La casa de subastas de Maryland que se enfrentó a fuertes críticas la semana pasada por subastar recuerdos nazis ha declarado que un comprador judío se llevó a casa un reloj que supuestamente perteneció a Adolf Hitler.
El reloj se vendió por 1,1 millones de dólares el primer día de la subasta, y su comprador fue un judío europeo, dijo el presidente de Alexander Historical Auctions, Bill Panagopulos, al Washington Post. No quiso dar el nombre del comprador.
Panagopulos también dijo al periódico que él y su familia habían recibido amenazas de muerte en medio de las críticas a la subasta de dos días de recuerdos nazis. La Asociación Judía Europea fue uno de los múltiples grupos que condenaron la venta, diciendo que permitir que los artículos lleguen a manos privadas trivializa el Holocausto y enriquece a los simpatizantes del nazismo.
Panagopulos dijo a la Agencia Telegráfica Judía, antes de la venta, que esas críticas no le hacían eco. “Lo que vendemos son pruebas criminales, por insignificantes que sean. Es una prueba tangible y real de que Hitler y los nazis vivieron, y también persiguieron y mataron a decenas de millones de personas. Destruir o impedir de algún modo la exhibición o protección de este material es un crimen contra la historia”, escribió Panagopulos.
Los compradores, añadió, “no son neonazis, que son demasiado pobres y estúpidos para apreciar cualquier tipo de material histórico”.
Alexander Historical Auctions ha sido criticada anteriormente por su disposición a vender recuerdos nazis, algo que muchas casas de subastas evitan. En 2011, por ejemplo, la empresa dijo que un coleccionista judío ortodoxo fue el comprador de los diarios escritos después del Holocausto por Josef Mengele, el notorio médico nazi, a pesar de la feroz resistencia a la venta.
Mientras que algunas reliquias nazis acaban en manos de personas que las quieren porque admiran el nazismo, otras son adquiridas por museos e instituciones académicas u ocasionalmente por personas que quieren tener derecho a destruir los objetos. A principios de este año, un empresario judío de Argentina ofreció comprar una estatua de 800 libras de un antiguo barco nazi y hacerla explotar. La estatua había sido puesta a subasta hasta que el gobierno alemán y los grupos judíos protestaron.