Una coalición de legisladores suizos busca anular el acuerdo de 7.300 millones de francos suizos ($9.100 millones) firmado en 2022 para la compra de 36 aviones de combate F-35A Lightning II de Lockheed Martin. La presión política aumentó tras la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de imponer un arancel del 39% a todas las exportaciones suizas, la tasa más alta aplicada a una economía desarrollada. Críticos cuestionan la continuidad de la operación en el contexto de medidas económicas punitivas.
El contrato del F-35A constituye la mayor adquisición militar en la historia de Suiza y siguió a una evaluación en la que superó al Eurofighter Typhoon, Dassault Rafale y Saab Gripen E en pruebas operativas realizadas por la Fuerza Aérea Suiza. El paquete incluye aeronaves, sistemas de misión, integración de armamento, soporte logístico, simuladores, enlaces de datos y la infraestructura de planificación de misiones. Las entregas estaban previstas para 2027 y la entrada en servicio para 2030.
El modelo elegido es la versión de despegue y aterrizaje convencionales. El F-35A integra tecnologías furtivas, sensores avanzados y capacidades de guerra electrónica. Su estructura incorpora materiales absorbentes de radar y bahías internas para armamento, lo que reduce la sección transversal de radar. Está propulsado por un motor Pratt & Whitney F135 capaz de alcanzar Mach 1.6 y un alcance de 2.200 kilómetros. Su aviónica incluye radar AN/APG-81 AESA, sistemas EOTS y DAS, además de integración con misiles AIM-120 AMRAAM, AIM-9X Sidewinder y bombas GBU-31 JDAM.
La decisión de Washington de aplicar aranceles del 39% afectó a sectores clave como el farmacéutico, la relojería de lujo y la maquinaria de precisión. Este cambio en la relación bilateral ha incrementado el debate sobre la dependencia de Suiza respecto de Estados Unidos. Partidos opositores, entre ellos Verdes, Socialdemócratas y parte del Partido Liberal, sostienen que no es viable mantener el contrato con un proveedor que aplica sanciones económicas. Proponen orientar futuras adquisiciones hacia fabricantes europeos como Airbus, Dassault Aviation o Saab.
La Fuerza Aérea Suiza debe garantizar la soberanía de su espacio aéreo y la preparación para responder a amenazas modernas. La flota actual de F/A-18 Hornet, que se retirará en 2030, no dispone de las capacidades furtivas ni de interoperabilidad necesarias para operar junto a fuerzas aliadas. La adquisición del F-35A buscaba reforzar la disuasión y la cooperación con socios europeos y de la OTAN, así como mantener un nivel tecnológico comparable al de otras fuerzas aéreas avanzadas.
El Parlamento suizo retomará la discusión en septiembre, con opciones que van desde suspender el contrato hasta renegociarlo o cancelarlo. El resultado definirá si Suiza mantiene la cooperación militar con Estados Unidos o prioriza el desarrollo de vínculos con la industria de defensa europea en un contexto internacional marcado por tensiones comerciales y cambios en la seguridad global.