El portaaviones USS Gerald R. Ford, con tecnología avanzada y alto costo, enfrenta críticas sobre su viabilidad en conflictos actuales.
Los avances tecnológicos del USS Gerald R. Ford y sus capacidades
El USS Gerald R. Ford, perteneciente a la clase Ford de portaaviones, es una muestra del máximo desarrollo en ingeniería militar. Este portaaviones puede desplegar 90 aeronaves de ala fija y albergar una tripulación superior a las 4.500 personas. A pesar de sus avanzadas tecnologías y capacidad nuclear, el elevado costo de construcción de 13 mil millones de dólares, junto con un mantenimiento anual de 700 millones, ha generado controversias sobre su inversión.
Los críticos sostienen que, en una era dominada por estrategias de antiacceso/denegación de área (A2/AD) y con crecientes amenazas globales, la Armada de Estados Unidos debería enfocar sus recursos en naves más pequeñas, rápidas y discretas, además de submarinos y armamentos avanzados, en lugar de en costosos portaaviones.
Este portaaviones es una de las plataformas bélicas más sofisticadas y visualmente impresionantes creadas hasta la fecha. Con una capacidad de 90 aviones de ala fija, incluyendo modelos como el Boeing F/A-18E/F Super Hornet, Boeing EA-18G Growler, Grumman C-2 Greyhound, Northrop-Grumman E-2 Hawkeye, y el caza Lockheed Martin F-35 Lightning II, además de helicópteros y vehículos no tripulados, el USS Gerald R. Ford es una verdadera maravilla moderna.
Costos y críticas sobre la inversión en la clase Ford
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Su planta nuclear le permite llevar a cabo despliegues prolongados con una tripulación que supera las 4.500 personas. Comparado con los portaaviones más antiguos de la Armada de EE. UU., la clase Ford presenta una sección transversal más discreta, lo que le permite operar por más tiempo en áreas de combate disputadas. Sin embargo, el alto costo y el tiempo requerido para construir o reparar un portaaviones de la clase Ford son significativos. La construcción de uno cuesta aproximadamente 13 mil millones de dólares y su mantenimiento anual ronda los 700 millones.
A pesar de que el capitán de la Marina estadounidense, Brian Metcalf, proyecta que futuras versiones de estos portaaviones costarán 5 mil millones menos que el USS Gerald R. Ford, este sigue siendo el buque de guerra más caro de la flota estadounidense. En un contexto donde el ejército estadounidense enfrenta un creciente escepticismo tanto público como político respecto al costo de sus operaciones, y ante múltiples nuevas amenazas globales que presionan a las fuerzas armadas, el inmenso gasto en un solo sistema de armas como el portaaviones de la clase Ford requiere una reevaluación.
Aunque es una formidable arma, no parece ser la más adecuada para los conflictos actuales ni futuros. La estrategia de antiacceso y negación de área (A2/AD) adoptada por los rivales de Estados Unidos, hace que los portaaviones de clase Ford, con un costo de 13 mil millones de dólares, sean un gasto irrecuperable.
Desafíos y comparaciones con otras fuerzas navales
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Por primera vez en años, la Marina de EE. UU. ya no es la mayor fuerza naval del mundo, un título que ahora ostenta China. Aunque los defensores de la Armada estadounidense argumentan que China prioriza la cantidad sobre la calidad, la cantidad tiene un valor propio. Estos argumentos son similares a los que utilizó la Marina Real Británica cuando, en los años 40, la Armada de EE. UU. la superó en tamaño.
Los sistemas A2/AD de China, Rusia y otros rivales estadounidenses, tanto estatales como no estatales, son significativamente más económicos que los portaaviones de clase Ford y pueden neutralizarlos eficazmente en combate. Además, la construcción de un portaaviones Ford lleva al menos cinco años, siendo el USS Gerald R. Ford un ejemplo con sus doce años de construcción.
La posibilidad de perder un Ford en combate ante los misiles antibuque de China supera los beneficios que ofrece en términos de capacidades ofensivas contra un Estado-nación como China. En los conflictos actuales y futuros, se necesitan buques de guerra más pequeños, rápidos y sigilosos, con un mayor énfasis en submarinos equipados con drones lanzados desde plataformas de misiles submarinas, potenciando así las capacidades aéreas basadas en el mar.
Reevaluación de la estrategia naval y enfoque en nuevas tecnologías
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Además, el presupuesto destinado a portaaviones debería redirigirse a misiles hipersónicos y armas espaciales. En resumen, aunque los nuevos portaaviones de la clase Ford son impresionantes y avanzados, no justifican la inversión debido a la obsolescencia que les imponen las nuevas dinámicas de guerra moderna.
Pese a la tecnología furtiva del USS Gerald R. Ford, el gran buque sigue siendo detectable y vulnerable a los misiles y vehículos planeadores hipersónicos de China, que pueden destruirlo a una fracción del costo de su mantenimiento. Estados Unidos podría encontrarse en una situación similar a la de Francia al inicio de la Primera Guerra Mundial: una fuerza imponente, pero estratégicamente mal enfocada, cuyas decisiones erróneas cuestan caro a su población.