El conflicto en Ucrania revela deficiencias en el adiestramiento bélico estadounidense, particularmente respecto al M1 Abrams, impulsando al Ejército de EE. UU. a instaurar criterios más rigurosos en su programa de entrenamiento.
Una innovación destacada es el incremento en el nivel de habilidad requerido para los operadores de tanques M1 Abrams, estableciendo metas de precisión y respuesta más exigentes. Informes del pentágono indican que ahora las tripulaciones de tanques están siendo instruidas para efectuar ataques a distancias de hasta 2,4 kilómetros, superando la anterior meta de 1,8 kilómetros.
Además, se ha ajustado el tiempo de reacción para los aviones cisterna, que mientras antes tenían 120 segundos para impactar cuatro blancos, ahora deben lograrlo en 75 segundos. Esta recalibración no responde a criterios arbitrarios, sino que refleja lecciones aprendidas en enfrentamientos recientes.
Estados Unidos, hasta ahora, no se había enfrentado a un adversario tan capacitado y equipado como lo es el contexto ucraniano-ruso, contrastando con sus experiencias previas en Irak y Afganistán, donde los enemigos no poseían un nivel de preparación comparable. Esta diferencia fundamental justifica el anterior estándar de entrenamiento para los tanquistas americanos.
Fortalecimiento del adiestramiento bélico en M1 Abrams
La 3ª División de Infantería asume el liderazgo en la implementación de estas avanzadas técnicas de entrenamiento, fungiendo como campo de pruebas para el desarrollo y perfeccionamiento de seis innovadores modelos de preparación combativa. Estos modelos, diseñados para elevar la eficacia de las tripulaciones de vehículos blindados, sentarán las bases para el entrenamiento futuro de todas las unidades militares estadounidenses.
Con raíces en Fort Stewart, Georgia, esta división del Ejército de EE. UU. se destaca por su movilidad táctica y potencia de fuego. Con una historia de participación en conflictos que abarca desde la Primera y Segunda Guerra Mundial, pasando por Corea, el Golfo Pérsico, Kosovo, hasta las recientes operaciones en Irak y Afganistán, la 3ª División de Infantería ha demostrado su versatilidad y capacidad de adaptación a diversas formas de enfrentamiento.
Fort Stewart, el bastión más grande del Ejército en el este del Mississippi, es el hogar de aproximadamente 18.000 soldados, cifra que varía según los ciclos de despliegue y entrenamiento. Armada con un arsenal impresionante, cuya magnitud se mantiene en reserva, se sabe que una división blindada estándar como la 3ª alberga centenares de tanques M1 Abrams, asegurando su posición como una de las unidades más formidablemente equipadas del Ejército estadounidense.
Un nuevo horizonte para el M1 Abrams
Bajo el liderazgo del Sargento Mayor Ryan Roush del 1.er Equipo de Combate de la Brigada Blindada, el Ejército de EE. UU. emprende una revolución en sus protocolos de entrenamiento.
Este viraje hacia una metodología estandarizada busca asegurar una formación cohesiva y uniforme para todos los rangos, independientemente de su procedencia. Roush enfatiza la importancia de este cambio para garantizar que todos los soldados compartan el mismo nivel de expectativas y estándares de desempeño.
Dentro de esta renovación, se exige a las tripulaciones de tanques validar su competencia semestralmente mediante ejercicios en las mesas de artillería, un componente clave de la estructura de entrenamiento actual. Las seis mesas de puntería obligatorias incluyen desde pruebas de puntería y simulacros hasta entrenamientos con munición real y ejercicios de calificación, culminando con ejercicios de fuego vivo que certifican la aptitud combativa de las tripulaciones.
Anteriormente, los artilleros jefes tenían autonomía para definir los criterios de tiempo y distancia en las prácticas de tiro, pero según indica el sargento Daniel Blandon, artillero jefe de Abrams, la nueva estrategia busca homogeneizar estas normativas a nivel de todas las unidades, estableciendo un marco de entrenamiento uniforme para toda la infantería.
Innovaciones en la formación sin alterar su esencia
A pesar de los ajustes en los criterios de tiempo y distancia para las brigadas de tanques, el núcleo del entrenamiento para operar un tanque Abrams permanece intacto, manteniéndose el ciclo formativo de 15 semanas con los mismos principios fundamentales de antes.
La formación comienza en el aula, donde se abordan temas que van desde los sistemas técnicos del tanque hasta tácticas de combate, soporte y liderazgo. Posteriormente, los aprendices se sumergen en un extenso entrenamiento en simuladores, que les permite dominar el manejo del tanque y sus sistemas de armas en un entorno seguro antes de avanzar a la fase práctica con tanques reales.
Finalmente, los ejercicios de campo ponen a prueba sus habilidades en un contexto de combate simulado, evaluando su capacidad para trabajar en equipo, tomar decisiones ágiles y actuar eficientemente bajo presión. Este riguroso proceso formativo culmina con la preparación completa de los soldados para operar un tanque M1 Abrams en escenarios de combate real, consolidando su rol como pilares fundamentales en las operaciones terrestres del Ejército de EE. UU.