El icónico T-38 Talon, crucial en entrenamiento de la USAF desde 1959, cede su lugar al T-7 Redhawk tras décadas de servicio.
La interrupción forzosa de mi carrera como piloto en la Fuerza Aérea de EE. UU. por motivos de salud me dejó frente a numerosos desafíos y desilusiones. Entre estos, resalta la lamentable imposibilidad de pilotar el icónico Northrop T-38 Talon, una aeronave supersónica de dos asientos emblemática en la formación de incontables generaciones de pilotos de cazas y bombarderos dentro de la institución.
El itinerario formativo para todos los aspirantes a pilotos en la USAF es el Entrenamiento de Pilotos de Pregrado (UPT). Al culminar dicho programa, los jóvenes oficiales son acreedores de sus respectivas alas, simbolizando su competencia y preparación.
El UPT se organiza en tres fases claramente diferenciadas. La fase inicial es de índole teórica, centrada en aspectos académicos y prácticas en tierra, excluyendo cualquier actividad aérea. En la subsiguiente etapa, los cadetes experimentan su primer contacto con el vuelo a bordo del T-6 Texan, un avión de entrenamiento de propulsión a hélice.
En la fase final, los estudiantes son asignados a una de tres especializaciones, de acuerdo con el tipo de aeronave que pilotarán en el futuro. Estas especializaciones incluyen el entrenamiento para aviones cisterna y de carga pesada en el T-1A; la formación en helicópteros en el UH-1; y la instrucción para pilotos de cazas y bombarderos en el T-38C.
Con el ímpetu característico de un joven atleta transformado en aviador, mi meta era consolidar mi posición en la especialización T-38C. Los graduados de esta trayectoria comúnmente avanzan hacia roles en cazas, bombarderos o aviones de ataque. Mi aspiración era comandar un caza, preferentemente uno bimotor, para poder compartir con seres queridos y conmigo mismo, historias de seguridad y redundancia en los sistemas, infundiendo así tranquilidad y confianza.
El legado y desempeño del T-38: Un capítulo que cierra en la USAF
El fervor que albergaba por pilotar el T-38 Talon, y la subsiguiente decepción por no haberlo logrado, tienen sus raíces en dos aspectos fundamentales: las capacidades inherentes a la aeronave y su rica historia.
Este jet, con su diseño convencional que incluye alas delgadas, bajas y de envergadura extensa, junto con un único estabilizador vertical y un tren de aterrizaje triciclo, es capaz de realizar hazañas notables. Su capacidad para levantar el vuelo en apenas 2,300 pies de pista y escalar hasta los 30,000 pies en tan solo un minuto es impresionante. Además, puede ejecutar dos giros completos en barril en apenas un segundo, equivalente a 720 grados de rotación.
Desde su introducción en los años 60, el T-38 se ganó una reputación de ser relativamente sencillo de operar, especialmente en comparación con los más desafiantes cazas de la Serie Century, en los que los pilotos en formación eventualmente se graduarían. Sin embargo, seis décadas más tarde, este entrenador se ha transformado en el desafío supremo dentro del arsenal de la Fuerza Aérea, considerado por los aprendices de vuelo como un adversario aerodinámico sin par.
El debut del T-38 en 1959, bajo la presidencia de Dwight D. Eisenhower, marcó el inicio de una era. Desde entonces, cerca de 1,200 unidades han sido producidas. A lo largo de su servicio, varios accidentes de alto perfil han marcado su historia. Durante los 60, incidentes fatales involucrando al T-38 cobraron la vida de miembros del equipo de astronautas de la NASA, quienes usaban estas aeronaves para transporte y pruebas. Entre ellos, Theodore Freeman falleció en 1964 debido a una colisión con un ave, mientras que Elliot See y Charles Bassett perdieron la vida en 1966 al errar el aterrizaje en condiciones de niebla. En 1967, Clifton Williams también fue víctima de un trágico accidente causado por un alerón trabado.
Actualmente, la Fuerza Aérea estadounidense está en proceso de sustituir al venerado T-38. El T-7 Redhawk ha sido elegido para llevar adelante la misión de formar a las futuras generaciones de pilotos de la USAF, marcando el fin de una era y el comienzo de una nueva.