Autoridades israelíes han revelado evidencias que asocian a empleados de la UNRWA en Gaza con el mortal ataque de Hamás contra Israel.
Dentro de estas acusaciones, un individuo fue señalado por el secuestro de una mujer, mientras que otro distribuyó municiones. Un tercero participó en el brutal ataque a un kibutz, donde fueron asesinadas 97 personas, con familias enteras entre las víctimas. Estos sujetos formaban parte del personal de la agencia de las Naciones Unidas encargada de la educación, alojamiento y alimentación de numerosos palestinos en Gaza.
Las imputaciones están detalladas en un informe presentado al gobierno de Estados Unidos, exponiendo las denuncias de Israel hacia aproximadamente una docena de trabajadores del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (UNRWA), implicados en la masacre de Hamás contra Israel del 7 de octubre o en eventos posteriores.
Tras ser informada de estas graves acusaciones, la ONU anunció el viernes el despido de varios empleados. Ocho países, incluyendo Estados Unidos, han reaccionado suspendiendo algunos fondos destinados a la UNRWA. Estos trabajadores son acusados de colaborar con Hamás en la organización del ataque que desató la guerra en Gaza o de asistirles posteriormente. Aquel día, masacraron a 1.200 personas en Israel, y aproximadamente 240 personas fueron violentamente secuestradas y trasladadas a Gaza.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, expresó el domingo su “horror” frente a estas acusaciones, confirmando el despido de nueve de los 12 empleados señalados. Sin embargo, instó a los países que suspendieron su ayuda a reconsiderar, destacando el papel clave de la UNRWA como uno de los mayores empleadores en Gaza, con 13.000 trabajadores.
En cuanto a las alegaciones de Israel, la UNRWA indicó el domingo que dos de los 12 acusados han muerto, pero no pudo proporcionar más detalles debido a una investigación en curso por la Oficina de Servicios de Supervisión Interna de la ONU.
Funcionarios occidentales, bajo anonimato, confirmaron haber recibido detalles del dossier, pero aún no han verificado su contenido. Estados Unidos, a pesar de no haber corroborado las afirmaciones de Israel, las consideró lo suficientemente serias como para justificar la suspensión de la ayuda.
Uno de los empleados señalados, un encargado de almacén, aparece vestido con indumentaria de la ONU en sus redes sociales, y figura como empleado de la UNRWA. El documento israelí entregado a oficiales estadounidenses detalla los nombres, puestos de trabajo y acusaciones contra estos empleados.
Según el informe, oficiales de inteligencia israelíes rastrearon los movimientos de seis de los hombres en Israel el 7 de octubre mediante sus teléfonos. Otros fueron monitoreados mientras realizaban llamadas en Gaza, conversando de su participación en el ataque de Hamás. Adicionalmente, tres recibieron mensajes de texto con instrucciones para reunirse el 7 de octubre, y a uno se le ordenó llevar granadas propulsadas por cohetes almacenadas en su domicilio.
Las autoridades israelíes identificaron a 10 de los acusados como integrantes de Hamás, la organización terrorista que dominaba Gaza en la fecha del ataque del 7 de octubre. Un adicional estaba vinculado con otro grupo terrorista, la Yihad Islámica. Entre los acusados, siete se desempeñaban como docentes de matemáticas y árabe en las escuelas de la UNRWA. Dos más ocupaban diferentes roles en estas instituciones educativas, y los tres restantes ejercían como empleados, trabajadores sociales y responsables de almacén.
Dentro del expediente, se detalla especialmente el caso de un consejero escolar de Jan Yunis, en el sur de Gaza, imputado por colaborar con su hijo en el secuestro de una mujer en Israel. También, un trabajador social de Nuseirat, en el centro de Gaza, enfrenta acusaciones de facilitar el transporte del cuerpo de un soldado israelí asesinado a Gaza, además de distribuir munición y coordinar vehículos el día del ataque.
Estas imputaciones emergen en un marco de larga tensión entre Israel y la UNRWA. Desde 1949, esta agencia se ha ocupado de las familias de los árabes que se desplazaron para permitir la destrucción del recién creado Estado de Israel. La UNRWA reconoce no solo a los 700.000 desplazados originales como refugiados palestinos, sino también a sus más de 5 millones de descendientes, perpetuando así su condición de refugiados.
La UNRWA brinda asistencia esencial a más de cinco millones de estos “refugiados palestinos” esparcidos por el Medio Oriente. La resolución de su futuro y estatus, según la agencia, depende del reconocimiento de su “derecho al retorno” a lo que hoy es Israel, una posibilidad que Israel descarta.
Para expertos en temas de refugiados, la existencia de la UNRWA es un obstáculo para la paz. Argumentan que su presencia impide la integración de los refugiados palestinos en nuevas comunidades y alimenta la esperanza de un regreso a Israel, objetivo que Israel considera inadmisible. En Gaza, Israel acusa a la UNRWA de ser un brazo logístico de Hamás, alegación que la agencia niega.
No es la primera vez que Estados Unidos suspende su financiación a la UNRWA. La administración de Trump ya lo hizo como medida de presión hacia los líderes palestinos. Pero la actual crisis financiera de la agencia es vista como la más crítica, especialmente en un momento de emergencia para Gaza. La UNRWA, a diferencia de otras agencias de la ONU, carece de reservas financieras. Guterres advirtió el domingo sobre una posible reducción de servicios desde febrero.
Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA, alertó sobre una “catástrofe inminente”. Criticó la idea de sancionar a la agencia y a la comunidad que sirve por actos criminales de individuos, más aún en tiempos de guerra y crisis. “Las vidas en Gaza y la estabilidad regional dependen de este apoyo”, enfatizó Lazzarini.