La llegada a Ucrania de los 31 tanques M-1 Abrams, prometidos por Estados Unidos para reforzar el esfuerzo bélico contra la invasión rusa, marcó un hito significativo.
Sin embargo, estos colosos de 68 toneladas, armados con cañones de ánima lisa de 120 milímetros y equipados con óptica avanzada para operaciones diurnas y nocturnas, junto a un blindaje de última generación y motores de turbina de gas de alta potencia, aún no han sido desplegados en el frente de batalla.
La incertidumbre rodea el momento en que los M-1A1SA, diseñados para una tripulación de cuatro y datados de la década del 2000, entrarán en acción y bajo qué unidad serán asignados.
A dos años del conflicto ampliado con Rusia, Ucrania mantiene un arsenal de tanques comparable al que poseía previo al ataque ruso en febrero de 2022, cifrado en alrededor de mil unidades. Este sostenimiento numérico se debe en gran medida a las contribuciones internacionales, incluidos los tanques M-1.
“Dos años después de la invasión a gran escala, el conteo de tanques principales en servicio con las fuerzas armadas ucranianas permanece cercano a los niveles prebélicos”, reporta el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres.
Sin embargo, este balance oculta una realidad compleja. Desde el inicio del conflicto, las fuerzas terrestres ucranianas han visto duplicar su tamaño, contando ahora con cerca de un centenar de brigadas, incluyendo unidades del ejército regular, de asalto aéreo, marinas, territoriales y de la guardia nacional, cada una conformada por al menos 2,000 efectivos y decenas de vehículos. Esta expansión significa que, pese a mantener el número de tanques, las necesidades actuales de Ucrania superan ampliamente las de 2022.
Desafíos en el arsenal blindado ucraniano
Para cubrir las necesidades de todas sus brigadas, Ucrania requeriría más de 3,000 tanques si cada una contase con un batallón de 31 vehículos. La realidad es diferente: tras sufrir la pérdida de 700 tanques y sumar 500 capturados a los rusos, varios cientos recuperados de antiguos almacenes soviéticos y 600 más recibidos de aliados, el inventario actual se estima en unos 2,000.
Considerando las unidades en reparación y modernización, la cifra se ajusta al estimado del IISS de mil tanques operativos, suficientes apenas para equipar 30 batallones de primera línea o menos de cien compañías.
Este panorama refleja un desafío crítico: “Los esfuerzos ucranianos por incrementar sus elementos de combate han excedido las capacidades de suministro, dejando a varias unidades sin los medios necesarios para completar su dotación”, señala el IISS.
Con la guerra extendiéndose hacia su tercer año, la demanda de tanques en Ucrania crecerá, dependiendo en gran medida de la asistencia de sus aliados para suplir la incapacidad de producción nacional.
La ayuda de Estados Unidos, crucial en este sentido, enfrenta obstáculos. La reciente reticencia de Washington a enviar nuevos vehículos, tras el bloqueo en el Congreso de un paquete de ayuda de 60.000 millones de dólares por parte de sectores alineados con Rusia, plantea dudas sobre futuros envíos de tanques M-1 a Ucrania.
Los 31 tanques Abrams, aún esperando detrás de las líneas, podrían ser, por ende, los únicos de su tipo que Ucrania llegue a recibir en el contexto actual.