El Tupolev Tu-144, conocido como el “Concorde soviético”, terminó sus días como laboratorio volador de la NASA.
Competencia y acelerada carrera por el primer avión supersónico
Cuando los soviéticos descubrieron que los europeos estaban construyendo un avión de pasajeros supersónico (el Concorde), se apresuraron a ser los primeros. Los ingenieros soviéticos, acostumbrados a construir aviones militares, tuvieron dificultades para diseñar un avión más amigable para los pasajeros. Los estadounidenses también tenían sus propios programas de aviones supersónicos, como el Lockheed y el concepto Boeing 2707, del cual incluso construyeron un modelo a escala.
El Tu-144 realizó su primer vuelo justo antes que el Concorde europeo. Sin embargo, ese fue el límite de su éxito. Se estrelló en el Salón Aeronáutico de París en 1973, mientras que el Concorde entró en servicio. Tras otro accidente, el Tu-144 fue retirado del servicio de pasajeros y utilizado como avión de carga antes de ser cancelado en 1983. Más tarde, los soviéticos lo usaron como plataforma de entrenamiento para su programa espacial Buran.
Podría haber sido el final del Tu-144 si no fuera por la NASA. Para 1993, la Unión Soviética había colapsado y Rusia había heredado los Tu-144 almacenados. La economía rusa estaba en crisis, y las relaciones entre Rusia y Estados Unidos eran notablemente buenas en ese momento.
Transformación del Tu-144 en laboratorio volador
En los primeros años de la década de 1990, la NASA trabajaba en el Programa de Investigación de Alta Velocidad (HSR) para desarrollar la próxima generación de transporte supersónico. Necesitaban aviones supersónicos como plataformas de prueba, pero tanto Lockheed como Boeing habían cancelado sus programas, dejando al Concorde y al Tu-144 como los únicos jets supersónicos existentes.
El Concorde estaba en servicio con British Airways y Air France, y ninguna tenía aviones de repuesto para prestar a la NASA. Además, se consideraba poco probable que permitieran que se les montara equipo de investigación y sensores. Esto hizo que el Tu-144 de Rusia fuera la única opción para la NASA.
El Tu-144 que la NASA arrendó estaba en condiciones casi prístinas, habiendo sido retirado en 1990 después de solo 83 horas de vuelo. Aun así, la NASA realizó numerosas modificaciones para permitir que el jet se utilizara en los experimentos necesarios y para hacerlo más fiable. Reemplazaron los motores por variantes más modernas y confiables.
Desafíos logísticos y operacionales del Tu-144
Un problema logístico fue que el avión estaba en Rusia, lo que significaba que los científicos estadounidenses debían hacer un viaje de ida y vuelta de 12,000 millas para llegar a él. Además, encontrar un piloto certificado para volar el Tu-144 fue otro desafío. Los pilotos certificados trabajaban para Tupolev y, debido a tecnicismos burocráticos, no podían enviar los datos desde Rusia a la NASA.
Finalmente, la NASA entrenó a un piloto estadounidense, Rob Rivers, para volar el Tu-144, convirtiéndose en el único piloto en haber volado tanto el Concorde como el Tu-144. Otro piloto estadounidense, Gordon Fullerton, también fue entrenado en él.
En total, la NASA realizó 27 vuelos de investigación con el Tu-144LL durante un período de tres años sin problemas importantes. La NASA consideró que las pruebas con el Tu-144LL fueron un éxito para el programa HSR. Las primeras salidas de evaluación se llevaron a cabo a finales de 1998, y el programa concluyó en la primavera de 1999.
El legado del Tu-144 y el futuro del transporte supersónico
El programa HSR fue cancelado en 1999 y, tras la retirada del Concorde, la era del transporte supersónico se detuvo, al menos temporalmente. La búsqueda de un transporte supersónico de pasajeros práctico y comercialmente viable continúa.
Famosamente, el Overture de Boom está planeado para entrar en servicio en los próximos años y ha recibido 130 órdenes y pre-pedidos de aerolíneas de todo el mundo. La NASA sigue investigando aviones de pasajeros supersónicos con su experimental X-59, un avión supersónico silencioso.
El Tu-144, a pesar de su fracaso inicial, encontró un nuevo propósito y contribuyó al avance de la investigación en el transporte supersónico, dejando un legado técnico que continúa influyendo en los desarrollos modernos.