En respuesta a las significativas pérdidas de vehículos blindados experimentadas en los campos de batalla ucranianos, el ejército ruso ha recurrido nuevamente al empleo del tanque T-72, su principal tanque de batalla de antaño.
La contienda en Ucrania ha marcado ya su tercer año calamitoso. Ambas facciones han enfrentado devastadoras pérdidas. Las líneas del frente han permanecido mayormente inalteradas, con las fuerzas rusas manteniendo control sobre la mayor parte del territorio adquirido al inicio de su conflicto no sancionado en 2022.
No obstante, la guerra en Ucrania nos ofrece una visión anticipada de los enfrentamientos futuros, aunque parezca más un eco de conflictos pasados. Esta guerra encapsula los aspectos más sombríos de los enfrentamientos del siglo XX, con un frente de batalla cruento marcado por combates de trinchera reminiscentes de la Primera Guerra Mundial. Esta terrible amalgama de tácticas y tecnologías bélicas del siglo XX también ha visto predominar sistemas de armamento datados de la década de 1970.
A esto se suman las esporádicas amenazas nucleares emanadas desde Moscú. Como añadidura, los drones, símbolos bélicos del Siglo XXI y piezas claves en la Guerra Global contra el Terrorismo, han jugado un papel crucial en este conflicto.
A pesar de esto, las avanzadas tecnologías del futuro, desarrolladas por las grandes potencias durante las últimas tres décadas, no han sido empleadas como se anticipaba. En realidad, la mayoría de estos nuevos y sofisticados sistemas tanto rusos como occidentales no han sido desplegados en el campo de batalla, con pocas excepciones.
La inesperada duración y naturaleza de la guerra en Ucrania
Cuando Vladimir Putin planeó su incursión en Ucrania, esperaba un conflicto rápido, intenso y tecnológicamente avanzado, similar a la mal calculada proyección de George W. Bush en Irak en 2003. De acuerdo con la visión de Putin, al igual que Bush anticipó un rápido desenlace en Irak, la llegada de las fuerzas rusas precipitaría el colapso del gobierno ucraniano y facilitaría un rápido dominio sobre el país.
Contrario a estas expectativas, la guerra en Ucrania se transformó rápidamente de un supuesto asalto veloz de una gran potencia contra una menor en un enfrentamiento prolongado y exhaustivo. Los protagonistas del arsenal ucraniano no fueron los tanques T-14 Armata ni los aviones de combate Su-57 de quinta generación, sino más bien los ya conocidos y menos avanzados sistemas de armas.
La veterana tecnología soviética como pilar en la guerra en Ucrania
En el actual escenario bélico de Ucrania, los sistemas de armas rusos que han tomado protagonismo son el antiguo avión de combate Su-27 de la era soviética y el tanque T-72. Rusia ha visto una pérdida considerable de estos sistemas. Además, varias otras plataformas que Moscú creía eficientes han fallado en cumplir las expectativas. Tras severas bajas en sus unidades blindadas, las fuerzas rusas han recurrido nuevamente al tanque T-72.
Pese a la celebración de los cambios por parte del ejército virtual “NAFO” de Ucrania en redes sociales, lo que pasa desapercibido es que las fuerzas ucranianas también han sufrido pérdidas devastadoras. A diferencia de los rusos, el ejército ucraniano ha visto una degradación, mientras que las fuerzas rusas han continuado su avance.
El ejército de Ucrania se ha visto forzado a depender principalmente de sistemas anticuados proporcionados por la OTAN, además de reliquias de la era soviética.
El retorno al T-72 refleja las limitaciones de la modernización rusa
Como destacó Forbes en noviembre del año pasado, el reequipamiento de más unidades rusas con el T-72 soviético tras la pérdida de sistemas más modernos en Ucrania evidencia que, a pesar de los esfuerzos del Kremlin por aumentar la producción de tanques más contemporáneos, las intensas bajas continúan llevando a Rusia a depender de tecnologías del pasado.
Es posible que este retroceso tecnológico sea ventajoso; después de todo, la guerra en Ucrania se define por la cantidad y la duración. Rusia posee ventajas en ambos aspectos, y sus sistemas más antiguos están cumpliendo su función efectivamente. Rusia está superando a Ucrania, a pesar del sustancial apoyo occidental.
Los rusos, al igual que los estadounidenses, carecían de un inventario suficiente de sistemas avanzados. Así, la pérdida de sus plataformas más complejas y costosas ha creado brechas estratégicas significativas.
Para cerrar estas brechas y prevenir que los ucranianos capitalicen estas debilidades, Rusia ha recurrido a sus confiables sistemas más antiguos. Con una robusta industria de defensa, Rusia ha continuado produciendo estos sistemas soviéticos de manera masiva.
Rusia se beneficia de tener un extenso arsenal de estas tecnologías más viejas en reserva, una ventaja que no todas las grandes potencias poseen.
La problemática dependencia occidental de tecnologías avanzadas
A diferencia de la OTAN y Estados Unidos, que no gozan de esta ventaja. Si se desatara un conflicto entre grandes potencias, el despliegue de múltiples plataformas avanzadas podría provocar pérdidas irrecuperables.
Esta situación podría predecir una desventaja crítica para Estados Unidos en una futura guerra entre grandes potencias. Es probable que en un enfrentamiento inicial, las tecnologías de vanguardia sean neutralizadas, obligando a los contendientes a depender de sistemas más antiguos y abundantes.
Estos sistemas requerirían una base industrial capaz de producirlos masivamente y de manera confiable en tiempos de crisis. Actualmente, Rusia, China y sus aliados autocráticos poseen esta capacidad. Occidente, como se ha evidenciado en Ucrania, carece de ella.