El X-15 estableció récords inigualables en velocidad y altitud, allanando el camino hacia la exploración espacial.
Competencia entre la Fuerza Aérea y la incipiente NASA
Antes del Proyecto Mercury y los vuelos históricos de John Glenn y Neil Armstrong, una pregunta crucial dividía a la comunidad aeroespacial: ¿qué agencia llevaría a los estadounidenses al espacio y con qué vehículo? La Fuerza Aérea de EE. UU., con su sólida experiencia en vuelos controlados, argumentaba que ellos debían liderar esta misión histórica. Sus pilotos debían ser los pioneros en el espacio, no simplemente pasajeros en un cohete.
Para respaldar esta afirmación, la Fuerza Aérea necesitaba una máquina sin igual. La respuesta fue el X-15, un avión cohete capaz de alcanzar velocidades y altitudes récord. Inicialmente, el X-15 estaba equipado con un motor XLR11, pero posteriormente se actualizó al XLR99, desarrollado por Reaction Motors, con un empuje de 57,000 libras. Este motor consumía amoníaco anhidro y oxígeno, quemando 15,000 libras de combustible en un minuto y veinte segundos.
El X-15 estableció récords de velocidad y altitud que aún permanecen. En octubre de 1967, el piloto de la USAF William J. “Pete” Knight llevó el X-15 a más de 100,000 pies y alcanzó Mach 6, una velocidad de 4,520 millas por hora.
Hazañas de los pilotos del X-15 y sus récords imbatibles
Los pilotos del X-15 volaron más rápido y más alto que cualquier otro piloto. En 13 ocasiones, superaron las 50 millas de altitud, cruzando el umbral del espacio exterior. Estos vuelos demostraron que los estadounidenses podían pilotar hasta el espacio con maestría y valentía.
Los pilotos que cruzaron las 50 millas fueron condecorados con las alas de astronauta. Entre ellos destaca Joseph A. Walker, quien el 22 de agosto de 1963, alcanzó una altitud de 67 millas, un récord aún vigente.
El X-15 no despegaba de una pista convencional. Su odisea comenzaba cuando un B-52 Stratofortress lo elevaba al firmamento. Liberado de su montura, el X-15 encendía su motor y se lanzaba a su vuelo.
El legado del X-15 en la exploración espacial
Antes de que la NASA seleccionara la cápsula Mercury para llevar a los estadounidenses al espacio, la Fuerza Aérea ya soñaba con hazañas mayores. Consideraban lanzar un X-15 en órbita utilizando el misil SM-64 Navaho, un diseño que preludiaba el transbordador espacial de las décadas de 1980 y 1990.
Aunque el X-15 nunca alcanzó las estrellas, su programa ofreció datos invaluables para la exploración espacial futura. Retirado en 1968, solo se construyeron tres de estos aparatos. Sin embargo, su legado perdura, inmortalizado en la historia aeroespacial y en la película “First Man”.
En “First Man”, Neil Armstrong, interpretado por Ryan Gosling, revive los días de gloria al pilotar el X-15, recordando la grandeza de aquellos pioneros que se atrevieron a soñar con el infinito.