Informes recientes apuntan a que Sudán está cerca de cerrar un acuerdo con China para fortalecer su fuerza aérea. Según fuentes no oficiales, el país africano planea incorporar cazas J-10CE “Powerful Dragon” y sistemas de defensa aérea avanzados, lo que podría modificar el equilibrio militar en la región.
Autoridades sudanesas han manifestado su intención de reforzar su estrategia de defensa con la compra de estos aviones. En caso de concretarse el acuerdo, las primeras unidades llegarían en marzo, mientras que una segunda entrega está prevista para finales de año, de acuerdo con declaraciones del ministro de Defensa, Yassin Ibrahim Yassin.
Circulan versiones que indican la llegada de un primer lote de ocho J-10CE bajo estricta confidencialidad, lo que sugiere un esfuerzo acelerado por parte de Sudán para modernizar su capacidad aérea. Este movimiento se enmarca en el interés del país por adquirir cazas avanzados, una ambición que se remonta al menos a 2022, y refuerza sus lazos estratégicos con China.
Más allá de la cooperación con Pekín, Sudán también ha explorado opciones con Rusia. Conversaciones recientes incluyen la posible compra de Su-35 y negociaciones para establecer una base naval rusa en la costa sudanesa, un tema consolidado tras la visita del ministro de Asuntos Exteriores, Ali Yusuf, a Moscú.
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Pakistán y Egipto ya han integrado el J-10CE en sus flotas, allanando el camino para que Sudán se sume a este grupo. Pakistán firmó un acuerdo en 2021 por 36 unidades, de las cuales 20 ya están operativas, con entregas que se completarán próximamente. La incorporación de estos cazas le ha otorgado una ventaja en combate más allá del alcance visual, demostrada en ejercicios como los Zilzal-II con Qatar en 2024.
Egipto decidió recientemente seguir el mismo camino. En agosto de 2024, firmó un contrato para reemplazar sus antiguos F-16 estadounidenses con J-10CE, tras enfrentar restricciones de armamento occidental. La presentación del avión sobre las pirámides durante el primer Salón Aeronáutico Internacional de Egipto marcó un punto de inflexión en su política de adquisiciones militares.
China fortalece su influencia en África con estos acuerdos, ofreciendo armamento avanzado sin las condiciones políticas que suelen acompañar las compras a Occidente. El J-10CE, con un costo estimado entre 40 y 50 millones de dólares por unidad, se presenta como una alternativa viable frente a opciones como el F-16V, que supera los 65 millones de dólares.
El interés de Sudán por este avión se inscribe en un patrón más amplio de alianzas militares de China en la región, replicando estrategias adoptadas por Pakistán y Egipto. Más que una simple venta de armamento, estas operaciones consolidan la presencia geopolítica de Pekín y le permiten asegurar acceso a rutas comerciales estratégicas como el mar Rojo.
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Las tensiones internas y disputas fronterizas con Etiopía convierten a Sudán en un candidato clave para la expansión militar china. La adopción del J-10CE refuerza el papel de Pekín como proveedor de defensa y abre la posibilidad de una mayor cooperación técnica y logística entre ambas naciones.
El J-10CE es un caza monomotor multifunción desarrollado por Chengdu Aircraft Corporation. Equipa un radar AESA que mejora la detección de objetivos, alcanzando rangos superiores en comparación con modelos occidentales como el F-16C. Su diseño de ala delta y canard le confiere alta maniobrabilidad, mientras que el motor WS-10B le permite alcanzar velocidades superiores a Mach 1.8 y un radio de combate de aproximadamente 1.200 millas.
El armamento del J-10CE incluye misiles aire-aire de largo alcance como el PL-15, con un rango estimado de hasta 186 millas en su versión nacional y 90 millas en la variante de exportación PL-15E. Esta capacidad lo posiciona como un competidor directo del AIM-120D estadounidense y del R-77 ruso. Su integración con el radar AESA permite ataques a larga distancia sin necesidad de mantener el blanco en seguimiento constante, otorgando una ventaja táctica en enfrentamientos aéreos.
La adquisición de Sudán podría alterar la seguridad regional. Frente a los Su-27 de Etiopía o los Rafale de Egipto, la incorporación del J-10CE con el PL-15 representaría un cambio en la ecuación del poder aéreo. Sin embargo, esta compra también podría desencadenar respuestas por parte de los países vecinos, acelerando una carrera armamentística en la zona.
Israel, equipado con F-35, mantiene una ventaja en sigilo, lo que mitiga en parte la amenaza del PL-15. No obstante, la proliferación de este misil plantea un desafío estratégico. Si China flexibiliza las restricciones de exportación, Sudán podría disponer de un armamento que modifique el equilibrio de poder en el norte de África.