Tras el final de la intensa contienda de cuatro meses por el control de Avdiivka, ciudad industrial del este de Ucrania, los militares rusos, que hasta entonces habían empleado tácticas como el uso de bombas deslizantes, artillería pesada y ofensivas de infantería para minar la resistencia de la guarnición ucraniana, optaron por una estrategia diferente.
Desplegaron un ZS-88, un vehículo destinado a operaciones psicológicas, en las devastadas calles de Avdiivka. A través de él, transmitieron un mensaje dirigido a los exhaustos defensores ucranianos, supuestamente en nombre de la 110ª Brigada Mecanizada.
“La resistencia es inútil”, proclamaban los altavoces del ZS-88, una versión modificada del vehículo blindado de ruedas BTR-80, añadiendo que ni sus progenitores ni sus antepasados habrían apoyado la causa actual, acusándola falsamente de estar bajo el yugo de los neonazis en Ucrania.
Russian ZS-88 psyops vehicle around Avdiivka, it is a BTR-80 with a loudspeaker fitted to the rear of the turret, at maximum volume it can be heard up to 5-6km away.
— AFV Recognition (@AFVRec_) February 17, 2024
The message here is saying
"There is no point in resisting. Your fathers and grandfathers didn't fight for the… pic.twitter.com/iNJ7vby707
Para aclarar, la estructura de poder en Ucrania no está bajo el dominio de ideologías fascistas. En cambio, Rusia está bajo la influencia de un régimen ultranacionalista de extrema derecha, catalogable de fascista.
Los intentos de guerra psicológica en Avdiivka no lograron su objetivo. Se estima que las fuerzas rusas capturaron a unos 200 combatientes ucranianos en la zona, no debido a una rendición masiva provocada por los mensajes del ZS-88, sino en el contexto de una retirada táctica.
Esta retirada fue orquestada por la 110ª Brigada, que, enfrentada a una crítica escasez de municiones después de que los congresistas republicanos prorrusos de Estados Unidos le cortaran la ayuda, se vio obligada a replegarse hacia el oeste, buscando la protección de la 3ª Brigada de Asalto, una unidad de élite. Durante esta retirada, algunos de sus miembros cayeron ante el avance ruso, bien intentando escapar o bien ya incapacitados por las heridas.
Operaciones psicológicas en Ucrania: Impacto y consecuencias
Las fuerzas rusas procedieron a ejecutar sumariamente a varios de los prisioneros recién capturados, lo que posiblemente arrojó luz sobre la decidida indiferencia de los ucranianos ante las emisiones del ZS-88 y otros intentos de guerra psicológica por parte de Rusia.
La eficacia de las operaciones psicológicas, como demostró la campaña de radiodifusión y distribución de panfletos llevada a cabo por el ejército estadounidense en Kuwait e Irak en 1991 —que logró persuadir a más de 100.000 soldados iraquíes en inferioridad numérica para que se rindieran— depende en gran medida de la conducta humana de los equipos de prisioneros de guerra, como describen los oficiales de las Fuerzas Aéreas estadounidenses Frank Goldstein y Daniel Jacobowitz.
En el conflicto de 25 meses de duración provocado por la agresión rusa en Ucrania, ambos bandos han practicado un trato inhumano a los prisioneros de guerra. Sin embargo, las fuerzas rusas se han ganado una reputación especialmente nefasta por ejecutar a los combatientes ucranianos que intentan rendirse y por someter a los prisioneros ucranianos a condiciones de privación extrema, incluida la inanición, cuando no el asesinato descarado. Las acciones de los equipos rusos de prisioneros de guerra difícilmente podrían calificarse de “humanas”.
Este trato cruel podría ser un factor determinante de por qué, a pesar de que un millón de ucranianos están armados, con cientos de miles de ellos en el frente, solo hay 4.000 prisioneros de guerra ucranianos cautivos en Rusia. Esta cifra es sorprendentemente baja en el contexto del conflicto, lo que subraya el profundo impacto de las acciones inhumanas sobre la voluntad de rendición y las estrategias de guerra psicológica.
Dinámica de captura y trato de prisioneros en el conflicto ucraniano-ruso
Ucrania retiene a “miles” de soldados rusos, capturados de un contingente de más de medio millón de soldados en el frente, en condiciones que han sido objeto de escrutinio durante las visitas ocasionales de periodistas a los centros de detención. Entre las diversas quejas de los prisioneros destaca la insuficiencia de sal en sus raciones de comida, un detalle menor dentro del amplio espectro de adversidades a las que se enfrentan.
El enfrentamiento ha causado la muerte o heridas a más de 400.000 rusos y 200.000 ucranianos. Un análisis de los intercambios de prisioneros por ambas partes muestra una proporción de aproximadamente dos prisioneros de guerra por cada 100 bajas en esta guerra entre Rusia y Ucrania.
Comparativamente, en la Segunda Guerra Mundial, más de 130.000 soldados estadounidenses fueron capturados como prisioneros de guerra, frente a unos 1,1 millones que resultaron heridos o muertos, lo que indica una proporción de un prisionero de guerra por cada ocho bajas.
Esta estadística ilustra cómo, en el conflicto actual, la posibilidad de morir en la rendición —un riesgo palpable tanto para rusos como para ucranianos— puede inclinar a los combatientes a optar por luchar hasta el amargo final en lugar de rendirse.
Así, el intento de minar la moral de los defensores ucranianos del vehículo ZS-88 cerca de Avdiivka mediante operaciones psicológicas parece haber sido en vano. La captura por parte de las fuerzas ucranianas de al menos uno de estos vehículos de propaganda subraya la ineficacia de tales tácticas ante la inquebrantable determinación de resistir.
A pesar del relativo éxito de las operaciones psicológicas estadounidenses durante la Guerra del Golfo de 1991, el impacto de las emisiones por megafonía se consideró “moderadamente eficaz” según Goldstein y Jacobowitz.
Los panfletos y las emisiones de radio proporcionaban instrucciones sobre cómo rendirse, mientras que los altavoces se limitaban a indicar dónde hacerlo. Evidentemente, en el contexto del conflicto ruso-ucraniano, la voluntad de buscar un lugar donde rendirse es prácticamente inexistente, y los combatientes prefieren mantener su posición hasta las últimas consecuencias.