sea Vixen, mejor equipados para tareas de intercepción. El Blackburn Buccaneer, introducido en 1962, asumió el papel principal como avión de ataque, gracias a un rendimiento superior y una mayor carga útil.
Durante sus últimos años en servicio, el Scimitar fue usado como avión cisterna para reabastecer en vuelo a los Buccaneer S.1, que despegaban con carga reducida. También sirvió en tareas de entrenamiento avanzado dentro de la Fleet Requirements Unit, operada por Airwork Services desde 1965 hasta 1970 en el aeropuerto de Bournemouth.
El retiro oficial del Scimitar ocurrió en 1969, después de apenas una década en servicio activo. Aunque el diseño había sido tecnológicamente avanzado al momento de su concepción, no logró mantenerse competitivo frente a las exigencias operativas y presupuestarias de la Royal Navy.
Preservación de ejemplares y legado dentro de la aviación naval británica

De los 76 Scimitar producidos, tres ejemplares fueron preservados. El XD220 se encuentra en préstamo en el Empire State Aerosciences Museum en Nueva York; el XD317 forma parte de la colección del Fleet Air Arm Museum en Yeovilton, Inglaterra; y el XD332 está en exhibición en el Solent Sky Museum de Southampton.
El Scimitar representó la última gran apuesta de Supermarine antes de su absorción definitiva en otras divisiones de la industria aeroespacial británica. Su desarrollo puso de manifiesto los desafíos de adaptar aviones a reacción a las limitaciones físicas de portaaviones tradicionales y los costos operativos que estos diseños implicaban.
En retrospectiva, el Supermarine Scimitar es considerado un eslabón de transición en la evolución de la aviación naval británica. Su legado se mide tanto por sus innovaciones como por las dificultades que enfrentó, y su historia sirve como una lección sobre los límites del diseño aeronáutico cuando se enfrenta a requisitos técnicos en rápida evolución.