El Dmitry Donskoy, un submarino nuclear de la clase Typhoon, se retira antes de lo previsto, mostrando su obsolescencia.
La obsolescencia de los submarinos de la clase Typhoon
El retiro anticipado del submarino nuclear Dmitry Donskoy, del Proyecto 941 Akula (OTAN: clase Typhoon), es un testimonio crudo de la obsolescencia inherente a ciertos proyectos militares que, aunque icónicos, ya no cumplen con las exigencias modernas de la guerra submarina. Este coloso, que alguna vez simbolizó el poderío naval soviético, ha sido descartado varios años antes de lo previsto, demostrando una vez más que la grandeza de una máquina de guerra no reside únicamente en su tamaño o en su capacidad destructiva.
El Dmitry Donskoy, en servicio desde 1981, pasó por una revisión exhaustiva en 1990, prolongando su operatividad principalmente como una plataforma de pruebas para submarinos más avanzados. Esta prolongación de su vida útil no es más que un intento desesperado de obtener algún valor residual de una reliquia del pasado. Sirvió durante más de cuatro décadas, lo cual, más que un mérito, revela una dependencia insana en tecnologías caducas que otros países, con visión y pragmatismo, han sabido abandonar a tiempo.
La clase Typhoon, famosa por su descomunal tamaño y diseño singular, fue concebida para contrarrestar a los submarinos de la clase Ohio de Estados Unidos. Sin embargo, con el retiro del Dmitry Donskoy, todos los submarinos de la clase Typhoon están fuera de servicio. Esta retirada no es un simple cambio de guardia; es una admisión tácita de que el concepto y la ejecución de estos submarinos fueron, en el mejor de los casos, un experimento fallido y, en el peor, un despilfarro monumental de recursos.
El Dmitry Donskoy como plataforma de pruebas para submarinos avanzados
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Es especialmente revelador que el Dmitry Donskoy, inicialmente designado como TK-208, haya sido desmantelado por razones de costos. La narrativa oficial indica que su función se había reducido a ser una plataforma de pruebas para las armas de los nuevos submarinos de clase Borei, Borei-A, Yasen y Yasen-M. Esto subraya la falta de viabilidad operacional y estratégica de mantener un dinosaurio bélico que ya no puede cumplir con los estándares modernos de sigilo, velocidad y capacidad de carga.
La configuración del Dmitry Donskoy, que incluía misiles balísticos intercontinentales estratégicos D-19 y posteriormente, bajo el proyecto 941UM, misiles balísticos intercontinentales Bulava, es un recordatorio de la rígida mentalidad bélica de una era pasada. Su tamaño, con un desplazamiento de 48.000 toneladas y una longitud de 175 metros, es una hazaña de ingeniería, pero también una imprudencia estratégica.
Los múltiples cascos de presión, incluidos cinco cascos interiores dentro de una superestructura de dos cascos principales paralelos, no solo complicaban su construcción y mantenimiento, sino que también lo hacían un objetivo ineficientemente grande y detectable. La capacidad de llevar un arsenal principal de 20 misiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBM) RSM-52, cada uno con hasta 10 ojivas MIRV, es impresionante sobre el papel. Sin embargo, en la práctica, estas capacidades no compensan las desventajas inherentes a su diseño y operación.
Comparación con los submarinos de la clase Ohio
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Mientras los submarinos de la clase Ohio de la Armada de los Estados Unidos podían transportar hasta 192 ojivas nucleares de 100 kilotones con una discreción y eficiencia superior, los Typhoon soviéticos se veían obligados a compensar con volumen lo que les faltaba en innovación y adaptabilidad. La mención de comodidades a bordo, como una sauna y una pequeña piscina, parece un intento patético de enmascarar las deficiencias técnicas y operacionales con lujos triviales que no contribuyen a la misión principal del submarino.
La verdadera ironía radica en que estos submarinos, diseñados para misiones de larga duración sin emerger, fueron en última instancia incapaces de mantener una operatividad prolongada en un entorno geopolítico cambiante y tecnológicamente avanzado. El anuncio de que un nuevo submarino de la clase Borei llevará el nombre Dmitry Donskoy es un intento de mantener vivo un legado que, francamente, debería ser olvidado.
En lugar de construir sobre las ruinas de un pasado fracasado, Rusia haría bien en centrar sus recursos en desarrollar tecnologías verdaderamente innovadoras que puedan enfrentar los desafíos contemporáneos y futuros de la guerra submarina. El Dmitry Donskoy, más que un gigante del mar, es un monumento a la obsolescencia y a la miopía estratégica de una era que ya no tiene cabida en la realidad militar moderna. Su retiro no solo es inevitable, sino también una lección crítica sobre la impermanencia del poder basado en el tamaño y la fuerza bruta.