La reciente expulsión de Turquía del programa F-35 ha generado una ola de especulaciones sobre el destino de los planes de adquisición de Ankara.
El Su-35, el Eurofighter Typhoon y el Saab JAS 39 Gripen se presentaron como posibles alternativas, y el primero se consideró una opción particularmente atractiva tras la buena voluntad diplomática generada por la decisión de Turquía de importar el sistema S-400 de Rusia. Pero ahora está surgiendo que la industria de defensa turca está siguiendo un camino totalmente diferente: sus propios cazas de quinta generación construidos en el país.
Turkish Aerospace Industries (TAI) exhibió un modelo de preproducción de su caza bimotor TF-X en el Salón Aeronáutico de París del mes pasado. El CEO de TAI, TAI Temel Kotil, confía en que el TF-X entrará en producción en serie en la próxima década: “Nuestra máquina es una maqueta, pero en 2023 habrá una máquina real, y el primer vuelo es en 2025, y[estará] en servicio en 2028”, dijo en la inauguración. El pronóstico optimista de Kotil se basa en la participación previa de TAI en el programa de socios del F-35: “En el F-35, en realidad, mi compañía está construyendo el fuselaje central… así que esto significa, en términos de fabricación, que Turkish Aerospace tiene suficiente fuerza para construir este caza”.
Las especificaciones actuales de TAI incluyen una velocidad máxima de Mach 2, un radio de combate efectivo de 600 millas, un peso máximo de despegue de 60.000 libras. En otras palabras, el TF-X no solo se asemeja físicamente al F-35, sino que cuenta con una hoja de especificaciones de hardware similar. La replicación de un diseño ya probado parece ser una receta rentable para el éxito, pero la tarjeta de visita del F-35 siempre ha sido su suite única de aviónica: a saber, la fusión de información, la capacidad de funcionar como una plataforma AWACS, y la integración completa de la IA dentro y fuera del campo de batalla. Lockheed Martin solo podría lograr un paquete de aviónica tan sofisticado haciendo equilibrios conscientes en el departamento de rendimiento en bruto, donde el F-35 es ampliamente superado por el competidor ruso Su-57.
Y ahí está el peligro de que Turquía modele al caza TF-X demasiado cerca del F-35; dada la probabilidad de que carezcan de los recursos y la licencia para reproducir la aviónica del F-35, la industria de defensa turca heredará todas las debilidades del F-35, mientras que no logrará capturar sus fortalezas.
Sin embargo, hay un problema aún más importante que afecta a la incursión de Turquía en la producción de aviones de combate de quinta generación: los costes exorbitantes. El programa TF-X tiene un precio inicial de 13.000 millones de dólares, pero una reciente disputa con un fabricante de componentes cruciales puede inflar ese ya elevado precio. El fabricante británico de motores para automóviles y aviones Rolls-Royce estaba a punto de asociarse con empresas turcas locales para producir conjuntamente el motor del TF-X. Las continuas disputas sobre propiedad intelectual han llevado a Rolls-Royce a “todo menos abandonar” sus esfuerzos por asegurar la licitación, lo que ha generado una incertidumbre aún mayor en cuanto a la logística del proyecto TF-X. Los planes iniciales de enviar los primeros modelos TF-X producidos en serie con el motor General Electric F110 también se han quedado en el camino, ya que Ankara teme que el uso de componentes o sistemas estadounidenses en la construcción provoque sanciones estadounidenses.
Sin embargo, el sector de defensa turco sigue adelante con el TF-X; según los medios de comunicación turcos, ya se han realizado 400 pedidos tras la presentación del Salón Aeronáutico de París.
El interés turco en desarrollar un caza local precede en una década al actual escándalo del F-35, que se remonta a 2010 con los primeros planes de TAI de diseñar un “caza tipo turco”. Aunque las recientes tensiones en la relación entre Turquía y la OTAN han generado una nueva voluntad política en Ankara para llevarla a cabo, el proyecto sigue enfrentándose a serias cuestiones de solvencia financiera.