Uzbekistán ha entregado siete helicópteros UH-60A Black Hawk a Estados Unidos. Estos aparatos formaron parte de la Fuerza Aérea afgana antes del colapso del gobierno.
Helicópteros de la Fuerza Aérea afgana ahora en manos de EE. UU.
Siete helicópteros UH-60A Black Hawk, utilizados por pilotos afganos para huir hacia Uzbekistán tras el colapso del gobierno en Afganistán, fueron transferidos a Estados Unidos. Esta aeronave, diseñada por Sikorsky Aircraft, ha sido ampliamente reconocida por su eficacia militar y desempeño en combate desde su introducción en la década de 1970.
Con una trayectoria en conflictos como la Guerra del Golfo y la Guerra de Afganistán, el Black Hawk es uno de los helicópteros más utilizados por las fuerzas armadas del mundo. Su diseño resistente y adaptable ha sido clave para su éxito.
La entrega de estos helicópteros refuerza la cooperación estratégica entre Uzbekistán y Estados Unidos, además de modificar la dinámica geopolítica en Asia Central tras la retirada estadounidense de Afganistán. Esta transferencia pone en evidencia los esfuerzos por reubicar activos militares en la región.
Por su parte, Estados Unidos integra estas aeronaves en su inventario militar, lo que mejora su capacidad operativa en misiones que exigen despliegue rápido y apoyo logístico. El interés en los Black Hawk radica en su confiabilidad y capacidad para operaciones complejas.
Reacciones del gobierno talibán tras la transferencia
El Ministerio de Defensa afgano, controlado por los talibanes, expresó su descontento tras la confirmación de que estos helicópteros fueron entregados a Estados Unidos. En un comunicado emitido en su cuenta oficial de X, denunciaron la transferencia y exigieron la devolución de los aparatos a Afganistán.
“Estos helicópteros son propiedad de Afganistán y no aceptamos que sean transferidos a otro país bajo ningún motivo”, afirmaron en el documento. Los talibanes solicitaron a Washington que elimine los obstáculos que impiden el regreso de los aviones.
Desde la retirada de las fuerzas estadounidenses en agosto de 2021, Afganistán se enfrenta a un nuevo escenario militar. Estados Unidos dejó atrás una gran cantidad de equipo bélico, una parte del cual terminó en manos de los talibanes, lo que generó preocupaciones de seguridad en la región.
Equipo militar abandonado tras la retirada de EE. UU.
- 73 aviones quedaron inutilizados o desmilitarizados, incluidos varios helicópteros.
- Más de 40.000 vehículos militares permanecieron en Afganistán, entre ellos 12.000 Humvees.
- Un arsenal de más de 300.000 armas, desde fusiles M4 hasta ametralladoras, también fue abandonado.
- Se dejaron 1,5 millones de cartuchos de diversas municiones valoradas en 48 millones de dólares.
- Equipos de comunicación, visión nocturna y vigilancia, esenciales para operaciones estratégicas, quedaron en el país.
Impacto de los equipos abandonados en la seguridad regional
La cantidad de equipo militar dejado atrás en Afganistán ha generado especulaciones sobre su distribución en otras zonas de conflicto, como Cachemira. Este armamento podría intensificar la inestabilidad en la región.
Las tropas estadounidenses intentaron inutilizar muchos de los recursos más sensibles antes de su partida. Sin embargo, el volumen de equipo y la rapidez de la retirada impidieron la destrucción de todos los activos, dejando una gran cantidad de recursos accesibles para los talibanes.
La decisión de dejar este equipamiento ha sido criticada a nivel nacional e internacional. Analistas señalan que una mejor planificación podría haber minimizado la transferencia de recursos militares a los talibanes.
Un legado militar que sigue generando tensiones
La retirada de Estados Unidos de Afganistán no solo marcó el fin de una intervención de dos décadas, sino que también dejó un legado de equipamiento militar con implicaciones a largo plazo. Las tensiones por el control de estos recursos siguen siendo un factor de preocupación internacional.
El balance de poder en Afganistán se ha transformado, con los talibanes consolidando su posición gracias al equipo capturado. La comunidad internacional vigila de cerca cómo se utiliza este material, temiendo que refuerce otros conflictos en desarrollo.